Vísperas de mucho, días de nada. O algo así. Dirás
que después de una semana en la que todo pasaba por Castellón, ahora se ha
trasladado el foco a otras provincias y el aburrimiento acapara la vida con las
cosas de siempre. Menos mal que el ‘Hola’ atestigua la boda Porcelanosa (a la
vez que se agota en la provincia) porque si no, todo quedaría en un sueño.
Es un alivio que la Comunitat sigue tirando de
glamour y haya decidido presentar a Cristina Tárrega como referente de la
autonomía, que no es poco. Yo me quejo porque puestos a rascar, hay otros
famosos castellonenses que también están a la altura de la sin par Cristina.
Sólo hay que ver la nueva edición del teatrito ‘Quien quiere casarse con mi
hijo’, que fabrica famosos en cinco semanas, y entre cuyos aspirantes hay
varios de Castellón e incluso uno de ellos posa con una camiseta del ‘Aeroport
de Castelló’. Ese es el nivel.
Por cierto que el aeropuerto ha dado un paso al
frente, y no me refiero a la externalización del servicio, sino a la imagen.
Hasta ahora si uno entraba en la web se encontraba con todo tipo de detalles,
desde la inauguración a recortes de prensa. De eso ya no queda nada. El dominio
sigue registrado pero sin apenas contenido, un vuelco cibernético que
representa lo que ahora es: nada.
Esta semana el PP de Castellón ha seguido sumergido
en el conflicto del proyecto Castor. Siempre he defendido que las personas
tienen derecho a cambiar de opinión (qué aburrimiento, si no) pero una cosa es
eso y otra, la amnesia fingida. Me explico: todo apunta a que el proyecto
Castor fue un ‘regalo’ del Gobierno Zapatero a la firma de Florentino Pérez dadas las condiciones que se
pactaron, pero de eso hace ya tiempo, y quien acabó de otorgar los permisos fue
el Ejecutivo de Rajoy.
De ahí que no valga de nada atacar al socialismo
como cuna de las siete plagas en Castellón. Los terremotos se han relajado (o
eso parece) pero más que lava han sacado a la luz las vergüenzas del sistema
energético español. Hasta en el gas había burbuja económica alimentada por las
facturas de todos nosotros.
Varios empresarios de la provincia han estado
alertando de lo que implica el proyecto Castor: más costes a repartir y un
elemento innecesario.
La amnesia, ya digo, hay veces que uno no se la
cree. Como en la mayoría de los que testifican en el juicio a Carlos Fabra.
Esta semana hubo una testigo que incluso negó conocer a una de las imputadas
para luego desdecirse tras preguntarle el fiscal cómo era posible que si no la
conocía, abriese su tienda un día festivo para ella. “Ahora lo recuerdo”, dijo
tan pancha.
Como el propio Juan Costa que negó ser amigo de
Fabra por un “le tengo respeto profesional”. Pues vaya, a ver quién luchó para
que fuera ministro y quien trabajó con Andrea Fabra. Los Costa y los Fabra se conocen
de siempre y el ahora juzgado siempre ha aupado a ambos hermanos a lo más alto.
El juicio hay momentos que suena a choteo, la
verdad. No lo digo yo, lo dice todo el que se pasa un día por el juzgado. A
veces hasta a Fabra le entra la risa. La parte buena es que ha llegado una
fiscal nueva que trata de saber con su principal arma: las preguntas.
A todo esto la patronal cerámica ha celebrado
elecciones y ha elegido a Isidro Zarzoso, industrial histórico de Castellón,
como nuevo presidente. Por delante le queda una lucha inmensa: pelear por hacer
entender al Gobierno que no es viable el aumento de costes energéticos a no ser
que quieran laminar una de las principales industrias de la Comunitat e Italia,
e incluso China y Brasil, ganen la partida. No sería raro, ya ha pasado con el
calzado, el textil y tantas y tantas industrias de la Comunitat que se han
quedado en un recuerdo y un suspiro constante de lo que fuimos.
Es una de las principales diferencias dentro del
mundo empresarial nacional. Los hay que tratan de producir y generar puestos de
trabajo contra viento y marea y otros buscan beneficios amparados por
legislaciones abusivas, como ha pasado en el Castor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario