lunes, 28 de abril de 2014

Las drogas son malas


De libros se ha hablado lo justito, la verdad. La noticia de la semana ha sido la historia de una foto que ha sacudido del revés la provincia. Empezó como mensaje de WhatsApp, vio la luz tras romperse las fronteras éticas del periodismo y concluyó con un vendaval enmarañado de listos, serpientes y relámpagos de espuma.

La foto es la que es. La del exconcejal de Nules José Vicente Adsuara quien acumulaba más cargos y entusiasmo que gomina. Su imagen preparando lo que parecían rayas de cocaína ha tenido consecuencias que han sobrepasado a su propio calvario. A él tres megapíxeles le capturaron en modo doloso pero la foto de marras ha acabado retratando a todo el mundo.

Conozco poco a Adsuara, aunque nos unen redes de amistades que me han ido contando la crucifixión por capítulos. No ha sido un asunto periodístico, sino de portería. Si algo ha tenido el edil ha sido ambición y enemigos, que es una mala combinación en política y esta semana el deporte ha sido disparar. Me conmovió la ingenuidad con la que el protagonista creyó que nadie iba a publicar la foto por las buenas relaciones con los medios de la provincia. Una vez la foto apareció bajo una treta noticiable, fue todo imparable: un incendio.

El exconcejal era una tromba de fiesta y representaba los excesos de la política como nadie. A veces uno muere por creerse quien no es, la verdad. Si la memoria no me falla, es el primer político de España que dimite por una foto privada en la que parece que está haciendo algo malo (básicamente para él mismo). Hay otras fotos comprometidas: la de Bermejo cazando con Garzón, al que le costó días dimitir, o Sonia Castedo de fiespijama con el jefe de ‘Brugal’ al que negó conocer y ahí sigue, dándoselas de rubia.

Pero no es lo mismo un ministro o una alcaldesa de baja por maternidad que un concejal de pueblo. Subrayo: un concejal de pueblo que tiene a su jefe en contra desde hace mucho tiempo. Me cuentan que con las redes escupiendo fuego se presentó en su casa el alcalde, Mario García, y Esther Felip, asesora y mano derecha de Moliner. Le dieron dos opciones: dimitir con el apoyo del partido o una expulsión deshonrosa (y optó por lo primero).

Hubo un momento en que Adsuara se sintió poderoso y poco menos que parecía trabajar en la Casa Blanca. El joven, con su vida convertida en un chiste de red social y el consecuente drama familiar que le ha acarreado el asunto ha optado por advertir: él también tiene fotos de mucha gente con momentos delicados. A las barricadas.

Sobre la foto caben dos posibilidades: que fuera verdad y el exresponsable de empleo estuviera preparando unos tiritos con el disfraz de pepero tras acudir a la procesión del Viernes Santo, o que fuera una broma, como él mismo defiende. En realidad, poco importa. Aquí se ha demostrado que ser y parecer, es lo mismo.

El rumor sobre los políticos siempre diverge en dos supuestos: o se drogan o tienen una vida sexual cuestionada. Son las dos únicas armas de patio de vecinas que iguala a los políticos con concursantes de Gran Hermano y los rumores siempre salen de su propio partido. Si todas las habladurías son ciertas, la debilidad se concentra en la casta política y no distingue de siglas.

Pero Adsuara no es Kate Moss y su caso ha cambiado la forma de entender lo público y privado. En EEUU si un político es infiel tiene que dimitir. Aquí eso se calla porque existe una garantía de respeto, al menos hasta ahora. Como en todos los culebrones pronto surgió la teoría de la conspiración y se asegura que la foto la filtraron sus propios compañeros en señal de venganza. A saber.

El expresidente de Nuevas Generaciones se parece a la palabra melancolía, trata de sobreponerse y puede que tenga mucho que largar. Lo cierto es que sean cuales sean las circunstancias, su candidez y torpeza han rebasado los límites y más que un problema político, le ha creado un problema familiar.

Ya digo que han pasado pocas cosas más: que el aeropuerto se podrá adjudicar a la empresa canadiense o que el camino dels Pelegrins opta a Patrimonio de la Humanidad. Pero ha sido lo de menos. Las drogas son malas, aunque sean de mentira, y el crepúsculo es algo que se dibuja en cualquier momento.
Artículo publicado en Las Provincias 28-abril-2014

martes, 22 de abril de 2014

Soy lo que he leído


Soy lo que he leído. Más incluso de lo que he vivido y recuerdo grandes acontecimientos de mi vida con un libro en mis manos. Quizá el ejemplo más evidente sea una tarde de tormenta de agosto, no hará ni tres años, cuando estaba intentando entender Hamlet por mi cuenta cuando sonó el teléfono.

