jueves, 24 de julio de 2014

Carlos Fabra, el hombre que todo lo tuvo


Carlos Fabra consiguió durante años que su nombre fuera una marca. Como Chanel, como Coca-cola. Su nombre era sinónimo de poder, de conseguir cosas, de aplauso, de victorias electorales y de manden firmes. Intervenía en la política autonómica y en la nacional desde una provincia con poco peso territorial pero con mucho acierto. Mientras lo hacía se enriquecía de forma ilícita defraudando a Hacienda.

No es que Fabra tuviera poder, el poder era él. Ahora, tras la sentencia del Supremo, engrosa la lista de líderes caídos y su día más negro coincide en el tiempo con el aniversario de la muerte de Carmina Ordóñez y de Amy Winehouse, cosas del destino. Los tres han vivido con exceso la vida y casi que han firmado su propio obituario. Carmina a base de portadas del Hola!, Amy maldecida por la tragedia de las leyendas muertas a los 27 tras cosas memorables como el ‘Back to black’ y don Carlos por sus trapicheos. Ahora Fabra exculpará ahora los pecados en la cárcel con la triste sensación del ‘game over’.

Porque los once años de litigio judicial han sido como una partida de videojuego. El hombre más poderoso de Castellón, parlanchín, vividor y cercano. Populismo dentro del PP y toda una provincia en su mano le sirvieron para gobernar durante 15 años Castellón, conseguir que hasta Rajoy dijera que era un tipo honrado, cuando Rajoy necesitaba apoyos acosado por Esperanza Aguirre.

Un total de 22 años de líder del PP, varios premios de Lotería y un aeropuerto todavía sin aviones son su legado, la justicia le ha cortado las alas cuando ya volaba raso desde hace meses. Los amigos ya no están y el PP se ha separado del dueño de sus propios designios.

A Fabra aún le quedan fieles que se daban ayer golpes de pecho vía Facebook pero le espera la cárcel a los 68 años por defraudar a Hacienda casi 700.000 euros. El hombre soterrado por unas gafas de sol para tapar su defecto ocular, el que un día todo lo tuvo, supo de la sentencia ayer mientras hacía cola en Correos como cualquier hijo de vecino. Los privilegios ya han pasado hace tiempo.

Fabra ingresó en política casi por tradición familiar. Hasta entonces era un joven casado con una elegante y rica chica de Alcoi. Fue por entonces, en los 90, cuando su vida subió a la estratosfera del lujo, de las amistades peligrosas. Antes había estudiado Derecho en Valencia y Sevilla, años mozos de un dirigente nacido en 1946 y que era secretario general de la Cámara de Comercio.

El que todo lo tuvo, una mujer y cuatro hijos (tres y la popular Andrea Fabra), el que ingresaba de 3.000 en 3.000 euros en varios bancos todos los días, el que sacaba dinero con la tarjeta en ventanilla, sin DNI y sin estar él delante (lo hacía su chófer). El que ganaba todas las batallas electorales y dialécticas o metía en cintura a cualquier presidente autonómico.

Fabra ingresará en la cárcel. Ahora ya no hay más ases en la manga.

