lunes, 29 de septiembre de 2014

El último otoño


Igual que la misma lluvia asoma por las ventanas de septiembre, la actualidad humedece las paredes de la lógica, como un desconchado sobre la grieta de la razón. Las columnas de opinión tienen forma de ataúd y en ellas vamos aguardando el silencio roto por un teclado lenguaraz. Igual que se acarician las mejillas de un cadáver frío, del mismo modo, unas noticias sepultan otras y un auto judicial entierra otro.

La Audiencia de Castellón se ha vuelto a poner en evidencia. Hasta su presidente José Manuel Marco cuestionaba la decisión de que Carlos Fabra rehuyera la cárcel durante un tiempo mientras se resuelve la petición de indulto, como a los toros que brindan tardes gloriosas, Fabra se aferra a la arena de la elasticidad jurídica picado de banderillas.

La muleta, otra vez, le ha venido de mano de los jueces. Parece mentira, pero cuando a Fabra le han abandonado todos sus compañeros del PP, ha podido encontrar la gracia en forma de tribunal. El auto no está razonado, incumple al acuerdo de las salas penales, pero es el que es y la suerte parece siempre estar al lado del ideólogo del aeropuerto más conocido del planeta.

A Fabra le han salido símiles en forma de reportaje desde siempre. Con Corleone, con All Capone y con Jaume Matas. A todos ellos añado otro: hasta con la Pantoja, que por trapichear con pasta de todos puede acabar en la cárcel si no paga más de un millón de euros. Ella al menos tiene a Telecinco, que le puede liquidar la multa a cambio de una entrevista ante el Tribunal de la Inquisición del Deluxe. Fabra ni eso.

En tiempo de setas y de colores grises la tromba de agua no inunda el imparable avance del calendario. Es quizás el último otoño de una época conocida por los mismos mandatarios. La suerte está echada y avanza como las riadas, con Alberto Fabra intentando hacer del PP la apuesta ganadora, con el resto de la oposición repartiéndose cargos. Fabra, en este caso Alberto, no ha conseguido aún despegarse de la sombra que lleva cosida desde que llegara al cargo.

Lo ha intentado, pero no ha podido. A veces pienso que ninguno hubiéramos podido con tantos factores externos y sus esfuerzos equivalen a los gritos que da en los mítines. Fabra será, sin lugar a dudas, el presidente autonómico que más críticas sobre su gestión ha leído porque ya nadie se corta, por si acaso.

En el norte el presidente del PP Moliner ha venido a inventar una cumbre. La habilidad que tenía el PP para crear enemigos de fuera la ha recuperado Moliner y, a falta de Zapatero, a por Mas. El día antes de la consulta marcada para el día 9 habrá un almuerzo del PP en Vinaròs. Si fuera al revés dirían que es una provocación, pero resulta que son jornadas en contra de las fronteras.
El tema tiene poco recorrido en una provincia como la de Castellón, pero es una forma de levantar el brazo hacia Génova, hacia Valencia y hacia quien haga falta. La efectividad de la idea tiene el mismo valor que una foto de unos pies en una orilla caliente para Instagram. Postureo.

Artículo publicado en Las Provincias 29 de septiembre de 2014

lunes, 22 de septiembre de 2014

Diez pelis para ver una tarde lluviosa de otoño


El otoño es un bajonazo para la gente que, como yo, se trabaja la calle por gusto y por oficio. A mí lo que de verdad me gusta es brujulear y quedarse en casa es una opción aburrida. Pero una cosa no quita la otra: siempre nos quedará el cine, la emoción de la primera vez descubriendo una obra maestra. Como los replicantes yo también he visto cosas que vosotros no creeríais, la vida a través del celuloide. Aquí están las diez pelis para ver en una tarde lluviosa de otoño.

1.- Blade Runner. No precisa presentación y si todavía queda alguien que no la ha visto que se ponga a ello. Qué curioso, la primera vez que la vi era pequeñísimo y me pareció cursi pero, desde la tercera vez la última escena me cuesta contener la lágrima. Es hora de morir.