En aquella rara tarde de verano el teléfono gritó para anunciar desde el hospital la muerte anunciada de un ser querido. –Nos han dicho que no hay nada que hacer, tres meses como mucho. Y lo recuerdo como un momento trágico e insólito a la vez, cuando alcanzaba el ‘ser o no ser’ y dejé resbalar el libro.

Todos los amores, el sexo, la amistad, los trabajos, los despidos, las alegrías y las decepciones las recuerdo por qué estaba leyendo en ese momento. Por eso explico esta lista de mi vida. No es una recomendación, en un repaso a mi existencia y a la sensación antigua de que cada vez cuesta más encontrar un libro que te cambie la vida. No son los mejores, son los míos. Ahí va.

  1. Stephen King: Misery, El resplandor, It. Son los libros de mi adolescencia cuando todo cambia. Novelas aparentemente sencillas pero que no lo son y que me siguen llevando a cuando ir en bici no era una moda, sino una alternativa. Estos libros y Manolito Gafotas forman parte de mi educación.
  2. Isabel Allende: Paula. Recuerdo que lo leí una Semana Santa de los 90 y, no sé por qué, empecé a leerlo en voz alta ante mi madre que acabó por apagar el fuego de la cocina para empezar a llorar. Recuerdo un capítulo que empieza con “anoche Paula vino a mi cuarto”. Ese fue el principio de mi obsesión por los escritores englobados en el realismo mágico: García Márquez, Vargas Llosa y de ellos a Silvina Ocampo, Gabriela Mistral, Dulce María Loinaz…
  3. Carmen Rigalt: Mi corazón que baila con espigas. Fue la primera novela adulta que leí, donde una mujer cuenta a través de lo cotidiano que está siendo infiel a su marido con Leo, un hombre que la martiriza, lo que fue un pronóstico. Además me llevó a Neruda.
  4. Mario Puzo: El Padrino. Es mi película favorita. Las tres. Por eso empecé la novela con miedo a la decepción y fue todo lo contrario.
  5. Lucía Etxebarria: Amor, curiosidad, prozac y dudas. Fue un regalo de mi cumpleaños de los 17 años y una forma distinta de descubrir cómo se podían contar las cosas. No es un gran libro, la verdad, pero descubrí que la literatura podía ser erótica y absurda. Por aquel entonces vivía una historia llena de encuentros horizontales que eran como ir a una guerra y se parecían mucho a la novela.
  6. Almudena Grandes: Los aires difíciles. No es su mejor novela, pero sí la que más impresionó por algo absurdo: en ella los personajes crean su propia familia tras varias catástrofes. Juan Olmedo y Sara Gómez siguen viviendo en algún sitio donde sopla el Levante. Gracias a ella encadené varios libros de Galdós.
  7. Juan Marsé: Si te dicen que caí. Es posiblemente mi escritor favorito y sus libros, como los de Almudena, son un acontecimiento en mi vida.
  8. Rosa Montero: Lágrimas en la lluvia. Esta novela de ciencia ficción debería ser obligatoria para vivir. Basada en una de mis películas favoritas ‘Blade Runner’ (a su vez basada en un relato corto de Philiph k. Dick) te sacude por dentro y todavía la sigo regalando por todo lo que significa, así como ‘La ridícula idea de no volver a verte’.
  9. Emily Brontë: Cumbres Borrascosas. Lo empecé con pereza porque no tenía ni idea de qué iba a encontrar y se acabó convirtiendo en el libro que me hubiera gustado escribir.
  10. Truman Capote: Otras voces, otros ámbitos. Fue su primera novela y la escojo por la influencia que tuvo en mi vida. Más tarde llegó todo el resto, como ‘A sangre fría’. Capote y Tenneesse Williams están en mis altares.
  11. Carmen Martín Gaite: Entre visillos. Descubrí a Martín Gaite en la radio y sigo releyendo sus novelas de forma aleatoria, como Caperucita en Manhattan o Nubosidad Variable.
  12. Dostoyevski: Crimen y Castigo. Al igual que con Plenilunio de Muñoz Molina, las dos novelas han conseguido perturbarme y no dejarme dormir, ni siquiera siestas. Es un libro aparentemente aburrido pero que puede desquiciar a cualquiera, como el Drácula de Bram Stoker o Frankenstein de Mary Sally.
  13. Harper Lee: Matar un ruiseñor. Un libro que alguien olvidó en un autobús y que ya he leído tres veces.
  14. Nabocov: Lolita. Nunca un libro me produjo tal rechazo y fascinación. Debe ser el hecho de que el protagonista se enamora de una niña pero lo cierto es que dio la vuelta al sur de mi cuerpo.
  15. Torrente-Ballester: Los gozos y las sombras. Igual que con Galdós, empecé a leer esta trilogía por puro aburrimiento (no había libros en casa) y acabó siendo parte de un invierno inhóspito.