lunes, 21 de julio de 2014

Pantalón corto, sí gracias

Gracias a mis compañeros que desde el FIB me pasaban fotos y anécdotas mientras yo estaba en la cama con fiebre. Soy rico en compañeros de profesión.
Hablando de todo un poco me declaro un defensor del pantalón corto. Esto lo digo porque la aparición del presidente del PP, Javier Moliner, en el FIB con el pantalón por la rodilla causó cierto revuelo. En realidad el comentario de revuelo vino de parte de la prensa, los ‘fibbers’ iban a lo suyo en busca de música, cervezas y mononucleosis.
Moliner estaba en la zona VIP picando algo y charlando mientras a su lado unos tipos hacían la voltereta (no sé si eran sus amigos). Por una vez, el líder provincial parecía un tipo treintañero de juerga, uno más. Fue en ese momento cuando me di cuenta de que la revolución era eso: un pantalón corto. Hubiera sido grande que el presidente se pusiera una camiseta de los Ramones, pero con una simple prenda me convenció más del cambio de rumbo del PP que con miles de decisiones.
La frivolidad es necesaria para sobrevivir, como el lujo y si estás todo el año trabajándote las piernas, hay que lucirlas (ahora no hablo de las de Moliner, precisamente). Antes la llegada de políticos a la zona VIP era una estampa de compromiso pero Moliner no oculta su conocimiento por la música moderna. Carlos Fabra hacía una visita de rigor pero el actual jefazo del PP, como Letizia, es otro rollo. No en vano aprovechó el concierto de Ellie Golduing (el más flojo) para descansar.
Pero la familia del PP es como la familia Thyssen y con apenas 39 años el actual líder del PP es la suegra de la historia. Momentos antes de que se enfundara el pantalón corto Moliner había disparado con acierto.
La justicia pide investigar una leyenda urbana que corre por la provincia hace años. El protagonista es Paco Placa al que, o mucho me equivoco, o le quedan pocas inauguraciones. A causa de la investigación abierta por la depuradora de Borriol el fiscal pide imputar a Martínez por si la empresa que tiene con un socio y sus hijos se ha ido beneficiando durante años de las obras en Vall d’Alba, donde es alcalde.
Es, ya digo, un rumor que siempre ha estado ahí y que incluso se ha llegado a publicar que los terrenos del aeropuerto eran suyos. Dada la situación Moliner lo dejó claro: si le imputan, le exigirá el acta de diputado provincial. La prensa enseguida torcimos el gesto porque vimos una gran incoherencia en estas líneas rojas: el alcalde de la Vall d’Uixó y el de Castellón están imputados.
Es más, Martínez ha estado imputado hasta hace dos telediarios por el tema de la corrida de toros de la Beneficencia. Moliner se apresuró a decir que si “a alguien le imputan por una causa de corrupción acusado de enriquecerse”. La línea roja, una vez más, tiene matices (y ya es línea rosa palo): si a uno le acusan de trincar, a la calle. Eso sí, siempre que no desbarajuste la estabilidad si se expulsa a un presunto mangante.
Y es que últimamente todas las imputaciones pasan por la provincia. Como la del Centro de Convenciones de Calatrava que nunca se hizo. El fiasco de gastarse 2,7 millones de euros en una maqueta no ha impedido que los impulsores hayan seguido ascendiendo en la política. Pero la imputación ha hecho que Fabra se cargue al número dos de Hacienda. La denuncia viene de parte de un anónimo de Torrevieja, cosas que pasan.
Esta semana ha servido para que el alcalde Bataller haga balance de sus tres años de legislatura asegurando que la ciudad ha mejorado mucho, que se ha frenado la destrucción de empleo y que Castellón es una capital amable y con muy buenos servicios públicos.
A Bataller normalmente se le va la pinza, pero al PSPV de la capital, también. Esta semana han vinculado al alcalde con la investigación de Bruselas sobre el déficit de la Comunitat. Entonces Bataller era un subsecretario de Sanidad y, en consecuencia, le culpan de esta detrás del follón. A mar revuelto, ya se sabe. En realidad el alcalde de la capital pone muy fácil la crítica, pero tampoco es culpable de la muerte de Manolete.
Bastante tiene con no hacer caso al Supremo sobre la anulación del paso del Tram por Ribalta. Él e Isabel Bonig insisten en que todo sigue igual y que el trolebús cruzará el parque gracias a un plan especial.
Artículo publicado en Las Provincias 21 de julio 2013

lunes, 14 de julio de 2014

Añorar el futuro


Añorar el futuro

Estamos siendo investigadas, amigas. Eso es lo yo imaginé que estaría pasando tras saltar la noticia de que Bruselas abría una investigación sobre el déficit dudoso de la Generalitat entre las jefazas del Palau. Que la bomba volvería a poner de manifiesto la errática figura pública de Fabra y que a partir de entonces se iban a suceder los despropósitos, como el apagado de Canal 9 y todos los grandes acontecimientos que crean el álbum de cromos de la historia reciente.