2.- Cosas que hacer en Denver (cuando estás muerto). Un tipo con un plan, un gánster bueno, cine policíaco y género negro. Muy entretenida y Andy García en el mejor papel de su vida.

3.- La soga. Elegir sólo una peli de Hitchcock es como elegir un alimento para comer el resto de tu vida. Esta peli introduce elementos nuevos como la idea del plano secuencia, todo en un mismo cuarto, y sólo va cambiando el día detrás de los ventanales.

4.- You’re the one. Vale. Garcí es insoportable, lento, aburrido, odioso… Lo mismo que su protagonista, Lidia Bosch, tonta, insoportable, aburrida, limitada… pero no sé qué tiene esta peli que me gusta. La música, las escenas lluviosas, no sé.

5.- Esplendor en la hierba. Una peli dedicada a un poema merece una oportunidad y más si está dirigida por Elia Kazan. Aparentemente fácil, no lo es, y además está el placer de ver a Natalie Wood antes de desparecer tras caer de su barco (inquietante) y de un joven Warren Beatty.

6.- Batman (El caballero oscuro). Admito que me flipa Cristopher Nolan y la trilogía que ha hecho de mi superhéroe favorito. Admito que me flipa Cristian Bale y que me caía bien hasta cuando hizo de psicópata en American Psico. Pero esta peli no sólo es entretenida, es un diez en su género.
 

7.- Los santos inocentes. Pocas veces una peli supera un libro. En este caso están equiparadas y es una de las principales joyas del cine español. “Es que a mí no me gusta el cine español”, pues no me hables, vale?

8.- Jackie Brown. Con Tarantino pasa como con Almodóvar (quietoooooos) hay veces que sólo una escena ya compensa el precio de la entrada. Vale, quitamos ‘Los amantes pasajeros’. Pero Jackie Brown es un peliculón que sólo por la canción de los créditos ya compensa.
 
 

9.- Desayuno con diamantes. Cuando tengo un día malo me voy a Tifanny’s, nada malo puede pasarte en Tifanny’s. Y punto. En realidad mola mucho la banda sonora, lo diferente de la historia y la crudeza de lo que oculta el personaje.
 

10.- Uno de los nuestros. Está en mi tercer puesto en la lista de pelis sobre la mafia. Scorsese debería ser una asignatura yo le perdono hasta ‘El aviador’ y esta es cumbre. A disfrutar

Sacralizar la política


Sacralizar la política

Sacralizar la política como si fuera un evangelio es una de las grandes sorpresas de la semana. Mientras media España se llevaba las manos a la cabeza por la semipresencia de Pedro Sánchez en Sálvame, en Castellón el debate se reproducía a pequeña escala, más cañí, más nuestro.

La culpa era de Enric Nomdedéu que aprovechaba la movida escocesa para hacer turismo de referéndum. El líder de Compromís vive a través de las redes sociales y con un pie en tierra en Escocia ya se había puesto la falda y subido varias fotos. Las imágenes despertaron las críticas como si en lugar de conocer cómo se vivía el momento, Nomdedéu estuviera matando elefantes.

El PP le acusó de no haber acudido a las comisiones informativas del Ayuntamiento y en Twitter le jarrearon insultos. Ahora Nomdedéu ya sabe en sus propias carnes que el pueblo prefiere que le roben en la jeta pero que si se prevarica, que se haga con seriedad. A mí nunca se me ocurría criticar a un tipo que se pone una falda y busco intencionadamente la telebasura, lo hago para que no me pase como al resto de la humanidad, que Sálvame les pilla en un zapping mientras veían un documental de la 2.

Es como lo de Pedro Sánchez. El catetismo ha elevado la anécdota a categoría y ha despertado más comentarios que la esquilmada de la familia Pujol. En ambos casos la crítica proviene del hecho de creerse superior y confiar todavía en que la política y sus dirigentes son seres elevados intelectualmente. Lo políticamente correcto es casi tan aburrido como un documental de ballenas.

