lunes, 30 de diciembre de 2013

Naranjas para Corinna

El final de año siempre se anima. Debe ser que la ausencia de noticias convierte cualquier asunto en temazo e, incluso, cualquier chorrada en noticiable. Eso y que los hay que siempre están dispuestos a dar la nota.
En realidad la principal noticia es que hubo valientes que el día de Navidad también cenaron, pero esos son héroes anónimos: nunca destacamos a los mejores porque ya se sabe que en este oficio nos van las malas noticias.
En Castellón siempre estamos dispuestos a dar la nota. Observen. El Ayuntamiento de Castellón está intentando promocionar la naranja como valor al alza y por eso han decidido enviar una caja de naranjas a la Casa Real. La técnica no es nueva, las marcas de lujo regalan pelucos, gafas, bolsazos y ropa a los famosos para que el pueblo (o sea, nosotros) acabemos convencidos de que es justamente lo que debemos comprar.
Pero las naranjas como complementos a mí, personalmente, me han superado. El envío se ha realizado con el objetivo de que los Reyes no tomen este año uva en las campanadas y lo cambien por gajos de clementina. Y con esto estoy siendo fiel a la realidad, no invento.
Parece mentira que los que idearon la campaña no sepan algunos detalles: la Familia Real no es la familia Alcántara y no se reúne para ver a Igartiburu dando la matraca desde la puerta del Sol. Ellos esquían en Baqueira, cazan elefantes, se piran a Londres de compras y desaparecen de vacaciones como ha impuesto Letizia desde su llegada. Se habrían podido ahorrar el sello.
La armonía en la Familia Real debe ser como la que hay en Cantora, no exagero, cada uno hará lo que le salga de la corona. Los años 90 pasaron y con ellos la inocencia nacional y los espumillones de los árboles de Navidad. En mi casa, por ejemplo, nunca se escucha el mensaje del Rey, yo creo que eso es algo que sólo interesa a los pobres periodistas de guardia esa noche y a los aburridos. Los demás nos entretenemos pelando gambas o calculando que el pavo esté en su punto, aunque sea con alarmas en el móvil.
En concreto se han enviado 20 bolsas con dos mandarinas cada una. Si echamos cuentas, han pensado hasta en Urdangarín y hasta en Corinna, que nadie se quede sin pelarla (la naranja) y en echar unas risas con el cotillón.
A todo esto hay noticias del aeropuerto. Tres empresas se han presentado para gestionarlo y, no es que yo sea pariente de la Bruja Lola, pero a mí no me cuadra ninguna de las ofertas. Habrá quien crea que soy un malpensado (y acierta) pero es que yo he titulado en varias docenas de ocasiones la solución final al aeropuerto, con fechas del primer despegue y todo.
La primera resulta ser Marina d’Or, cuyo presidente ya ha dicho que se ha presentado pero no por gestionarlo, sino por animar un poco el asunto, pero que mejor gane el concurso otro. Luego hay una empresa canadiense (Lavalin) que parece ser no ha sido noticia por estar vetada por el Banco Mundial por sus malas praxis. Por último hay un grupo suizo del que no hay más detalles. Igual Bárcenas, con amiguetes en Suiza, nos sabría decir.
Estas tres propuestas tendrán hasta el 2 de enero para hacer efectiva la documentación. Esperemos. Si he titulado varias veces que el aeropuerto ya despegaba, ni les cuento el mes que estuve dando la barrila sobre un inversor libio que luego hizo una cobra al Consell y, si te he visto, no me acuerdo. Dicen nuestras autoridades (las que no tienen un mes de vacaciones) que funcionará en 2014 y si es así, allí estaremos para contarlo y en caso contrario, también.
Esta semana la ciclogénesis (invento léxico para decir ventolera) se lo ha llevado todo en la provincia, salvo las calorías. Javier Moliner ha movido su ajedrez hacia la comarca de Els Ports anunciando inversiones para la comarca y tratar de arreglar los desaguisados antes anunciados. El PP proyectó en su día un gran museo de dinosaurios pero el tema se quedó en una fiesta de presentación y un dineral para los arquitectos. Está por ver si las nuevas promesas cuajan en el interior. 2014 será el año de compulsarlo todo.
Artículo publicado en Las Provincias, 30/12/2013

martes, 24 de diciembre de 2013

La familia también es lo que eliges

Os lo prometí. Os quiero.
 
