Dedicado a mi hermanita Rosabel con la que cada tostonazo es una fiesta
Cada vez que veo en el
horizonte de la semana un sarao arrastro la ilusión de llenar este espacio.
Portátil, libreta y chaqueta por si refresca al salir: mi uniforme de batalla.
De ahí que me fuera tan contento a la merendola que el Consell preparó para la
puesta de largo del aeropuerto para retratar el momento más de tres años
después de la primera inauguración y más de diez años después de la primera
piedra.
Entre medias hemos
asistido a decenas de inauguraciones de tramos de carretera, anuncios y varias
toneladas de despropósitos. El acto no fue de oropel y a veces gestionar la
decepción es complicado porque todos esperábamos un plan de vuelos, rutas
concretas, maletas, fingers y puertas de embarque funcionando a todo trapo.
La presentación corrió
a cargo de los jefazos de Lavalin, la multinacional canadiense que asume no
sólo conseguir vuelos para Castellón, sino cambiar la imagen de la obra más
conocida desde las pirámides de Egipto y para ello si hace falta la estatua
homenaje a Carlos Fabra se dejará para chatarra. Eso no lo dijeron así, pero
casi.
Los señores canadienses
explicaron su modelo de gestión y atendieron a los medios con una cordialidad
desconocida. En diez años esperan tener beneficios pero mientras tanto, los primeros
nueve años, pedirán la subvención de 24 millones prevista por el Consell y “antes
de que llegue Papa Noél, habrá un avión aterrizando en la provincia”.
Antes de que el señor
Rusell (alias Mister Lavalin) trazara en un gráfico el futuro, el Centro de
Turismo de Castellón se llenó como una noche de ópera veneciana pero en versión
cuadro flamenco. Llegó toda la provincia a sentar su culo en los asientos y
sólo se levantaron cundo hicieron acto de presencia todos los consellers que
acompañaban a Fabra.
En todos los actos
políticos, como si fuera una misa, el público se levanta ante la llegada del
líder. Mister Lavalin no recurrió ni a un video, hablaba en francés y en
dólares canadienses y expuso en cuatro trazos el final feliz del aeropuerto del
abuelito. Por cierto que de Carlos Fabra, ni rastro. Sí estaba José Císcar que,
en definitiva, ha sido el punto de cordura en el aeropuerto. El todavía
presidente de Aerocas ha dirigido la negociación con una eficiencia insólita en
la vida pública y ha aguantado reproches por todos lados.
Isabel Bonig abrazando como una matrona,
Máximo Buch, siempre correcto vestido de entrega de premios y Asunción Sánchez
Zaplana con su cara de serie. También el alcalde de Castellón quiso tomar la
palabra, pero ni siquiera sé lo que dijo.
La discreción de la
dirección de la multinacional no quedó eclipsada por los discursos políticos.
Ni Javier Moliner ni Fabra tuvieron su mejor día, agotados tal vez de tanto
palique e ingenio en campaña. El acto fue tan raro que los medios de comunicación
confundimos a Daniel Marco, secretario autonómico de Turismo, con un azafato
contratado para presentar el acto.
Dijo Fabra que se
escribía una página histórica para la provincia y la Comunitat. En realidad lo
leyó porque se dejó el discurso en el atril y le pude echar un ojo al acabar el
acto en busca de algún mensaje secreto. Hubo un momento espeluznante porque
empecé a pensar que ya no íbamos a caber en la provincia. Más de un millón de
pasajeros al año, el AVE, los cruceros… No hay tierra para tanto.
Mister Lavalin quiso
saber las inquietudes de los medios y adosado a una traductora soportó con estoicidad las preguntas oportunas
y las tonterías, porque nos faltó preguntarle por su color favorito (no todos
los días el dueño de una multinacional se nos pone a tiro de micro). Enseguida
comenzaba la merendola para alcaldes, empresarios y gente bien. Vi bolas de parmesano,
gambas y copas de vino pasando a lo lejos sentado en un banco escribiendo la
crónica. Escribir no engorda, pensé. El acto, ya digo, se disfrazó de
austeridad pero comida hubo de sobra.
Los canadienses ya han
elegido al equipo que dirigirá la base castellonense y dejaron claro que ahora
mandan ellos (tonterías ni una). El ya director del aeropuerto ha trabajado 20
años en la base de Niza y diez años en la de Estrasburgo y la empresa le ha
encargado que ponga orden y éxito. ¿Qué opina de la infraestructura?,
preguntamos. “Tiene unos equipos informáticos envidiables”, contestó. No hay
nada más que decir.
Artículo prublicado en Las Provincias 02 junio 2013
No hay comentarios:
Publicar un comentario