Igual que la misma
lluvia asoma por las ventanas de septiembre, la actualidad humedece las paredes
de la lógica, como un desconchado sobre la grieta de la razón. Las columnas de
opinión tienen forma de ataúd y en ellas vamos aguardando el silencio roto por
un teclado lenguaraz. Igual que se acarician las mejillas de un cadáver frío,
del mismo modo, unas noticias sepultan otras y un auto judicial entierra otro.
La Audiencia de
Castellón se ha vuelto a poner en evidencia. Hasta su presidente José Manuel
Marco cuestionaba la decisión de que Carlos Fabra rehuyera la cárcel durante un
tiempo mientras se resuelve la petición de indulto, como a los toros que
brindan tardes gloriosas, Fabra se aferra a la arena de la elasticidad jurídica
picado de banderillas.
La muleta, otra vez, le
ha venido de mano de los jueces. Parece mentira, pero cuando a Fabra le han
abandonado todos sus compañeros del PP, ha podido encontrar la gracia en forma
de tribunal. El auto no está razonado, incumple al acuerdo de las salas
penales, pero es el que es y la suerte parece siempre estar al lado del
ideólogo del aeropuerto más conocido del planeta.
A Fabra le han salido
símiles en forma de reportaje desde siempre. Con Corleone, con All Capone y con
Jaume Matas. A todos ellos añado otro: hasta con la Pantoja, que por trapichear
con pasta de todos puede acabar en la cárcel si no paga más de un millón de
euros. Ella al menos tiene a Telecinco, que le puede liquidar la multa a cambio
de una entrevista ante el Tribunal de la Inquisición del Deluxe. Fabra ni eso.
En tiempo de setas y de
colores grises la tromba de agua no inunda el imparable avance del calendario.
Es quizás el último otoño de una época conocida por los mismos mandatarios. La
suerte está echada y avanza como las riadas, con Alberto Fabra intentando hacer
del PP la apuesta ganadora, con el resto de la oposición repartiéndose cargos.
Fabra, en este caso Alberto, no ha conseguido aún despegarse de la sombra que
lleva cosida desde que llegara al cargo.
Lo ha intentado, pero
no ha podido. A veces pienso que ninguno hubiéramos podido con tantos factores
externos y sus esfuerzos equivalen a los gritos que da en los mítines. Fabra
será, sin lugar a dudas, el presidente autonómico que más críticas sobre su
gestión ha leído porque ya nadie se corta, por si acaso.
En el norte el
presidente del PP Moliner ha venido a inventar una cumbre. La habilidad que
tenía el PP para crear enemigos de fuera la ha recuperado Moliner y, a falta de
Zapatero, a por Mas. El día antes de la consulta marcada para el día 9 habrá un
almuerzo del PP en Vinaròs. Si fuera al revés dirían que es una provocación,
pero resulta que son jornadas en contra de las fronteras.
El tema tiene poco recorrido en una provincia como la
de Castellón, pero es una forma de levantar el brazo hacia Génova, hacia
Valencia y hacia quien haga falta. La efectividad de la idea tiene el mismo
valor que una foto de unos pies en una orilla caliente para Instagram. Postureo.Artículo publicado en Las Provincias 29 de septiembre de 2014
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