Artículo publicado en Las Provincias el 13 de octubre de 2014
Cuando la escuálida
Holly Golightly tenía un día malo arrastraba sus perlas hasta el escaparate de
Tiffany’s; nada malo podía pasar allí dentro. Era una criatura maravillosamente
herida surgida de la inefable caterva de ideas de Capote (Truman) que exprimía
el alma humana para que se convirtiera en un zumo de párrafos perfectos.
Luego vino Hollywood y
la icónica imagen que proyectó gracias a Audrey Hepburn esmaltada en el
estilismo de Givenchy y acariciada por las notas del sublime Henry Mancini. El
celuloide lo cambió todo, que es lo que suele pasar. Porque en las películas
americanas nos hemos asomado muchas veces al fin del mundo, pero nada tan
cercano al apocalipsis de esta semana.
El nuevo periodismo
estrenó sus malas artes con la muerte en directo del Papa Juan Pablo II y esta
semana se ha puesto a prueba de nuevo con toda la crudeza en el culebrón ébola.
El cine sólo nos sirve para soñar pero la literatura, como la de Capote, nos
permite inmiscuirnos en la capacidad de empatía.
De eso es de lo que más
nos olvidamos. El estupor llegó esta semana en forma de melena rubia y con
nombre propio: Andrea Fabra quien pespuntó un titular montada en su propio tren
de vida. La gran hija admitió que claro que había firmado el indulto a favor de
su padre (esto es, Carlos Fabra) y con una sonrisa meliflua vino a segregar
biología: claro que he firmado.
Andrea Fabra es
diputada por Castellón pero bien podría serlo por Alpedrete. Vive en Madrid,
veranea en Ibiza y Castellón es casi un accidente en su vida, ese pasar de los
días que bien podría extraerse de un folletín rosa (palo). Porque la gran hija
siempre ha proyectado una sombra de superioridad, de discursos manidos, de
zapatos caros y poca empatía.
Le salió al paso el
nuevo PP, que son más de un almuerzo con hogaza dels Ibarsos que de una cena de
cocina de autor. Javier Moliner restó importancia a la adhesión de Andrea a la
causa fraterna pese a que él lo había prohibido.
Vino la pequeña Fabra a
presentar los presupuestos del Gobierno Rajoy para la provincia, lo hizo seis
después porque hasta el momento el nuevo jefe había pedido capitalizar el
protagonismo. Andrea forma parte de un pasado reciente y su gran mala suerte es
que las dos o tres comparecencias públicas que hace al año en Castellón siempre
estemos los pobres para preguntarle. Doy por hecho que el mal trago se le
compensará al ver la cuenta corriente, no es plato de buen gusto compartir
rueda de prensa con gente que busca titulares para llenar el estómago.
Ella va suelta contra
el viento, como Bataller que ha decidido alicatar el centro de Castellón, ese
cuyo comercio agoniza por el auge de los centros comerciales con aparcamientos,
cines y zaras, con nuevas zonas azules. Desde su desimputación el primer edil
ha relajado los discursos y las meteduras de pata, acapara fotos diariamente y
se curra la calle con oficio. Lo mismo que las primarias del PSPV donde la
noticia es que no la hay.
Los candidatos están
realizando una campaña de juego limpio y respeto, con igualdad de
oportunidades. Renau y Marco saben que un mal paso puede acabar en desastre y
acarician la alcaldía como unos visillos ligeritos, de esos que dejan entrar el
sol por el gabinete.
Artículo publicado en Las Provincias el 13 de octubre de 2014
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