De libros se ha hablado
lo justito, la verdad. La noticia de la semana ha sido la historia de una foto
que ha sacudido del revés la provincia. Empezó como mensaje de WhatsApp, vio la
luz tras romperse las fronteras éticas del periodismo y concluyó con un vendaval
enmarañado de listos, serpientes y relámpagos de espuma.
La foto es la que es.
La del exconcejal de Nules José Vicente Adsuara quien acumulaba más cargos y
entusiasmo que gomina. Su imagen preparando lo que parecían rayas de cocaína ha
tenido consecuencias que han sobrepasado a su propio calvario. A él tres
megapíxeles le capturaron en modo doloso pero la foto de marras ha acabado
retratando a todo el mundo.
Conozco poco a Adsuara,
aunque nos unen redes de amistades que me han ido contando la crucifixión por
capítulos. No ha sido un asunto periodístico, sino de portería. Si algo ha
tenido el edil ha sido ambición y enemigos, que es una mala combinación en
política y esta semana el deporte ha sido disparar. Me conmovió la ingenuidad
con la que el protagonista creyó que nadie iba a publicar la foto por las
buenas relaciones con los medios de la provincia. Una vez la foto apareció bajo
una treta noticiable, fue todo imparable: un incendio.
El exconcejal era una
tromba de fiesta y representaba los excesos de la política como nadie. A veces
uno muere por creerse quien no es, la verdad. Si la memoria no me falla, es el
primer político de España que dimite por una foto privada en la que parece que
está haciendo algo malo (básicamente para él mismo). Hay otras fotos
comprometidas: la de Bermejo cazando con Garzón, al que le costó días dimitir,
o Sonia Castedo de fiespijama con el jefe de ‘Brugal’ al que negó conocer y ahí
sigue, dándoselas de rubia.
Pero no es lo mismo un
ministro o una alcaldesa de baja por maternidad que un concejal de pueblo.
Subrayo: un concejal de pueblo que tiene a su jefe en contra desde hace mucho
tiempo. Me cuentan que con las redes escupiendo fuego se presentó en su casa el
alcalde, Mario García, y Esther Felip, asesora y mano derecha de Moliner. Le
dieron dos opciones: dimitir con el apoyo del partido o una expulsión
deshonrosa (y optó por lo primero).
Hubo un momento en que
Adsuara se sintió poderoso y poco menos que parecía trabajar en la Casa Blanca.
El joven, con su vida convertida en un chiste de red social y el consecuente
drama familiar que le ha acarreado el asunto ha optado por advertir: él también
tiene fotos de mucha gente con momentos delicados. A las barricadas.
Sobre la foto caben dos
posibilidades: que fuera verdad y el exresponsable de empleo estuviera
preparando unos tiritos con el disfraz de pepero tras acudir a la procesión del
Viernes Santo, o que fuera una broma, como él mismo defiende. En realidad, poco
importa. Aquí se ha demostrado que ser y parecer, es lo mismo.
El rumor sobre los
políticos siempre diverge en dos supuestos: o se drogan o tienen una vida
sexual cuestionada. Son las dos únicas armas de patio de vecinas que iguala a
los políticos con concursantes de Gran Hermano y los rumores siempre salen de
su propio partido. Si todas las habladurías son ciertas, la debilidad se
concentra en la casta política y no distingue de siglas.
Pero Adsuara no es Kate
Moss y su caso ha cambiado la forma de entender lo público y privado. En EEUU
si un político es infiel tiene que dimitir. Aquí eso se calla porque existe una
garantía de respeto, al menos hasta ahora. Como en todos los culebrones pronto
surgió la teoría de la conspiración y se asegura que la foto la filtraron sus
propios compañeros en señal de venganza. A saber.
El expresidente de
Nuevas Generaciones se parece a la palabra melancolía, trata de sobreponerse y
puede que tenga mucho que largar. Lo cierto es que sean cuales sean las
circunstancias, su candidez y torpeza han rebasado los límites y más que un
problema político, le ha creado un problema familiar.
Ya digo que han pasado
pocas cosas más: que el aeropuerto se podrá adjudicar a la empresa canadiense o
que el camino dels Pelegrins opta a Patrimonio de la Humanidad. Pero ha sido lo
de menos. Las drogas son malas, aunque sean de mentira, y el crepúsculo es algo
que se dibuja en cualquier momento.
Artículo publicado en Las Provincias 28-abril-2014
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