lunes, 23 de junio de 2014

Los reyes del mambo

Ha hecho falta que Juan Carlos I abdique para que sepamos qué hacen nuestros diputados y senadores. Hablo de los de Castellón, claro, que informaron móvil en mano de su presencia en el Congreso el día de la Coronación. Como las señoras que saludan desde la tele, nuestros representantes se hicieron ‘selfis’ para captar el momento histórico.

Susana Ros, por ejemplo, se vistió de rojo capote volviendo a demostrar que su labor de oposición no está reñida con tener un fondo de armario que ya quisiera Letizia. Ros se fotografió con Ximo Puig y Enrique Navarro, pesos pesados del socialismo en la provincia y que llevan en la cosa pública más tiempo casi que el Borbón saliente.

Por el lado del PP también hubo derroche de megapíxel. Andrea Fabra (de su propia dinastía) y Ascensión Figueres se vistieron de verde lechuga, kiwi o pistacho (yo de moda no sé) y Manuel Altava se retrató como un turista ante La Gioconda. Que se note que todos son de provincias.

A mí es lo que más me sorprendió del acto, la verdad. Cada provincia tiene sus monarcas, y ellos eran los reyes del mambo. Ya lo de las vacaciones, los sueldazos o el que algunos no contesten cuando un tema afecta la provincia me produce la misma sensación que una anestesia bucal. Eso y que, en definitiva, todos hubiéramos hecho lo mismo. Lástima que Ikea no se haya inaugurado en Castellón, así ya tendría el sainete completo: unos haciéndose fotos bajo la sombra de Felipe VI y otros montando sillas, para que luego digan que la política es aburrida.

Están las familias reales y las reales familias. La del PP de Castellón ha celebrado un acto para suplir la ausencia de Bonig, que ha dado el salto a coordinadora de todos los populares valencianos. El pequeño gran hombre Miguel Barachina ha sido el elegido, como ya se sabía. Hubo gente que se empeñaba en decir que era el mejor situado en las quinielas, pero la evidencia siempre se impone a los sondeos.
Barrachina es un tipo cercano que de un plumazo se ha convertido en el hombre fuerte de Castellón. No sólo es la mano derecha de Moliner en la Diputación, también en el PP. Son ya un tándem unido, como Alonso Quijano y Sancho Panza, como los Brangelinos. Su nombramiento supone otra patada en la espinilla al armario de los fantasmas de la otra era, la de hace tres años.

El secreto de Moliner es que ha podido renovar el partido desde las uñas de los pies, y así cualquiera. Pero parece ser que las renovaciones funcionan si nos atenemos a las elecciones Europeas y a la Selección. Las nuevas generaciones venden: ahí tienen a Chabelita, José Fernando o el propio Froilán Maricahalar, estamos salvados.

Otro de los grandes momentos de la semana ha venido servido de Alfonso Bataller, el alcalde de la capital, quien en el debate sobre el estado de la ciudad (a pretensión no nos gana nadie) se autoproclamó patrón de un barco. Las metáforas son peligrosas, pero en boca de Bataller, más. La respuesta estuvo servida: la oposición comparó su gestión con el Titánic en cuestión de segundos.

El primer edil asegura que su política está permitiendo reactivar la economía de la ciudad mientras en todos los plenos acude un colectivo a protestar, que acaba siendo desalojado. Es un clásico: el patinazo verbal y la protesta se unen de la mano en los últimos meses.

Castellón ha renunciado a su Ciudad de las Lenguas, pero se ha decidido que de forma temporal se mantiene el proyecto en el Centro de Turismo del Grao. La intención es que los turistas ya puedan estudiar idiomas este verano, la lástima es que no sabemos nada más y el verano ya ha llegado.

Verano es sinónimo de festivales, por cierto. La organización comunicativa de dos de los grandes (Arenal y FIB) está adoleciendo ciertas carencias para los periodistas que tratan de cubrir los eventos musicales: convocatorias para anunciar carteles pero fechadas para cuando el festival ya ha acabado o ruedas de prensa de las que te avisan una hora antes. La música amansa a las fieras, pero no a los periodistas que a falta de una buena sintonía siempre estamos dispuestos a asestar un navajazo en forma de crónica.