Alberto Fabra sigue arrastrando un espíritu de alcalde en muchos de sus actos, tantos meses después, y nadie le advierte de que ya no lo es. El presidente (y su gabinete de comunicación, claro) se empeñan en fotocopiar el pasado como esta misma semana que Fabra repartía alegremente platos de plástico llenos de paella.

Hace unos años, antes de que todo se derrumbara, había presidentes autonómicos (algunos) que jugaban a hacerse fotos temáticas: Esperanza Aguirre se vestía de chulapa y la gente peregrinaba a sus brazos o el propio Camps se dejaba llevar por el costumbrismo. Los alcaldes seguían el ejemplo en la distancia corta y Fabra era un alumno disciplinado en el ritual.

Pero ahora todo ha cambiado y el jefe del Consell se enfrenta a la peor época de nuestra autonomía, con una imagen distorsionada en la que no tienen cabida las tonterías. Enfrente estamos los periodistas, que pertenecemos a la generación de los cronistas asombrados que tecleamos la realidad cotidiana. Pero el reflejo cóncavo que ofrecemos no hace variar ni un milímetro la comunicación del Consell.

Menos mal que la vida siempre sigue adelante. A comienzos de semana la realidad era otra y el PSPV de la provincia ofrecía una de las primeras propuestas resultonas: que se creara un instituto en Castellón para investigar la dieta mediterránea. Colomer aseguraba inspirarse en la “inteligencia colectiva” desatada por Ferran Adrià en su día entre los fogones.

Se le olvidaba a Colomer de que los últimos acontecimientos sobre la Ciudad de las Lenguas (su paralización) habían llevado al alcalde de Castellón, Alfonso Bataller, a asegurar que el proyecto, además de enseñar idiomas, podía servir para enseñar a los turistas a hacer tortilla de patatas o lo que fuera.

Antes, hace sólo tres años, Moliner dijo que Castellón iba a convertirse en un referente del turismo de la tercera edad. Pero aún seguimos esperando. Entre líneas se llegó a decir que grandes clínicas destinadas a la salud (a adelgazar, o sea) se habían fijado en Castellón como antes lo hicieron con Marbella.

La propuesta sonó a ocurrencia, a algún socialista fan de Master Chef que se levantó con la idea entre ceja y ceja. Pero en realidad la historia reciente de Castellón está cimentada sobre ocurrencias. Es lo que ha pasado con el aeropuerto, con Mundo Ilusión, con el Tram. Generación asombrada.

Moliner, por su parte, prepara sus vacaciones (especulación) porque esta semana estaba en una conocida franquicia de ropa deportiva, concretamente en el pasillo de pesca y caza, haciendo acopio. La pesca es una práctica en el que no se suda y que requiere paciencia y tiene la maravillosa recompensa de poder acabar dándote un festival de pescado a la brasa, fuente de omega 3. Ya se sabe que Moliner es mucho de arrimar el ascua a su sardina.

Es verano y la actualidad decae como una siesta lánguida, los periódicos se desnudan de hojas con la llegada de agosto y la crónica social, el estado de las playas y los reportajes sudorosos marcan el declive. Sólo el Tribunal Supremo nos dio un chute de adrenalina con la anulación del Tram, otro sueño de Alberto Fabra.

Conectar la capital de la Plana con un tranvía es algo que se persigue desde principios de la década pasada y todavía no se ha conseguido completar una línea entera. Pero nada frena la expectativa. El Tram (un trolebús) ha consumido 80 millones sólo en proyectos y calles adaptadas que habrían servido para que cada Castellón fuera la ciudad de España con más autobuses gratuitos.

No se renuncia al sueño de volver a ser lo que fuimos, a volver a ser la tierra prometida, el sueño de una noche de verano. A lo gigante, al oropel. Es la añoranza del futuro, cuando olvidemos y ya nada nos asombre.
Artículo publicado en Las Provincias 14 de julio 2014

miércoles, 2 de julio de 2014

69 razones por las que merece la pena vivir


Lo confieso, soy adicto a las listas. Es una de las cosas que más me gusta hacer en este mundo y que, según mi terapeuta, es una de las claves que me mantienen cuerdo. Desde pequeño enumero las cosas. Entonces hacía listas de los juguetes que quería para Reyes, de la gente a la que más quería, de invitados a mi cumpleaños… Desde que tengo uso de razón, para dormirme hago listas. Todas las noches elijo un tema y empieza la guerra de recordar para, al menos, hacer un top cinco.

