Es
difícil encontrar tema para una columna en pleno agosto.
Tranquilidad, ya saldrá. Decía Alberto Fabra en su visita esta
semana a Castellón que la sanidad no descansa en vacaciones. Será
lo único, pensé yo, porque lo que es la actualidad languidece en un
bostezo quincenal.
Menos
mal que siempre hay quien ofrece hielo para la fiesta. Es el caso de
Moncofa que es como la Marbella chica de Castellón. Miento, es como
aquel pueblo que inventó el Pocero porque más que turismo, en
Moncofa uno se maravilla de encontrar urbanizaciones y carteles de
‘se vende’. Este municipio, feudo socialista, ha atravesado
capítulos de surrealismo hormigonero.
Hubo
un tiempo en que ser periodista especialista en urbanismo era un
plus. Los titulares se reparcelaban y la actualidad de Moncofa vivía
a golpe de apartamentos, tanto, que el Consell anunció que le iba a
retirar las competencias en urbanismo al Ayuntamiento. Un anuncio que
nunca llegó a cumplir (a ver sino qué hacía con Oropesa).
Pero
con la llegada de la realidad el PSPV perdió su mayoría absoluta y
tuvo que pactar con Compromís. Pero el pacto se ha deshecho porque
se construyó deprisa, más que un alicatado de tercera. Todo esto lo
cuento porque esta semana el PP de Moncofa, que nunca rasca bola,
saltaba a la primera línea con una pirueta desafortunada.
Anunciaba
que iban a presentar una moción de censura. No contaban, en cambio,
con que no había con quien hacerla ya que Compromís ha decidido dar
la espalda a los dos grupos mayoritarios. Entonces llegaba la
rectificación (con el toque de atención del PP provincial que ha
frenado la estrategia). Donde dijo digo, digo no.
La
moción de censura es eso que todos los partidos condenan pero que
todos intentan hacer a la mínima que pueden. Es la perversión de
las reglas del juego, como los paraísos fiscales. Eduardo Paradís
fue la elección del PP para los pasados comicios después de tantas
legislaturas en el banquillo, pero tampoco. Ahora ha sido el que ha
asumido los errores de la jugada fallida. Me cuentan que hubo quien
en la ejecutiva local no tenía muy claro de qué iba la moción de
censura pero votó que sí, por si acaso.
No
hay noticias, o eso parece. Admito que el verano es una de mis épocas
favoritas para cultivar una de mis aficiones: coleccionar las fotos
‘relajadas’ de nuestros políticos (la otra es la de
declaraciones absurdas). A nada que uno se sale del guion, ahí estoy
yo para archivarla. Es una afición que comparto con mi compañera
Marta Hortelano y que, a lo tonto, vamos ampliando día a día.
Las
fotos no las buscas, te llegan. Ejemplos: la inauguración de una
piscina en Vila-real. Se trata de una obra emblemática porque ha
costado mucho tiempo en terminarse pero lo último que esperaba es
que el alcalde y diputado, José Benlloch, la inaugurara con todas
las de la Ley.
El
alcalde no dudó en colocarse un bañador amarillo y exhibir lo que
tanto le cuesta esculpir en el gimnasio durante el invierno. No es el
primero, otros alcaldes, entre ellos Alberto Fabra, no han dudado en
fotografiarse en la piscina por una buena causa.
Dicen
que las mejores páginas del periodismo español se escribieron en la
Transición cuando periodistas y políticos compartían güisqui en
el bar del Congreso. Ahora es difícil tomarte una copa con un
político pero, si te descuidas, compartes toalla en la playa.
La
consellera de Infraestructuras, Isabel Bonig, ha pasado unos días en
Burriana. Allí me cuentan que ha intentado desconectar de todo, pero
siempre había quien la paraba al reconocerla. Me chivan una frase
enigmática que dijo “espero que cuando pase mi tiempo, sepa que ha
llegado y me marche con dignidad”. Doy por hecho que se refería a
irse de la política, no de la playa.
Bonig
es la verdadera dama de la política de Castellón y atesora una de
las carreras más exitosas en la provincia ya que, a su trabajo, se
une su capacidad de empatía. Defensora a ultranza del
neoliberalismo, es el reflejo de una nueva generación frente a otros
que se han quedado en esperanza. Lo que más me gusta de ella es que
igual te habla del AVE que de Ana Mato aunque vaya en biquini.
Artículo publicado en Las Provincias
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