Artículo publicado en Las Provincias, 23 de junio de 2014

lunes, 16 de junio de 2014

Lágrimas en la lluvia


Tengo la firme teoría de que la mayoría de los comportamientos del ser humano responden al hecho de ser mortales. La vida es finita y eso mueve nuestra voluntad: tener un hijo, plantar un árbol, escribir un libro o colocar una placa, todo vale. El drama de la muerte nos lleva a intentar escapar de ella enamorándonos, hipotecándonos, trabajando, viajando y todos los gerundios de la monotonía: entretenerse.

En realidad los humanos y los replicantes de ‘Blade runner’ vivimos con la misma asfixia. Ellos saben qué día acaba su vida y nosotros no, de ahí que soñemos con poder ser felices. Por eso todos, de algún modo, querríamos pasar a la posteridad por la puerta grande. Es hora de morir.
 
Pues como en la peli de Ridley Scott, yo he visto cosas que vosotros no creerías. Empiezo por el principio: el alcalde de un pequeño pueblo de la provincia, Benlloch, saltaba a la actualidad por retirar las placas con nombres de políticos corruptos de los edificios municipales. El Ayuntamiento acompañaba el anuncio con la foto del alguacil del pueblo, con un pitillo adjuntado al bies del bigote, retirando placas.


El alguacil de Benlloch
 
Con esa decisión Carlos Fabra y Rafael Blasco perdían honores. El alcalde de la localidad en la que, por cierto, también se ubica en parte el aeropuerto, Ángel Ribés, daba un golpe de efecto y encendía la mecha al socialismo provincial, que seguía hasta el momento en el limbo de si Monarquía o República.

El primer edil de Benlloch decía que ningún político merece una placa por inaugurar un edificio ya que los cargos son sólo gestores y estos servicios se ponen en pie con el esfuerzo del contribuyente. Una lógica cercana a la tendencia Podemos. Enseguida salió Colomer, líder del socialismo de Castellón, a sumarse a la causa.

Y el guante lo recogió Moliner, que suele hacerlo pero para dar una bofetada. Dijo el presidente de la Diputación que él no va a encargar un cuadro con su imagen para decorar el palacio de las Aulas, sede de la entidad provincial. “No soy un hombre de placas”, dijo. Pero tampoco va a retirar lo que ya está hecho por respeto y por admiración a los 52 presidentes que le preceden. Fue una respuesta muy de EEUU.

Moliner, en esa sencillez de chico de pueblo amante del buen pan, aprovechaba para volver a dejar su huella. La polémica ha permitido visualizar lo que a casi todos nos había pasado desapercibido: el legado de Carlos Fabra en la provincia es mayor que el de Juan Carlos I (si nos ponemos a sumar placas).

Porque Fabra tiene cuadros (y tuvo retratistas de cámara), tiene placas y hasta una plaza en Villahermosa con su nombre. Por no hablar de la estatua del aeropuerto que aunque siempre se ha negado, está inspirada en el exlíder provincial.

Hablando de placas. Francisco Martínez también ha sido noticia pero otra vez por dejar un cargo. Con la investigación de la depuradora pegada como una sombra cosida a sus pasos, ahora el alcalde de Vall d’Alba tampoco es vocal de la Epsar (Empresa Pública de Saneamiento de Aguas Residuales) desde el pasado 3 de junio.

Desde que Moliner le desposeyera de la confianza, Martínez no gana para disgustos. El diputado ya no gestiona las infraestructuras y de ahí que ya no figure en esta empresa y que sea Héctor Folgado quien le sustituya. Lo mismo ocurrió con Aerocas, de donde también fue apartado hace unas semanas.

Moliner tiene una intuición infalible y por eso ha firmado un convenio de apoyo al sector del mueble del Maestrat con toda Valencia expectante con Ikea. Algo parecido pasó en Castellón cuando abrió El Corte Inglés y hubo gente que pasó la noche velando la inauguración. Son provincias hermanas y aunque a veces vayan de modernas, el catetismo nos une más que la paella (y ya es decir).

Por cierto que Folgado se ha topado con la justicia. Después de acusar al alcalde de Vila-real de gastar dinero público en cosméticos, el primer edil le ha respondido con una demanda contra su honor. En la refriega política se dicen cosas más graves, por lo que es muy posible que el asunto no llegue a nada pero ambos saben que a todo el mundo se le recuerda por una anécdota y a los políticos, más. La operación Ambipur centrará lo que queda de campaña.

El equipo de gobierno trata de recordar los desmanes del anterior alcalde bajo las siglas del PP para contrarrestar el asunto de las cremas que acabaron siendo ambientadores. Y así siempre. Al final todo se perderá, como lágrimas en la lluvia.