Siempre que uno habla de sus afectos puede incurrir en un olvido imperdonable. A mí me pasó hace poco, cuando hablé de lo que más echaba de menos y olvidé al G-4 de mi alma. Pero anoche, día 23, hablando con tres cuartas partes de este grupo llegué a una conclusión: familia es la que tienes, claro, pero también la que eliges.
Esa gente que la vida te va poniendo en el camino y que de repente forman parte de tu columna vertebral, de tu parte más interna. Hay amistades que son como respirar. Y eso me pasa con el G-4. Me explico: si en Nochebuena no tuviera familia, cenaría con ellos.
Todo empezó hace ahora diez años por un concierto que algunas aún quieren olvidar. Por entonces los cuatro (a saber: Karen Safont, Ana Artero, Roberto Marín y yo) cubríamos la información de Vila-real para nuestros medios. La amistad surgió detrás de los micros, las libretas, plenos tostonazos y una gris actualidad local (bostezo). De ahí dimos el salto a empezar a intimar y a las tres cenas, supimos que nuestras reuniones eran vistas con suspicacia.
No les faltaba razón (a los suspicaces). No se salvó ni uno y por el mantel de nuestras cenas pasaron todos para quedar mal retratados. Los que hacían presión para pedir nuestras cabezas a los directores y los que eran (y algunos lo siguen siendo) bastante hijos de puta (con perdón). Lo que pasa es que nosotros lo éramos más.
Hace no sé cuántos veranos se produjo un cambio vital. Al calor de la memoria despertada por la ginebra me levanté del sofá en una de las cumbres del G-4 y me puse frente a ellos. Abrí mi corazón y canté más que la Pantoja. Conté lo que es inconfesable porque todos tenemos un cajón escondido, pero  no en el G-4: a esas reuniones se va a tumba abierta y lo que no cuentas, te lo acaban descubriendo igual.
Las confesiones se enlazaron como un rosario de confidencias y nadie durmió. Y aún seguimos, contando, conociéndonos y con la sensación de que queremos que dure toda la vida. Porque en el G-4 ya no se habla de los demás, sólo se habla de nosotros. Hemos tenido invitados especiales (pocos) como nuestra madrina, querida y admirada María José, la única política que ha venidos a las reuniones, o Olga, ese encanto de mujer.
Cada vez que nos vemos se hace corto y siempre acabamos con la sensación de que la vida nos ha aparcado en este punto del que no queremos movernos. Os lo debía. Feliz Navidad.