Menos mal que la parte seria sigue estando vigente. Como esta semana cuando el PP de Castellón salió en defensa de Francisco Martínez asegurando que no se había enriquecido ilícitamente porque antes le habían pillado (ellos y el fiscal). Eso sí merece un aplauso, como los autos de la Audiencia de Castellón cuestionados por Anticorrupción por beneficiar a Carlos Fabra o el nuevo bluf del Centro de Convenciones al que ni siquiera dio tiempo a colocarle un trencadís defectuoso.

En la otra orilla está el PSPV de la capital con los cuchillos afilados. La guerra de guerrillas ha empezado y mientras leen este párrafo ya se han clavado tres puñales, esa es la media. Amparo Marco lidera la corriente más visible pero el secretario de la ejecutiva ha aupado a Germán Renau para unas primarias que se adivinan como siempre, o sea, con todos divididos.

Sin sentido del humor sólo se sobrevive. Que me lo digan a mí que recibí un día la llamada de Carlos Fabra para abroncarme y decirme que era un frívolo por lo que escribía en mis artículos. Fabra dio en la diana y no era una opinión, sólo información. Antes de acabar la conversación me dio una exclusiva: el primer avión al aeropuerto llegaría el 1 de enero (y así se publicó). Corría el verano de 2012. Eso sí fue de chiste.
Artículo publicado en Las Provincias el 22 de septiembre de 2014

lunes, 15 de septiembre de 2014

La muerte de los políticos


La muerte política se escribe sobre las tumbas con la palabra dimisión. En la vida el final tiene en realidad muchos finales, pero la finitud de un cargo público tiene dos salidas: o te echan los ciudadanos o el partido.

Es lo que ha pasado con Francisco Martínez, cuya imputación ha cavado la losa del último acto. En este caso penúltimo porque el que fuera mano derecha de Carlos Fabra durante lustros retiene la alcaldía de Vall d’Alba. Martínez es el símbolo de un estilo, de una época y de una forma de legislar.

Hace meses, cuando los juzgados empezaron a acosarle desvelé que en su pueblo sus habitantes (esos mismos que le regalan mayorías absolutas y han dejado al PSPV con tres ediles) le llamaban Paco Placa. Desvelar el mote sentó como un tiro incluso a los que se lo habían puesto, lo cual ya tiene guasa.

Martínez es un tipo insólito que incluso ha construido un paseo marítimo en una ciudad sin mar. A palmeras e inversiones no le ha ganado nadie en este tiempo y a mí esas tonterías son las que me hacen gracia, la anécdota, la espuma de la vida. El nombre viene de que Martínez acumula inauguraciones como quien acumula ‘spams’ en el correo, amontonados y todos con una placa.

Paco Placa se ha marchado en realidad porque ya nadie le quería. Estaba de prestado en la Diputación y el nuevo PP arrincona a los dinosaurios en una pretendida renovación. Arrinconar es un eufemismo, en realidad les da una patada gracias al fiscal Carceller. El PSPV en cambio tiene otro ritmo, la renovación se calza con la misma ropa de hace 20 años, y así les va.

Los populares ahora temen las imputaciones como el resto de mortales tememos subirnos a una báscula. Saben que la línea roja les marca el camino y el destino es marcharse por la puerta de atrás. La imputación es el crepúsculo, expirar en forma de auto judicial.

La Fiscalía de Castellón quiere saber qué ha pasado en estos años. Investiga si Martínez adjudicaba las obras sobre solares que, en realidad, le pertenecían y quiere los datos sobre la mesa por lo que ha imputado a dos de sus hijos: Francisco y Andrea Martínez, socios de la empresa.

Es cierto que el hijo siempre ha pasado desapercibido pero no es el caso de su hija. Andrea no sólo fue reina de las fiestas más guapa de los últimos tiempos. Fue becaria en Génova y trabajó en una empresa de eventos que ofrecía contratos a los ayuntamientos.

La Justicia no va a dejar medrar a la nueva generación en los papeles, por lo visto. Y eso es algo necesario para Castellón. Porque si Carlos Fabra entra en prisión, llega un avión al aeropuerto y Martínez deja la política, apenas queda nada.

 
Artículo publicado en Las Provincias 14 septiembre 2014