Un homenaje al G4 por un verano estupendo
Castellón es turismo. Dicho así suena a anuncio de
una agencia de cuarta o a un lema casposo de cualquier institución. Pero lo que
quiero decir es que, aunque es un clásico que con la llegada de las vacaciones
los políticos pongan tierra (y océanos) de por medio, no es menos cierto que
este año detecto un cambio de tendencia: se apuesta por la tierra para hacer
marca.
Agosto es vacaciones y, a falta de plenos, me he
dedicado a recontar políticos. Como un monitor que cuenta a los niños antes de
subir al autobús, pues igual. En mi experiencia, suele haber más noticias el 25
de diciembre que el 15 de agosto y llenar un periódico cuesta.
De ahí que la Generalitat pensara que enviar una
nota revelando que la fruta favorita de los valencianos era la sandía fuera
buena idea. Inocentes. Si hubieran hecho un estudio sobre las costumbres sexuales
de los valencianos nadie les hubiera racaneado una apertura, pero la sandía… en
fin.
De ahí que Ximo Puig aprovechara el día más taurino
del año para anunciar que debería prohibirse tomar un gin tonic en Les Corts y
resto de instituciones. Era una llamada de atención, lo sé, pero yo me dejo
atrapar por lo frívolo para entretener al personal. No está el PSPV como para
ir perdiendo simpatizantes y afiliados. Ahora que lo pienso, hace siete meses
que tengo ésta columna y ni siquiera había mencionado a Puig.
Admito que yo bebía gin tonic mucho antes de que nos
quisieran hacer creer que llenar de frutas (otra vez la sandía) o de pepino una
bebida fuera algo normal. Más que nada porque no me gustan los refrescos y no
es plan de beber Malibú con piña (eso sólo lo tomo en los conciertos de rock).
La noticia de que Puig limite el consumo de gin tonic es una serpiente de
verano, pero lo saqué a colación en una cena y capitalizó la conversación. La
pena es que nadie supiera quien era el exalcalde de Morella.
Los políticos deben saber que serán recordados por
una anécdota (como todos). Celia Villalobos por el hueso en el caldo, Arias
Cañete por el yogur o Ana Botella por la imbecilidad de las peras y manzanas,
por citar ejemplos ilustres. Puig ha sido dueño de casi todo Els Ports
(políticamente hablando). Lo que no entiendo es que la gran habilidad que ha
tenido para arrimar a los medios de su comarca a su doctrina no se le ocurra
otra cosa que hacer ese anuncio.
Que hablen de mí aunque sea mal, habrá pensado. No
sabe que para eso no hace falta mentar la ginebra, tiene un ramillete de
socialistas dispuestos a disparar porque la familia del PSPV es como la familia
Pajares. Puig ha sabido gobernar su mayoría absoluta política y mediática
durante años en su casa, otra cosa es salir al gran océano de la política
autonómica y visto lo visto, a palo seco.
Detrás ha dejado varios cadáveres políticos en la
oposición a los que el PP ha ido colocando (léase Fran Medina) por la
inmolación y tanto en un lado como en el otro siempre sean los mismos.
Pero volvamos al principio. A lo serio. Hay gente
(mala gente, diría yo) que piensa que mi vida consiste en ir de cena en cena
por lo que luego cuento aquí. Yo a lo mío: narrar lo que veo para pagar la
hipoteca. Me pasó hace unos días que detecté a la diputada Marisol Linares
cenando en la plaza del Mar del Grao con su yerno, Fito el de los Fitipaldis.
Insistí en sentarme a la mesa de al lado por tener la columna resuelta, pero
mis amigos, que también son periodistas, se negaron. Linares es infalible.
A cambio, mientras yo trabajo me han ido informando
de todos los políticos que se iban cruzando en chiringuitos, playas y bares. De
Rubén Ibáñez a mensajes de Andrea Fabra o Héctor Folgado. Lógico que luego la
Diputación diga que cualquier partidita de pádel se convierte en un evento y
calculen el impacto económico para la provincia, la provincia es un no parar y
Javier Moliner la promociona en Twitter como si le fuera la vida en ello (y a
veces se le cuela el resultado de puntos de una partida de cualquier juego del
Iphone).
Ninguno de nuestros políticos es Humphrey Bogart que
fue el único que se libró de una intoxicación durante el rodaje de ‘La reina de
África’ porque no probó el agua y se hidrató con güisqui. Eso ya lo sabíamos,
pero es mejor recordarlo, sus ocurrencias son el fruto de que, mientras ellos
cobran, nosotros vamos a votar con la misma actitud con la que vamos a tomar
una copa. Y así nos va.
Artículo publicado en Las Provincias el 19 de agosto
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