lunes, 23 de diciembre de 2013

Fantasmas de Navidad

Detecto que cada vez más gente quiere meter cuchara en esta sección. Me explico: son muchos los que a lo largo de la semana me van insinuando temas, susurrando acontecimientos y enviando mensajes al móvil para que cuente lo que pasa. Y lo que yo digo: que cada uno se monte su columna que yo voy a mi bola, como Carlos Fabra.
La gente es que opina de todo y con una educación exquisita te hace saber por dónde tienes que tirar tus opiniones. Eso no va conmigo, yo sólo recibo órdenes de mi terapeuta (y ni eso). Lo digo por todos los que me han dicho que no vuelva a escribir de Carlos Fabra, lo hago a modo de aviso: ya pueden dejar de leer.
Fabra se despidió como una folclórica indignada esta semana advirtiendo que no sabe si quiera si va a seguir votando al PP. Esto yo lo traduzco en que su hija (Andrea) o su pareja (Esther Pallardó) tienen los días contados dentro del partido, porque parece feo que uno no vote a su partido después de estar media vida en él, pero si en las listas va tu hija, parece más feo todavía.
Con Fabra se nos marcha la portada fácil, el chiste recurrente, la fábrica de titulares y la actualidad galopante (tirando de tópicos). Parecía que no se acababa nunca, pero sí. Se marcha en vísperas de la Lotería y con el aeropuerto en dique seco, su campo de golf endeudado y el Hospital Provincial a punto de privatizarse.
El final de Fabra ha sido como el ‘Los Soprano’, desconcertante. No iba a admitir preguntas, luego sí, dijo lo que quiso (no sé si votaré al PP y no conozco a Javier Moliner) y se piró en medio de la rueda de prensa. Los medios nos quedamos sin saber reaccionar y a mí me costó cinco minutos acordarme de Twitter.
A diferencia de otros años, cuando se integraba en la foto navideña de la Cámara, se apartó y en pocos minutos se marchó con la bomba que había lanzado resonando en las redes sociales y los digitales. El año pasado se despidió con guasa: “les desearía suerte en la Lotería, pero ya saben que siempre me toca a mí”. Este año, ni mu.
De antemano sabíamos que Javier Moliner (alias El Desconocido) no iba a contestar porque nunca ha entrado al quite. Sí lo hizo Alberto Fabra, por aquello del sentido común y bla, bla, bla. Pero poco más.
Todas las familias felices se parecen entre sí, como empezaba Ana Karenina. Fabra ha sido como el familiar que revienta la Nochebuena sacando un trapo sucio y atragantando el turrón a toda la mesa con su portazo furibundo. La crisis se ha apagado con indiferencia, “total, ya no es nadie”, me decían desde dentro del partido, “pero sentó como un tiro”.
Como creo bastante en la ciencia, yo apostaría por un polígrafo para Fabra (alias El Desconocedor) y luego que fueran desfilando sus enemigos íntimos: Vicente Vilar, Colomer y Javier Moliner para comprobar qué hay de verdad en tanto cruce de declaraciones. No caerá esa breva.
Preguntar qué hay de cierto en los rumores de que quería fundar su propio partido o un club de opinión (como Paloma Segrelles pero con dos cejas) para influir en el devenir de la vida política provincial. Porque pensamos que de Fabra lo sabemos casi todo, pero siempre hay preguntas.
Él dijo que ahora se dedicaría a sus negocios privados, con sus hijos. ¿Nos puede decir en qué consisten esos negocios? “Pues no, porque me ‘semaràn’ la idea, como los melones”. También se ha publicado que Fabra se embolsará casi 100.000 euros de finiquito por irse de la Cámara, lo que le ayudará a pagar los más de 1,2 millones de euros que debe a Hacienda (que somos todos, o casi).
Así asistimos al final de una era: con la boca abierta y con los bolis tirando humo contra las libretas. Lo hizo como el señor Scrooge de Dickens, cabreado y mandando hasta el último segundo mientras desaparecía. Lo que no sabe es que él mismo representa los fantasmas de las Navidades pasadas, presentes y futuras. Ya saben: cuando escuchen una campana sonar, tal vez Fabra le haya conseguido las alas a un ángel y luego no se acuerde de él.
Artículo publicado en Las Provincias 23/12/2013

lunes, 16 de diciembre de 2013

Pastores de Belén


Cada territorio tiene sus tradiciones y para eso no hace falta una asignatura: para contar lo que se cuece en la provincia aquí me tienen. Esto lo digo porque en los medios de Castellón hay una gran tradición: acudir en masa a la recepción navideña del presidente de la Generalitat. Por lo que sé en Valencia y Alicante es un acto difuminado, pero aquí somos mucho de reunirnos.