Artículo publicado en Las Provincias, 16 de junio de 2014
 

 

lunes, 9 de junio de 2014

La generala


Castellón sigue su conquista. Esto es una cosa que pone nervioso a más de uno, pero nunca la provincia había tenido tanto político en la cúspide. En la última sacudida (ya van mil) del PP en la Comunitat, Alberto Fabra ha apostado por un recambio en el páncreas del partido. Y es Isabel Bonig.
 
 

Bonig es la generala. A ella le gusta ser apodada Isabel la Católica o la Thatcher valenciana, pero en realidad, que uno se ponga su propio mote no tiene gracia. Es como si yo digo que soy el Hugh Jackman de la Plana. No cuela: ni tengo sus abdominales ni ella es la líder del Partido Conservador.
 
 
Pero al tiempo. Fabra ha vuelto a seguir el camino que otros le han indicado porque la elección de la consellera para sustituir a Serafín Castellano ha sido guiada por Génova y a ello se le une que también Císcar ha sido cambiado por María José Catalá. Hoy en día, cualquiera de las dos podrían heredar el PP en caso de catástrofe, pero la exalcaldesa de la Vall tiene más papeletas.

Me remonto. Isabel Bonig era una afiliada de base del PP de uno de los pueblos donde el socialismo arrasaba siempre y donde el electorado siempre ha sido proclive a votar a Esquerra Unida. Bonig se metió en el bolsillo a Carlos Fabra y se apostó por ella, que en realidad no era nadie, para encabezar un cartel electoral.

Era la campaña electoral de 2007 y, por cosas del destino, tuve que entrevistarla como candidata. Su discurso de entonces era el mismo de ahora: se calificaba orgullosa de ser de derechas, se definió como hincha del PP, pese a que su familia era de izquierdas, y disparó a su contrincante con tanto acierto que le ganó la mayoría absoluta y la sensación arrolladora del aire fresco.

Hasta entonces se había estado preparando las oposiciones para ser jueza, pero se encallaba en los exámenes y se inclinó por la política. Para ello se contrató a una agencia de comunicación que preparó varias jugadas maestras. Tras su apabullante éxito la agencia creyó que tenían parte del mérito, pero fracasaron con otros candidatos posteriores porque el efecto Bonig era no parecer una política.

Su amor por el liberalismo (estaba muy leída) y por la figura de Thatcher la llevó a privatizar el servicio de limpieza de basuras. En la Vall d’Uixó, hasta su llegada, los basureros eran funcionarios y durante años de gobierno socialista había una red clientelar de empresas públicas para todo. Le costó una huelga y no sólo acabó ganando, sino que se cargó a los concejales que no estaban a la altura.

En pocos meses supo hacer valer su mandato: ella no le debía nada a nadie y se lo dejó claro a Carlos Fabra por lo que no tenía que seguirle el juego. Eso le valió más tarde la recompensa de Javier Moliner ya que fue de las únicas que le plantó cara.

Bonig sí se parece en algo a la reina de Castilla: tiene ambición y las ideas claras. La reina Católica aprovechó la debilidad de su hermano Enrique para ganarse el cariño del pueblo y la legitimidad del reinado frente a Juana la Beltraneja, auténtica sucesora al trono. Isabel I fue abrazada por un pueblo harto de memeces, hambre y desmanes de los monarcas y acabó conquistando el reino nazarí de Granada a costa, incluso, de los intereses de su marido y su reino, Fernando de Aragón.
 

Y en realidad, los partidos siguen funcionando como cortes de la Edad Media, así que ojito. La generala está esmaltada de sonrisas, abrazos y don de gentes y ha conseguido que los principales valores del PP, los de hace mil años y los de ahora, le den el visto bueno. La comida en la que salió reforzada recuerda mucho a los acuerdos de Guisando, no digo más. Todo el mundo queda avisado.

Porque Isabel Bonig va a ganar la partida, como se adivina después de que en dos legislaturas haya pasado de ser una afiliada más a secretaria general. Si en 2015 el PP revalida la mayoría absoluta, ella tendrá gran parte del mérito y la puerta de Madrid se abrirá. Si pierden, asumirá la derrota pero peleará por el mando.

Bonig sabe que las grandes mujeres de la historia, desde Thatcher a Isabel de Castilla, pasando por Marie Curie tuvieron algo en común: todos las infravaloraban y esa fue la clave de su éxito. 

