Cada territorio tiene
sus tradiciones y para eso no hace falta una asignatura: para contar lo que se
cuece en la provincia aquí me tienen. Esto lo digo porque en los medios de
Castellón hay una gran tradición: acudir en masa a la recepción navideña del presidente
de la Generalitat. Por lo que sé en Valencia y Alicante es un acto difuminado,
pero aquí somos mucho de reunirnos.
Lo normal sería que
acudiese un representante por cada medio. No es el caso. En Castellón acudimos
las redacciones enteras y aprovechamos para vernos las caras. Como los pastores
de Belén, pues igual. Yo admito que a veces lo he hecho por desayunar una copa
de cava, que es una cosa que me gusta bastante, la verdad. Aunque en esas
reuniones he sacado exclusivas del tamaño de un diamante de Liz Taylor. Por
ejemplo, que a Camps sólo le apetecía cenar hervido en estas fechas ya harto de
polvorones. En esa línea.
Pero este año las cosas
se han torcido. Ya casi nadie queda en las redacciones y no se sirve cava ni se
regalan paraguas de la F1. Alberto Fabra ha decidido cambiar el acto y en lugar
de celebrarlo en la sede del Consell en la calle Mayor, el encuentro será en el
Grao, en el CdT, alejado de miradas más allá de las palmeras del paseo
marítimo. Y encima hay que estar acreditado para brindar con el jefe del
Consell. Insólito.
Doy por hecho que se
trata de minimizar el impacto de la calle Mayor de la capital rodeada de
trabajadores de RTVV protestando y de que alguno se cuele en el acto y muerda a
base de pancarta.
Camps se hartó de comidas
navideñas y Fabra está hasta el hígado de arrastrar un coro de cabreados
detrás. De ahí tal vez los cambios en el área de comunicación del Consell
porque, si en algo estamos todos de acuerdo, es que hay veces que la
comunicación ha fallado y, pese a la buena intención, la principal institución
de nuestra autonomía ha quedado retratada como un sainete.
Eso unido a dos
titulares que ha alumbrado el socialismo de la capital esta semana: Fabra dejó
más de 50 millones de euros de facturas en el cajón y un urbanismo cuestionado
por la Justifica. Vamos, cuestionado no, anulado. El Plan General de Ordenación
Urbana ha sido tumbado por el Supremo tras años y años de agonía. Ahora hay que
empezar de cero, si bien el actual equipo de gobierno ya estaba trabajando en
el asunto.
Lo grave hubiera sido
un fallo así en plena fiebre de hormigoneras porque paralizará la concesión de
licencias. Hubiera sido el fin del mundo hace años, pero ahora sólo se
construyen sueños. Nada de cemento.
Digo que estoy aquí
para contar lo que pasa. Pues en un pleno de Benicàssim un concejal de la
oposición (Domingo Ferrando) llamó en público idiota a concejala del PP
Carolina San Miguel. No contento con eso, al día siguiente dijo que era una
definición, no un insulto, lo que le valió la reprobación de sus jefes de
Compromís. Estamos en contra de la corrupción y en igual medida deberíamos
estar en contra de la estulticia de un cargo público.
Otra cosa, Moliner
(Javier) ha anunciado una nueva cumbre de alcaldes para enero con el objetivo
de avanzar y rectificar en lo que haga falta. El presidente ha puesto ya en
marcha la maquinaria para remar ante la convocatoria de elecciones europeas.
Vicent Sales será el encargado de coordinar la campaña y Moliner tirará de
kilómetros para ayudar a la causa y quiere que a la cumbre vayan los 135
alcaldes de la provincia pero es muy posible que los del PSPV pasen de la
convocatoria.
Hablando de ágapes
navideños. Creo que gracias a este espacio son muchos los que han olvidado
invitarme este año. Los medios provinciales estamos al loro de uno de los
desayunos informativos más emblemáticos: el de la Cámara de Comercio. De
momento no hay convocatoria y la Navidad está ya cabalgando con fuerza. Tras la
condena, está por ver si Carlos Fabra tiene ánimos de felicitaciones y bromas.
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