Lo normal sería que acudiese un representante por cada medio. No es el caso. En Castellón acudimos las redacciones enteras y aprovechamos para vernos las caras. Como los pastores de Belén, pues igual. Yo admito que a veces lo he hecho por desayunar una copa de cava, que es una cosa que me gusta bastante, la verdad. Aunque en esas reuniones he sacado exclusivas del tamaño de un diamante de Liz Taylor. Por ejemplo, que a Camps sólo le apetecía cenar hervido en estas fechas ya harto de polvorones. En esa línea.

Pero este año las cosas se han torcido. Ya casi nadie queda en las redacciones y no se sirve cava ni se regalan paraguas de la F1. Alberto Fabra ha decidido cambiar el acto y en lugar de celebrarlo en la sede del Consell en la calle Mayor, el encuentro será en el Grao, en el CdT, alejado de miradas más allá de las palmeras del paseo marítimo. Y encima hay que estar acreditado para brindar con el jefe del Consell. Insólito.

Doy por hecho que se trata de minimizar el impacto de la calle Mayor de la capital rodeada de trabajadores de RTVV protestando y de que alguno se cuele en el acto y muerda a base de pancarta.

Camps se hartó de comidas navideñas y Fabra está hasta el hígado de arrastrar un coro de cabreados detrás. De ahí tal vez los cambios en el área de comunicación del Consell porque, si en algo estamos todos de acuerdo, es que hay veces que la comunicación ha fallado y, pese a la buena intención, la principal institución de nuestra autonomía ha quedado retratada como un sainete.

Eso unido a dos titulares que ha alumbrado el socialismo de la capital esta semana: Fabra dejó más de 50 millones de euros de facturas en el cajón y un urbanismo cuestionado por la Justifica. Vamos, cuestionado no, anulado. El Plan General de Ordenación Urbana ha sido tumbado por el Supremo tras años y años de agonía. Ahora hay que empezar de cero, si bien el actual equipo de gobierno ya estaba trabajando en el asunto.

Lo grave hubiera sido un fallo así en plena fiebre de hormigoneras porque paralizará la concesión de licencias. Hubiera sido el fin del mundo hace años, pero ahora sólo se construyen sueños. Nada de cemento.

Digo que estoy aquí para contar lo que pasa. Pues en un pleno de Benicàssim un concejal de la oposición (Domingo Ferrando) llamó en público idiota a concejala del PP Carolina San Miguel. No contento con eso, al día siguiente dijo que era una definición, no un insulto, lo que le valió la reprobación de sus jefes de Compromís. Estamos en contra de la corrupción y en igual medida deberíamos estar en contra de la estulticia de un cargo público.

Otra cosa, Moliner (Javier) ha anunciado una nueva cumbre de alcaldes para enero con el objetivo de avanzar y rectificar en lo que haga falta. El presidente ha puesto ya en marcha la maquinaria para remar ante la convocatoria de elecciones europeas. Vicent Sales será el encargado de coordinar la campaña y Moliner tirará de kilómetros para ayudar a la causa y quiere que a la cumbre vayan los 135 alcaldes de la provincia pero es muy posible que los del PSPV pasen de la convocatoria.

Hablando de ágapes navideños. Creo que gracias a este espacio son muchos los que han olvidado invitarme este año. Los medios provinciales estamos al loro de uno de los desayunos informativos más emblemáticos: el de la Cámara de Comercio. De momento no hay convocatoria y la Navidad está ya cabalgando con fuerza. Tras la condena, está por ver si Carlos Fabra tiene ánimos de felicitaciones y bromas.

 
Artículo publicado en Las Provincias: 16-12-13

lunes, 2 de diciembre de 2013

Un millón de amigos


Yo quiero tener un millón de amigos y así más fuerte poder cantar... ¿Recuerdan?  Pues eso. Aunque a vistas de lo que dicen los jueces, en vez de cantar, trincar. Carlos Fabra ya no es presunto, la justicia le ha condenado a cuatro años de cárcel que todo apunta a que no pisará. Él ya ha dicho que la cárcel le tendrá que esperar, que no es un mal título para una canción de Sabina.