Artículo publicado en Las Provincias 9 de junio de 2014

martes, 3 de junio de 2014

Escribir no engorda

Dedicado a mi hermanita Rosabel con la que cada tostonazo es una fiesta

Cada vez que veo en el horizonte de la semana un sarao arrastro la ilusión de llenar este espacio. Portátil, libreta y chaqueta por si refresca al salir: mi uniforme de batalla. De ahí que me fuera tan contento a la merendola que el Consell preparó para la puesta de largo del aeropuerto para retratar el momento más de tres años después de la primera inauguración y más de diez años después de la primera piedra.
Entre medias hemos asistido a decenas de inauguraciones de tramos de carretera, anuncios y varias toneladas de despropósitos. El acto no fue de oropel y a veces gestionar la decepción es complicado porque todos esperábamos un plan de vuelos, rutas concretas, maletas, fingers y puertas de embarque funcionando a todo trapo.
La presentación corrió a cargo de los jefazos de Lavalin, la multinacional canadiense que asume no sólo conseguir vuelos para Castellón, sino cambiar la imagen de la obra más conocida desde las pirámides de Egipto y para ello si hace falta la estatua homenaje a Carlos Fabra se dejará para chatarra. Eso no lo dijeron así, pero casi.
Los señores canadienses explicaron su modelo de gestión y atendieron a los medios con una cordialidad desconocida. En diez años esperan tener beneficios pero mientras tanto, los primeros nueve años, pedirán la subvención de 24 millones prevista por el Consell y “antes de que llegue Papa Noél, habrá un avión aterrizando en la provincia”.
Antes de que el señor Rusell (alias Mister Lavalin) trazara en un gráfico el futuro, el Centro de Turismo de Castellón se llenó como una noche de ópera veneciana pero en versión cuadro flamenco. Llegó toda la provincia a sentar su culo en los asientos y sólo se levantaron cundo hicieron acto de presencia todos los consellers que acompañaban a Fabra.
En todos los actos políticos, como si fuera una misa, el público se levanta ante la llegada del líder. Mister Lavalin no recurrió ni a un video, hablaba en francés y en dólares canadienses y expuso en cuatro trazos el final feliz del aeropuerto del abuelito. Por cierto que de Carlos Fabra, ni rastro. Sí estaba José Císcar que, en definitiva, ha sido el punto de cordura en el aeropuerto. El todavía presidente de Aerocas ha dirigido la negociación con una eficiencia insólita en la vida pública y ha aguantado reproches por todos lados.
 Isabel Bonig abrazando como una matrona, Máximo Buch, siempre correcto vestido de entrega de premios y Asunción Sánchez Zaplana con su cara de serie. También el alcalde de Castellón quiso tomar la palabra, pero ni siquiera sé lo que dijo.
La discreción de la dirección de la multinacional no quedó eclipsada por los discursos políticos. Ni Javier Moliner ni Fabra tuvieron su mejor día, agotados tal vez de tanto palique e ingenio en campaña. El acto fue tan raro que los medios de comunicación confundimos a Daniel Marco, secretario autonómico de Turismo, con un azafato contratado para presentar el acto.
Dijo Fabra que se escribía una página histórica para la provincia y la Comunitat. En realidad lo leyó porque se dejó el discurso en el atril y le pude echar un ojo al acabar el acto en busca de algún mensaje secreto. Hubo un momento espeluznante porque empecé a pensar que ya no íbamos a caber en la provincia. Más de un millón de pasajeros al año, el AVE, los cruceros… No hay tierra para tanto.
Mister Lavalin quiso saber las inquietudes de los medios y adosado a una traductora  soportó con estoicidad las preguntas oportunas y las tonterías, porque nos faltó preguntarle por su color favorito (no todos los días el dueño de una multinacional se nos pone a tiro de micro). Enseguida comenzaba la merendola para alcaldes, empresarios y gente bien. Vi bolas de parmesano, gambas y copas de vino pasando a lo lejos sentado en un banco escribiendo la crónica. Escribir no engorda, pensé. El acto, ya digo, se disfrazó de austeridad pero comida hubo de sobra.
Los canadienses ya han elegido al equipo que dirigirá la base castellonense y dejaron claro que ahora mandan ellos (tonterías ni una). El ya director del aeropuerto ha trabajado 20 años en la base de Niza y diez años en la de Estrasburgo y la empresa le ha encargado que ponga orden y éxito. ¿Qué opina de la infraestructura?, preguntamos. “Tiene unos equipos informáticos envidiables”, contestó. No hay nada más que decir. 
Artículo prublicado en Las Provincias 02 junio 2013