Yo quiero tener un
millón de amigos y así más fuerte poder cantar... ¿Recuerdan? Pues eso. Aunque a vistas de lo que dicen los
jueces, en vez de cantar, trincar. Carlos Fabra ya no es presunto, la justicia
le ha condenado a cuatro años de cárcel que todo apunta a que no pisará. Él ya
ha dicho que la cárcel le tendrá que esperar, que no es un mal título para una
canción de Sabina.
La novedad es la
condena, el resto ha seguido el guion establecido y que los periodistas de
Castellón nos sabemos al dedillo: primero la noticia judicial, luego su
explicación, el tercer paso siempre es el anuncio de Anticorrupción de
presentar recurso y, por último, los apoyos que recibe Fabra.
Porque los sigue
teniendo. Hay fabrismo para rato. Aunque el más contundente en aquello de “hay
que cumplir las sentencias” ha sido Alberto Fabra, lo cierto es que días antes
de comenzar el juicio se dejaba fotografiar dándole un abrazo (cuestión
personal, dijeron). Cospedal ha dicho que no es una sentencia firme, los empresarios
levantan los hombros como a un niño de nueve años que no se sabe la tabla del
nueve y el millón de amigos, sigue estando.
Las grandes empresas y
fortunas siguen estando. Los alcaldes, concejales y vicepresidentes de la
Diputación, los senadores, algunos condenados ya antes, colectivos sociales,
hasta los periodistas acudimos en masa como los pastores de Belén a cubrir su
rueda de prensa… Fabra ha sabido ser el ADN de la sociedad cívica durante
lustros y eso no se borra de un día para otro.
Decían los medios
nacionales en sus directos tras la rueda de prensa que “Fabra nos ha
contestado, no le han gustado nuestras preguntas”. Inocentes. No saben que a
Fabra “se la trae al pairo” hasta lo que diga el New York Times, imagínense una
pregunta de un pobre redactor de Cuatro.
Hace poco ayudé a una
compañera de un medio nacional a documentarse sobre el ‘caso Fabra’ y acabó
tirando la toalla porque no encontró a nadie que le hablara mal de Carlos Fabra
(salvo a políticos de la oposición). Y no es por miedo, como muchos piensan
(igual un poco sí), más bien es por respeto y agradecimiento. Como él dijo (y
fue difundido por un compañero ‘traidor’) “yo no sé la de gente que habré
colocado estos años”.
Hay que ser franco,
siendo líder del PP consiguió que hasta Rajoy dijera que era un ciudadano
ejemplar y el apoyo vino con las aguas revueltas del PP y Esperanza Aguirre y
Juan Costa preparando el asalto a la cúpula nacional. Yo te ayudo y tú me
ayudas.
Todo cuestiones
personales pero Hacienda somos todos y el no robarás está en los mandamientos,
que yo sepa. Porque Fabra es la nueva Lola Flores de la provincia y su mujer
(exmujer, o sea) la Pantoja sin patillas de la historia. Porque a Mampa también
le han caído dos años de trena y la estrategia pasa ahora por decir que los
delitos han prescrito, no que no se cometieran. El colmo.
Carlos Fabra sigue
teniendo apoyos por doquier y sé de muchos que en privado le han mostrado su
cariño estos días vía mensaje y llamadas, aunque en público se mantengan fríos
como el mes de diciembre. Una de sus más grandes colaboradoras durante años y
firmante del indulto a Hernández Mateo (otra movida) me decía que “estaría
bueno que Carlos entrara en la cárcel mientras salen etarras a la calle”. Sin
comentarios.
Ya ven que no he usado
ni un chiste de la Lotería ni del aeropuerto. Eso está todo dicho ya por otros.
Queda Fabra para rato y amigos con los que brindar con Moet y al que no le
guste, “ajo, agua y resina”, como dijo el otrora presidente de la Diputación.
Seguirá en la Cámara de Comercio y en el Puerto hasta que quiera, lo demás son
tonterías y del PP se ha dado de baja por no martirizar a su hija Andrea y no
entorpecer más su carrera (es un decir) política.
Han pasado más cosas,
la conmoción del cierre de RTVV, que el Gobierno mantendrá una tasa al sector
azulejero, que Compromís ha apoyado al PP en los presupuestos de la Diputación…
Pero la carne es débil y Fabra ha acabado ganando hasta a Berlusconi.
Artículo publicado en Las Provincias 2-12-2013
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