La novedad es la condena, el resto ha seguido el guion establecido y que los periodistas de Castellón nos sabemos al dedillo: primero la noticia judicial, luego su explicación, el tercer paso siempre es el anuncio de Anticorrupción de presentar recurso y, por último, los apoyos que recibe Fabra.

Porque los sigue teniendo. Hay fabrismo para rato. Aunque el más contundente en aquello de “hay que cumplir las sentencias” ha sido Alberto Fabra, lo cierto es que días antes de comenzar el juicio se dejaba fotografiar dándole un abrazo (cuestión personal, dijeron). Cospedal ha dicho que no es una sentencia firme, los empresarios levantan los hombros como a un niño de nueve años que no se sabe la tabla del nueve y el millón de amigos, sigue estando.

Las grandes empresas y fortunas siguen estando. Los alcaldes, concejales y vicepresidentes de la Diputación, los senadores, algunos condenados ya antes, colectivos sociales, hasta los periodistas acudimos en masa como los pastores de Belén a cubrir su rueda de prensa… Fabra ha sabido ser el ADN de la sociedad cívica durante lustros y eso no se borra de un día para otro.

Decían los medios nacionales en sus directos tras la rueda de prensa que “Fabra nos ha contestado, no le han gustado nuestras preguntas”. Inocentes. No saben que a Fabra “se la trae al pairo” hasta lo que diga el New York Times, imagínense una pregunta de un pobre redactor de Cuatro.

Hace poco ayudé a una compañera de un medio nacional a documentarse sobre el ‘caso Fabra’ y acabó tirando la toalla porque no encontró a nadie que le hablara mal de Carlos Fabra (salvo a políticos de la oposición). Y no es por miedo, como muchos piensan (igual un poco sí), más bien es por respeto y agradecimiento. Como él dijo (y fue difundido por un compañero ‘traidor’) “yo no sé la de gente que habré colocado estos años”.

Hay que ser franco, siendo líder del PP consiguió que hasta Rajoy dijera que era un ciudadano ejemplar y el apoyo vino con las aguas revueltas del PP y Esperanza Aguirre y Juan Costa preparando el asalto a la cúpula nacional. Yo te ayudo y tú me ayudas.

Todo cuestiones personales pero Hacienda somos todos y el no robarás está en los mandamientos, que yo sepa. Porque Fabra es la nueva Lola Flores de la provincia y su mujer (exmujer, o sea) la Pantoja sin patillas de la historia. Porque a Mampa también le han caído dos años de trena y la estrategia pasa ahora por decir que los delitos han prescrito, no que no se cometieran. El colmo.

Carlos Fabra sigue teniendo apoyos por doquier y sé de muchos que en privado le han mostrado su cariño estos días vía mensaje y llamadas, aunque en público se mantengan fríos como el mes de diciembre. Una de sus más grandes colaboradoras durante años y firmante del indulto a Hernández Mateo (otra movida) me decía que “estaría bueno que Carlos entrara en la cárcel mientras salen etarras a la calle”. Sin comentarios.

Ya ven que no he usado ni un chiste de la Lotería ni del aeropuerto. Eso está todo dicho ya por otros. Queda Fabra para rato y amigos con los que brindar con Moet y al que no le guste, “ajo, agua y resina”, como dijo el otrora presidente de la Diputación. Seguirá en la Cámara de Comercio y en el Puerto hasta que quiera, lo demás son tonterías y del PP se ha dado de baja por no martirizar a su hija Andrea y no entorpecer más su carrera (es un decir) política.

Han pasado más cosas, la conmoción del cierre de RTVV, que el Gobierno mantendrá una tasa al sector azulejero, que Compromís ha apoyado al PP en los presupuestos de la Diputación… Pero la carne es débil y Fabra ha acabado ganando hasta a Berlusconi.
 
Artículo publicado en Las Provincias 2-12-2013