lunes, 6 de octubre de 2014

Lluvia en los zapatos


La sensación de tener lluvia en los zapatos es la metáfora de la existencia, la incomodidad de la humedad que se cuela por los tobillos, de los calcetines pegajosos y los dedos fríos como un helado de vainilla. Ese es el malestar vivido por la tromba de corrupción que nos asola.

Igual que Neruda lamentó que podría escribir los versos más tristes en una sola noche, este artículo podría ser una retahíla de mangantes, una enumeración de canallas que se extienden como un chapapote sobre la dignidad de los tristes, los desencantados, los que sobreviven a la cabronada patria.

Las noticias, últimamente, deberían ir acompañadas de un antiinflamatorio para mitigar el cólico que provocan. Como el pastizal que los consumidores pagaremos por el proyecto Castor a uno de los tipos más ricos de España (cosas de las clases sociales) porque tanto el Gobierno zetapé como el de Mariano le han arreglado una paga extra que se podría destinar, por ejemplo, a fichar más jaguares con six-pack del estilo Ronaldo.

Cualquiera que se asomara al proyecto sabía que era un regalo envenenado, como cuando recibes un tarjetón de boda. Hemos pagado el cubierto, el traje y una vuelta al mundo bajo la excusa de crear puestos de trabajo. El Castor es otra de las mentiras que se alimentó al calor de la promesa de un imperio. Eso nos viene en el ADN, desde que Isabel de Castilla licuara el oro de América para vestir vírgenes. No aprendemos.

Lo peor es que los políticos se ríen en nuestra jeta. Nadie pierde elecciones y los Presupuestos Generales del Estado siempre invierten en lo mismo cada año: el AVE, los accesos al puerto, el parador turístico de Morella. Todo es cuestión de la artimaña de un titular, un castillo de fuegos con la pólvora mojada.
 

El Whatsapp debería crear un emoticono de sorpresa sólo para los ciudadanos de Castellón que seguimos siendo la provincia de las noticias tristes. Ahí está, sin ir más lejos, la decisión de la Audiencia de Castellón de aplazar el ingreso en la cárcel de Carlos Fabra en contra del acuerdo que existe entre todas las salas penales de España.

Hay quien cree que detrás hay política, obsequios en forma de auto. No lo descarto, pero subyace una guerra interna en la Audiencia porque los jueces también son personas y los magistrados tendrán pandillas, como en cualquier trabajo. El auto beneficia a Fabra pero, sobre todo, es una respuesta al presidente de la Audiencia, José Manuel Marco, quien consideró la decisión una metedura de pata. El mal rollo de los jueces no se resuelve a puñetazos, sino con sentencias. Los periodistas de Castellón hemos cambiado las redacciones por la puerta de los juzgados y por eso los empleados de la cafetería reservan bocatas para la prensa.

La semana también trajo la muerte de Miguel Boyer, más marido que exministro. Preysler es patrimonio de la provincia por su vinculación con Porcelanosa, que es una de las pocas cosas que nos salva de la ignominia. Los dueños de la empresa abrazaban a la viuda a las puertas del tanatorio y trasladaban la tristeza hacia la embajadora del azulejo, que es nuestra forma de vida.
 Artículo publicado en Las Provincias el 06 de octubre de 2014

No hay comentarios:

Publicar un comentario