Ya de mayor esta aritmomanía (así se llama en psicología) me acompaña siempre: la lista de mis series favoritas, de mis pelis, los mejores libros, directores, adjetivos más bonitos, palabras más feas. Es una pelea con uno mismo que acaba en subgéneros del tipo: mejores películas sobre la mafia, peores libros eróticos, gente que peor me cae… Como ves, estoy haciendo una lista de las listas.

Sentado sobre los 33 he decidido hacer esta lista: las 69 cosas por las que merece la pena vivir (y cumplir años) no por orden de importancia, claro. Ahí va:

1.- Los besos de Lucía y Hugo.

2.- Mi familia (mi único patrimonio).

3.- El desayuno.

4.- La escena del baile de Pulp Fiction.

5.- My Way (Frank Sinatra).

6.- Cenar con mis amigos.

7.- Almudena Grandes.

8.- Escuchar la radio.

9.- Conducir mientras suena Bob Dylan (All Along the Watchtower)

10.- La tortilla de patata. (Y pan recién hecho).

11.- Galdós.

12.- Una tarde en el gimnasio. Endorfinas. (Fitness Swing, por supuesto).

13.- El sexo a la hora de la siesta.

14.- La siesta postcoital.

15.- Un G4. Toda una vida con el G4.

16.- El Padrino II, el Padrino I, El Padrino 3.

17.- Viajar con Sara.

18.- La maldad que sólo entendemos Rosabel y yo.

19.- El café.

20.- Un beso en el cuello.

21. La sensación de victoria cuando crees que no puedes hacer una flexión más, pero sí o superar el método Divi Pozo.

22.- Cotillear Facebook (y le des a Me Gusta), Burlarte en Twitter. Presumir en Instagram.

23.- La paella de mi madre. (Y sus abrazos).

24.- Marlon Brandon gritando en ‘Un tranvía llamado deseo’.

25.- Don Draper.

26.- Las RayBan

27.- La piscina (mi piscina).

28.- Mi hamaca.

29.- Entrar en la talla 38.

30.- Los postres.

31.- Mis compañeros del periódico (sólo a los que quiero).

32.- Los Soprano. Dexter. Six Feet Under. Damages. The Good Wife. Isabel…

33.- Mis excompañeros de otros periódicos en que he estado (a los que quiero).

34.- Un “deja de escribir y tomamos café” de Luis.

35.- Hablar con Men y Mali.

36.- La incondicional ayuda de mi padre.

37.- Elvis.

38.- La playa.

39.- Las vacaciones.

40.- Fumar.

41.- Escribir por placer.

42.- Escarlata O’Hara.

43.- Nochebuena y Navidad.

44.- Matar un ruiseñor. (El libro).

45.- Hablar por teléfono.

46.- Batman.

47.- Dormir hasta que te duela la espalda.

48.- Las sábanas limpias.

49.- Enamorarse.

50.- Leer. Cualquier cosa.

51.- Soñar despierto.

52.- Comprar películas.

53.- Los pantalones cortos.

54.- Carmen Martín Gaite.

55.- Leer los periódicos los domingos.

56.- Juan Marsé.

57.- La telebasura.

58.- Perdonar a los que nos ofenden.

59.- Llamar tete a mi tete.

60.- Que me entre la risa absurda con Isa.

61. Ver una peli de Almodóvar con Bea.

62.- Merendar con Sonia.

63.- Un concierto con Miguel.

64.- Una tarde en una librería.

65.- Emborracharme.

66.- Volver a casa.

67.- El día de Reyes.

68.- El final de Casablanca.

69.- Eso. Un 69.

martes, 1 de julio de 2014

Ninguno se parece a All Pacino


Llegará un momento en que el periodismo de corrupción sea un género. Yo por las noches, sin ir más lejos, ya no cuento ovejas sino que enumero trincantes con el consecuente desvelo. El corrupto es casi igual en todas partes y se extiende como una mancha de aceite con residuos de croquetas, pero además en nuestra Comunitat arrastra siempre un halo luminoso de cutrez.

