La sensación de tener
lluvia en los zapatos es la metáfora de la existencia, la incomodidad de la
humedad que se cuela por los tobillos, de los calcetines pegajosos y los dedos
fríos como un helado de vainilla. Ese es el malestar vivido por la tromba de
corrupción que nos asola.
Igual que Neruda
lamentó que podría escribir los versos más tristes en una sola noche, este
artículo podría ser una retahíla de mangantes, una enumeración de canallas que
se extienden como un chapapote sobre la dignidad de los tristes, los
desencantados, los que sobreviven a la cabronada patria.
Las noticias,
últimamente, deberían ir acompañadas de un antiinflamatorio para mitigar el
cólico que provocan. Como el pastizal que los consumidores pagaremos por el proyecto
Castor a uno de los tipos más ricos de España (cosas de las clases sociales)
porque tanto el Gobierno zetapé como el de Mariano le han arreglado una paga
extra que se podría destinar, por ejemplo, a fichar más jaguares con six-pack
del estilo Ronaldo.
Cualquiera que se
asomara al proyecto sabía que era un regalo envenenado, como cuando recibes un
tarjetón de boda. Hemos pagado el cubierto, el traje y una vuelta al mundo bajo
la excusa de crear puestos de trabajo. El Castor es otra de las mentiras que se
alimentó al calor de la promesa de un imperio. Eso nos viene en el ADN, desde
que Isabel de Castilla licuara el oro de América para vestir vírgenes. No
aprendemos.
Lo peor es que los
políticos se ríen en nuestra jeta. Nadie pierde elecciones y los Presupuestos
Generales del Estado siempre invierten en lo mismo cada año: el AVE, los
accesos al puerto, el parador turístico de Morella. Todo es cuestión de la
artimaña de un titular, un castillo de fuegos con la pólvora mojada.
El Whatsapp debería
crear un emoticono de sorpresa sólo para los ciudadanos de Castellón que
seguimos siendo la provincia de las noticias tristes. Ahí está, sin ir más
lejos, la decisión de la Audiencia de Castellón de aplazar el ingreso en la
cárcel de Carlos Fabra en contra del acuerdo que existe entre todas las salas
penales de España.
Hay quien cree que
detrás hay política, obsequios en forma de auto. No lo descarto, pero subyace
una guerra interna en la Audiencia porque los jueces también son personas y los
magistrados tendrán pandillas, como en cualquier trabajo. El auto beneficia a
Fabra pero, sobre todo, es una respuesta al presidente de la Audiencia, José
Manuel Marco, quien consideró la decisión una metedura de pata. El mal rollo de
los jueces no se resuelve a puñetazos, sino con sentencias. Los periodistas de
Castellón hemos cambiado las redacciones por la puerta de los juzgados y por
eso los empleados de la cafetería reservan bocatas para la prensa.
La semana también trajo
la muerte de Miguel Boyer, más marido que exministro. Preysler es patrimonio de
la provincia por su vinculación con Porcelanosa, que es una de las pocas cosas
que nos salva de la ignominia. Los dueños de la empresa abrazaban a la viuda a
las puertas del tanatorio y trasladaban la tristeza hacia la embajadora del
azulejo, que es nuestra forma de vida.
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