sábado, 1 de noviembre de 2014

Quiero pedir perdón


Voy a pedir perdón. Es algo consustancial a mi personalidad, la disculpa como látigo a una forma de comportamiento adoctrinada por la culpa. Meses de terapia para esto, ya te digo. Los ingleses tiene siempre el ‘sorry’ en la punta de la lengua y yo en eso soy muy británico, porque uso el disculpa y perdón de forma indiscriminada.

Todo viene del síndrome de indefensión aprendida que está cosido a mi sombra desde siempre. Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. La complejidad del ser humano es así, pero yo al menos he avanzado porque tengo un diagnóstico y herramientas para superarlo.

Por eso quiero pedir perdón. Perdón por gustarme el deporte, por cuidarme. Tengo amigos a los que les gusta estar tirado en el sofá, taurinos, colegas que recorren kilómetros para ver un concierto, amigos que invierten horas y horas al día componiendo música. Tengo amigos que, incluso, les gusta vestir vírgenes (imágenes, claro) y las procesiones. Compañeros que pueden estar horas buscando el corte de la patata perfecta, los tengo también anclados en relaciones tóxicas y aburridas. A los que les gusta el bricolaje, o no salen si hay un partido de fútbol. Amigos que sólo tienen hijos o pareja.

Pero todo esto está bien. Lo malo es lo mío, lo sé y me lo recordáis todos los días. No tengo perdón pero lo voy a intentar: me arrodillo ante todos. Sé que está mal que cuide un poco la alimentación y que desayune. Ya, ya lo sé. Y que haga deporte una hora al día los siete días de la semana y, algún día, dos horas. Es horrible, lo sé.

Cuando la gente sabe que leo mucho y puedo pasarme tardes enteras leyendo o que una novela me puede durar dos días, no pasa nada. Incluso me admiran. Pero si inviertes un 4% del tiempo del día en hacer deporte: estás obsesionado, estás ciclado (ya me gustaría), eres aburrido. Lo sé, queridos, lo sé.

También me gusta ver películas, coleccionarlas. Pero mucho, mucho. Me gustan las series americanas y una vez me fui de una cena alegando dolor de cabeza para acabar de ver la quinta de Dexter. Me gusta comer y todo el mundo sabe que soy gordo, como ya escribí aquí mismo porque ser gordo es un estado mental. Me gustan las pizzas, la tortilla, las croquetas, la paella, una buena hamburguesa, el chocolate, pero también el brócoli (perdón), las judías con jamón (perdón), la ensalada (perdón), las espinacas (perdón). Me gusta lo dulce, lo salado, lo agrio…

Me gusta el sexo (sólo o acompañado), me gusta el vino blanco y no me gusta el güisqui. Me gusta la telebasura. Me gustan los postres. Me gusta gustar, escribir, leer revistas, leer periódicos. Pasear. No me gusta comprar ropa, ni la moda porque no tengo ni puta idea. Me gustaría que me gustara, como patinar.

Estoy obsesionado. Vosotros no, menos mal que todos sois normales y me ilumináis. Ya digo, perdón, perdón, mis disculpas. Sobre todo porque no lo siento.

2 comentarios:

  1. Soy una humilde lectora de tu blog y te perdono. Como corredora novata (y cada vez más enganchada a salir a trotar por los caminos), te entiendo. Yo también pido perdón por madrugar. Qué le voy a hacer, me gusta madrugar. Queda mejor ser un crápula trasnochador. Pero es que a mí me gusta madrugar. Me gusta leer y escribir en estas horas tranquilas en las que los demás duermen, después de un buen desayuno, antes de que las obligaciones del día me arrollen. Saludos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Saludos y gracias por ser una humilde lectora!!!!! A mi también me gusta madrugar y ver salir el sol

      Eliminar