lunes, 21 de abril de 2014

Sobredosis de torrijas


Aterrizó (es un decir) esta semana en Castellón el fiscal general del Estado, Eduardo Torres-Dulce, para dar una conferencia. El jefe de los fiscales podría ser el heredero de un imperio de magdalenas con ese nombre, pero su vida ha corrido por otros derroteros. Hay gente que escapa a su apellido, verbigracia, y otros que cumplen con el oficio marcado por un nombre, como Pertegaz que nació con nombre de etiqueta o García Márquez de genio.

Torres-Dulce llegó convocado por el Foro Cívico que es como el FIB pero en charlas, y bajo su mecenazgo han pisado el casino de Castellón desde ministros a Aznar. El colectivo siempre convoca a los medios pero en muchas ocasiones la convocatoria se ciñe a una foto apresurada por la calle, como un posado playero de Anita Obregón, y ni hay declaraciones ni se puede entrar a la conferencia. Es el absurdo: convocar a los medios para no atenderlos, pero es lo que hay.

Es lo que viene siendo en el argot periodístico hacer puerta para nada. El fiscal general llegó con Fabra (Alberto) que tampoco dijo ni mú. Ni preguntas, ni respuestas, ni una botellita de gua. Pero que llegue alguien con renombre a la provincia ya es noticia ya que como mucho te puedes encontrar a los padres de la Campanario comprando un cupón o al reconocido estilista Juan Miguel (ex de Karina y hermano de Francisco Martínez) como jurado del concurso de paellas de Vall d’Alba.

Ese el ‘star system’ de la Plana. Ese y el actor Miguel Ángel Silvestre que patina por el Grao y se hace fotos en contra de las prospecciones en Columbretes. Torres-Dulce habló de la infanta (Cristina), de la corrupción y de la teoría judicial. Un rollo. Fabra puso cara de entenderlo todo mientras soportaba el calor de un abril que parece agosto. Un sofoco.

Menos mal que nuestros políticos disfrutan de sus merecidas vacaciones que a mí, humildemente, me tenían preocupado por esa sobrecarga. No es mi caso, yo no me muevo de aquí y alivio la inmovilidad con torrijas. En Castellón no es típico comer torrijas por Semana Santa, sino monas de Pasqua, pero en la cuestión postre soy muy tolerante y estoy abierto a todas las culturas y fiestas. Es lo que tiene vivir en una dieta permanente, que te la saltas también de forma permanente.

También Calles ha tenido su cuota esta semana. Como tránsfuga que es (por mucho que le moleste) se ha decidido que no tendrá ni asesor, ni aportación económica extra. El exsocialista mostró su felicidad porque, dijo, por fin podrá volver a ser concejal y podrá intervenir en plenos y alguna comisión, lo que nos hará estar pendientes a su nueva labor.

Castellón es así. De ahí que el jueves el Ayuntamiento de Castellón celebrara un penitente pleno. O sea, se habló de muchas cosas importantes y centradas en el día a día de la ciudad. Por ejemplo: de la posibilidad de una tercera república (con salidas de tono y desfases) o de la persecución de los gays en Uganda. Ese fue el panorama.

La única maniobra de coherencia vino de la mano de Enric Nomdedéu. Compromís había presentado una moción para rechazar de manera formal a los tránsfugas. No obstante, este punto del día daba bola a Calles para explicarse y seguro que hubiera acabado por entonar de nuevo el victimismo. De ahí que Nomdedéu, que siempre tiene claras las juagadas con antelación, retirara su protesta formal. No hay mayor desprecio que no hacer a precio. Calles parecía atento, pero su papel sigue siendo el de una rima asonante. El trinque es una adjunción, la suya.

Hablando de pasta. La Diputación cuenta con un nuevo asesor. Se trata del alcalde de Benassal, Baudilio Martínez, quien asume ahora la gestión de la marca ‘Castellón, ruta de sabor’. Se trata de la estrella de la institución para convertir a Castellón en algo más que una provincia con un aeropuerto sobre la peineta para dar paso a la gastronomía como futuro cosa que, por otro lado, siempre se había hecho.

