martes, 13 de agosto de 2013

Política en bañador

Es difícil encontrar tema para una columna en pleno agosto. Tranquilidad, ya saldrá. Decía Alberto Fabra en su visita esta semana a Castellón que la sanidad no descansa en vacaciones. Será lo único, pensé yo, porque lo que es la actualidad languidece en un bostezo quincenal.
Menos mal que siempre hay quien ofrece hielo para la fiesta. Es el caso de Moncofa que es como la Marbella chica de Castellón. Miento, es como aquel pueblo que inventó el Pocero porque más que turismo, en Moncofa uno se maravilla de encontrar urbanizaciones y carteles de ‘se vende’. Este municipio, feudo socialista, ha atravesado capítulos de surrealismo hormigonero.
Hubo un tiempo en que ser periodista especialista en urbanismo era un plus. Los titulares se reparcelaban y la actualidad de Moncofa vivía a golpe de apartamentos, tanto, que el Consell anunció que le iba a retirar las competencias en urbanismo al Ayuntamiento. Un anuncio que nunca llegó a cumplir (a ver sino qué hacía con Oropesa).
Pero con la llegada de la realidad el PSPV perdió su mayoría absoluta y tuvo que pactar con Compromís. Pero el pacto se ha deshecho porque se construyó deprisa, más que un alicatado de tercera. Todo esto lo cuento porque esta semana el PP de Moncofa, que nunca rasca bola, saltaba a la primera línea con una pirueta desafortunada.
Anunciaba que iban a presentar una moción de censura. No contaban, en cambio, con que no había con quien hacerla ya que Compromís ha decidido dar la espalda a los dos grupos mayoritarios. Entonces llegaba la rectificación (con el toque de atención del PP provincial que ha frenado la estrategia). Donde dijo digo, digo no.
La moción de censura es eso que todos los partidos condenan pero que todos intentan hacer a la mínima que pueden. Es la perversión de las reglas del juego, como los paraísos fiscales. Eduardo Paradís fue la elección del PP para los pasados comicios después de tantas legislaturas en el banquillo, pero tampoco. Ahora ha sido el que ha asumido los errores de la jugada fallida. Me cuentan que hubo quien en la ejecutiva local no tenía muy claro de qué iba la moción de censura pero votó que sí, por si acaso.
No hay noticias, o eso parece. Admito que el verano es una de mis épocas favoritas para cultivar una de mis aficiones: coleccionar las fotos ‘relajadas’ de nuestros políticos (la otra es la de declaraciones absurdas). A nada que uno se sale del guion, ahí estoy yo para archivarla. Es una afición que comparto con mi compañera Marta Hortelano y que, a lo tonto, vamos ampliando día a día.
Las fotos no las buscas, te llegan. Ejemplos: la inauguración de una piscina en Vila-real. Se trata de una obra emblemática porque ha costado mucho tiempo en terminarse pero lo último que esperaba es que el alcalde y diputado, José Benlloch, la inaugurara con todas las de la Ley.
El alcalde no dudó en colocarse un bañador amarillo y exhibir lo que tanto le cuesta esculpir en el gimnasio durante el invierno. No es el primero, otros alcaldes, entre ellos Alberto Fabra, no han dudado en fotografiarse en la piscina por una buena causa.
Dicen que las mejores páginas del periodismo español se escribieron en la Transición cuando periodistas y políticos compartían güisqui en el bar del Congreso. Ahora es difícil tomarte una copa con un político pero, si te descuidas, compartes toalla en la playa.
La consellera de Infraestructuras, Isabel Bonig, ha pasado unos días en Burriana. Allí me cuentan que ha intentado desconectar de todo, pero siempre había quien la paraba al reconocerla. Me chivan una frase enigmática que dijo “espero que cuando pase mi tiempo, sepa que ha llegado y me marche con dignidad”. Doy por hecho que se refería a irse de la política, no de la playa.
Bonig es la verdadera dama de la política de Castellón y atesora una de las carreras más exitosas en la provincia ya que, a su trabajo, se une su capacidad de empatía. Defensora a ultranza del neoliberalismo, es el reflejo de una nueva generación frente a otros que se han quedado en esperanza. Lo que más me gusta de ella es que igual te habla del AVE que de Ana Mato aunque vaya en biquini.

Artículo publicado en Las Provincias

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