lunes, 22 de septiembre de 2014

Sacralizar la política


Sacralizar la política

Sacralizar la política como si fuera un evangelio es una de las grandes sorpresas de la semana. Mientras media España se llevaba las manos a la cabeza por la semipresencia de Pedro Sánchez en Sálvame, en Castellón el debate se reproducía a pequeña escala, más cañí, más nuestro.

La culpa era de Enric Nomdedéu que aprovechaba la movida escocesa para hacer turismo de referéndum. El líder de Compromís vive a través de las redes sociales y con un pie en tierra en Escocia ya se había puesto la falda y subido varias fotos. Las imágenes despertaron las críticas como si en lugar de conocer cómo se vivía el momento, Nomdedéu estuviera matando elefantes.

El PP le acusó de no haber acudido a las comisiones informativas del Ayuntamiento y en Twitter le jarrearon insultos. Ahora Nomdedéu ya sabe en sus propias carnes que el pueblo prefiere que le roben en la jeta pero que si se prevarica, que se haga con seriedad. A mí nunca se me ocurría criticar a un tipo que se pone una falda y busco intencionadamente la telebasura, lo hago para que no me pase como al resto de la humanidad, que Sálvame les pilla en un zapping mientras veían un documental de la 2.

Es como lo de Pedro Sánchez. El catetismo ha elevado la anécdota a categoría y ha despertado más comentarios que la esquilmada de la familia Pujol. En ambos casos la crítica proviene del hecho de creerse superior y confiar todavía en que la política y sus dirigentes son seres elevados intelectualmente. Lo políticamente correcto es casi tan aburrido como un documental de ballenas.

Menos mal que la parte seria sigue estando vigente. Como esta semana cuando el PP de Castellón salió en defensa de Francisco Martínez asegurando que no se había enriquecido ilícitamente porque antes le habían pillado (ellos y el fiscal). Eso sí merece un aplauso, como los autos de la Audiencia de Castellón cuestionados por Anticorrupción por beneficiar a Carlos Fabra o el nuevo bluf del Centro de Convenciones al que ni siquiera dio tiempo a colocarle un trencadís defectuoso.

En la otra orilla está el PSPV de la capital con los cuchillos afilados. La guerra de guerrillas ha empezado y mientras leen este párrafo ya se han clavado tres puñales, esa es la media. Amparo Marco lidera la corriente más visible pero el secretario de la ejecutiva ha aupado a Germán Renau para unas primarias que se adivinan como siempre, o sea, con todos divididos.

Sin sentido del humor sólo se sobrevive. Que me lo digan a mí que recibí un día la llamada de Carlos Fabra para abroncarme y decirme que era un frívolo por lo que escribía en mis artículos. Fabra dio en la diana y no era una opinión, sólo información. Antes de acabar la conversación me dio una exclusiva: el primer avión al aeropuerto llegaría el 1 de enero (y así se publicó). Corría el verano de 2012. Eso sí fue de chiste.
Artículo publicado en Las Provincias el 22 de septiembre de 2014

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