La marca, impulsada por Javier Moliner, ha conseguido ilusionar al sector de restaurantes y productores de materias primas bajo un paraguas común. Conquistar por el estómago al precio que sea. En eso Javier Moliner y yo siempre estaremos de acuerdo.
Artículo publicado en Las Provincias, 21 de abril de 2014

lunes, 7 de abril de 2014

Las nanas de la cebolla


La primera vez que me encontré con Calles acabé vomitando. Y tras este enigmático principio me veo en la obligación de contextualizar ya que, vistos los antecedentes del ya exsocialista, habrá gente que piense que nos picamos a base de chupitos de Jägermaister, pero no.

Era otra época y Calles era subdelegado del Gobierno. Una época llena de chorradas, claro, porque la brillante idea del entonces jefe de la seguridad fue presentar una nueva embarcación de la Guardia Civil y ofrecer la rueda en alta mar y sin avisar. De ahí que los becarios de entonces acabáramos mareados por el oleaje mezclado al olor a puerto y la rueda de prensa tuviera un triste final.

Era otros tiempos, ya digo. Entonces Juan María Calles era un primer espada de la política entrado en kilos y que se sacudía la caspa a base de cifras y hablar de consenso. Zapatero gobernaba en Madrid, Calles exhibía su sectarismo con ciertos medios y el tiempo pasaba para todos.

Luego se atrevió a dar el salto a la candidatura a la alcaldía ante Alberto Fabra en 2007. Su campaña fue brillante. El ‘Ciudadano Alberto’ se enfrentó a ‘Calles Sí’ con un simple CS, como las matrículas de los coches de Castellón.

Calles recuperó a parte del socialismo pero el entusiasmo le duró poco porque hay algo más complejo que la física cuántica y es entender a la ejecutiva socialista de la capital de la Plana. En ella las familias se reparten el poder, como en la Edad Media, y todos quieren mandar. Es un retablo tan complicado que necesitarían tres páginas de la Wikipedia.

Y después de todo, Calles ha dejado el PSPV y se convierte en tránsfuga y en ganador del último premio de poesía Miguel Hernández, casi nada. En su despedida el concejal más triste de la historia cantó sus propias ‘Nanas de la Cebolla’, acusando a la actual portavoz, Amparo Marco, de haber iniciado una campaña de desprestigio hacia su persona.

Eso y que pidió primarias. Olvidó Calles todas las zancadillas que puso en su día a Sofia Fernández a la que ni siquiera le permitieron recoger avales para enfrentarse al excandidato. También olvidó que los cubatas no se los sirvió Marco y a los que no han querido condenar los hechos se les olvida que son unos sinvergüenzas, sean del color político que sean.

En España hay una gran tolerancia respecto a la corrupción incluso hacia los que juegan con la vida de los demás. Por encima de la decencia y la ley están los partidos y las estrategias.

Pero lo más inesperado ha sido que el transfuguismo de Calles tras ser condenado por conducir triplicando la tasa de alcoholemia ha despertado todos los monstruos del PSPV de la capital. Ya digo que sería largo de contar, pero todos los enemigos del exsocialista han apostado por no condenar su actitud y empezar al ataque contra Amparo Marco. Antonio Lorenzo y Francisco Toledo podrían disputarle la plaza a la portavoz.

Daniel Gozalbo, Subías o Clara Tirado ya están jugando a la estrategia. Que no se diga. La última reunión en 2011 para crear las listas tuvo que aplazarse dos días y el propio Alarte tuvo que presentarse en persona para que hubiera paz. Son una familia mal avenida donde los odios se tejen desde hace décadas. Como en Puerto Hurraco, pero sin llegar a tanto.

Desde el secretario general de la ejecutiva hasta los dinosaurios del socialismo. Calles se ha ido pero la inmensa mayoría ya estaban cuando él llegó. El revanchismo, los egos y las divisiones vislumbran una nueva guerra civil en las filas del PSPV. Ximo Puig apuesta por ponerse de perfil, imagino, intentando mediar. Pero han empezado los tambores de guerra.

Ya ocurría con las monarquías absolutas, cuando los nobles y los obispos jugaban con los reyes simplemente para gobernar ellos. La estrategia cainita se aposenta sobre terreno abonado y al PP se le escapa la risa por debajo de la barba. Lógico. Hasta le cedieron hueco en su agenda pública al poeta para que explicara su decisión, lo que retrata a todo el mundo. Aquí primero se brinda y ya luego se piensa.
Artículo publicado en Las Provincias, 7 de abril 2014