Cuando Mario Puzo escribió El Padrino (y Copola lo llevó al cine) nos quedamos fascinados con la elegancia y los códigos de la mafia. Eran como un ejército romano que respondían a sus propios valores y las cloacas eran su patria. Italia siempre vende su marca (miren a su Selección). Ya más tarde la HBO nos descubrió algo más real, Los Soprano, donde los capos combinaban un chándal con una cadena de oro, comían con la boca abierta y se daban al lujo simbolizado en el mármol y las gafas de sol estratosféricas.

Nuestros corruptos, sin darse cuenta, acaban siendo caricaturas de ellos mismos y un camino intermedio entre Tony Soprano e Isabel Pantoja. Da igual que lleven gafas de sol por un defecto visual, una melena rubia al viento o un Casio de plástico. Ninguno se parece a Al Pacino.

Una cosa lleva a la otra y Carlos Fabra se ha sentado de nuevo en un banquillo. Esta vez como testigo por la investigación en torno a la financiación ilegal del que fuera su partido. Fabra dijo ante el juez lo mismo que ha dicho en varias ocasiones: a él que le registren. Ya contó en su día que Gürtel había pinchado en Castellón. También dijo que Bárcenas era un sinvergüenza (y luego pidió disculpas). Es lo que tiene la vehemencia, que pisas callos y a veces, sin darte cuenta, te autolesionas.

Fabra apareció ante el TSJ veloz porque ya tiene experiencia en paseíllos judiciales y se marchó sin decir ni mú, subió al coche que le esperaba y bajó la visera del vehículo en una mañana nublada. Detrás dejaba la expectativa de un titular, una mueca o una verborrea contra quien fuera.

No estaba para bromas Don Carlos. En dos días el Supremo revisa su sentencia de cuatro años de cárcel y lo hace con el yugo de la Fiscalía que pide duplicar la pena y exige que se elimine el atenuante de los retrasos en el juicio y, en pocas palabras, recuerda que los retrasos los provocó él mismo con tanto recurso.

El Supremo, se calcula, tendrá lista la sentencia en agosto pero muchos juristas creen que el tema quedará en tablas. A Fabra se le condena por cuatro delitos fiscales (un año de pena por cada año defraudado) y se suele ser benevolente con estas causas, me aseguran. Luego recurrirá al Constitucional y luego, con toda probabilidad, Fabra será ya muy mayor como para pisar la trena (esto es ya un suponer mío). A saber.

Detrás de Fabra los informes de Hacienda también apuntan a Francisco Martínez (alias Paco Placa) por pagar a la trama de Gürtel por actos de campaña.

En Castellón llega un momento que siempre pasa nada y que todo es lo mismo. El tema estrella ha sido que la empresa del Castor haya anunciado abandonar el proyecto. En realidad el negocio ya estaba hecho porque el Gobierno central le garantizó un pastizal en caso de renuncia, al margen de las circunstancias.

Con media provincia en contra y con infinitas evidencias de que sus maniobras generan terremotos han optado por coger el dinero y hacer luz de gas. Habrá quien piense que no es corrupción, pero es tener la cara más dura que un conglomerado de caliza sólo comparable a la cara que se nos queda al resto.

Muy rápido: Javier Moliner ha cumplido su tercer año de mandato al frente de la Diputación y lo ha celebrado anunciando un pleno sobre el estado de la provincia. Fue el único alivio en un debate absurdo (por ser suave) sobre el modelo de Estado que elevaron Compromís y PSPV a las Aulas.

Menos mal que hay seres humanos buenos. Incluso algunos que sin ser bondadosos nos reconcilian con el mundo. Gente que se marcha callada, como Ana María Matute, dejando un legado estremecedor de cuentos y ganas de más. Ojalá la ingenuidad no nos dejara salir nunca de la infancia y todo fuera un invento.

 
Artículo publicado en Las Provincias el 30 de junio de 2014