Yo no me he acostado con usted. Al menos que
recuerde porque todos tenemos un pasado y yo hay noches y camas que he olvidado.
Lo digo porque no sé usted de dónde se ha sacado que yo, después de echar un
polvo, tenga ganas de charleta.
Sí entiendo su libertad de expresión, como yo tengo
la mía, que la defiendo a ultranza siempre, porque me va en la profesión, en mi
adn de periodista. Pero déjeme que le cuente algo. No es el primero que trata
de hacerme daño de una manera soez. Usted apenas sabe de mí, pero yo tengo a
las espaldas bastantes años de curro en esto y varios políticos de esta
provincia han movido hilos para que me echaran de mi puesto de trabajo. He
tenido enfrentamientos con alcaldes, directores generales, asesores,
concejales, cargos públicos importantes, de los que más.
Y de todos los colores políticos, le diré. Ya es
raro que te vete un político del Bloc, pero a mí también me ha pasado, que lo
sepa. Podría saberlo sólo con leerme en el periódico en el que ahora vivo,
donde tengo una columna de media página de opinión todos los lunes. Sé que su
economía no está muy boyante porque le han cortado el grifo, pero vale poco más
de un euro, de verdad, y escribo muy bien.
Y ya es raro que no lo sepa. Con lo muchísimo que he
escrito sobre la ejecutiva en la que usted está. Años, creo. Y me refiero a la
familia socialista de Castellón donde tengo grandes amigos. Profesionales
dignos a los que aprecio. Cualquiera que es alguien ha hablado conmigo alguna
vez, si no lo hemos hecho, ya sabe por qué: debe usted ser nadie.
Tampoco sabrá que conozco a todos los viñetistas que
trabajan en periódicos y que hacen obras de arte. Porque eso es un género de mi
oficio. A usted nadie le conoce. Lo que más me ha molestado es que usted por
cobardía se meta conmigo y no dispare a los de arriba. Sí le conocen, en
cambio, muchos de sus compañeros de partido. Ninguno me ha hablado bien de
usted. Ninguno. Le repito, ninguno. No reproduzco lo que me han contado porque
no somos iguales. Sí le digo que yo puedo hablar cuando quiera con la máxima
autoridad de su partido, usted no creo.
Usted puede llamar a la redacción de cualquier
periódico, radio, televisión o medio digital y le dirán quién soy. En mi culo
pelado de crónicas acumulo cagadas históricas y algún acierto. Pero resulta que
ese es mi talento: el periodismo. Ahora acumulo jornadas de 15, 16 y 18 horas
por cumplir con mis trabajos: cubrir la información de toda la provincia para
uno de los principales periódicos de la Comunitat y, además, gestionar parte de
la comunicación del Ayuntamiento de Onda, a través de redes sociales o de todo
lo que mis compañeros necesiten. Es uno de mis grandes defectos: volcarme en
todos los trabajos.
Ese debe ser mi pecado. En realidad es otro. Tal vez
haya sido defender su medio de comunicación siempre y a los profesionales que
usted tiene contratados, siempre. ¿Lo ha escuchado? Siempre.
Por último, ¿sabe una cosa? Todos los políticos que
me han intentado echar de un trabajo han acabado cayendo. Algunos les he podido
ver sentados en un banquillo (y contarlo) y otros derrotados por las urnas.
Podría ser su caso aunque como nunca ha llegado a nada, no creo que pueda caer.
Me despido con una disculpa, querido, por si lo
nuestro fue un polvo rápido en un mal
momento y no estuve a la altura. Todos hemos tenido un gatillazo o una etapa de
eyaculación precoz. Lo lamento. Lo que sí le diré es que en la semana en que
usted hace referencia en su viñeta no pude follar, básicamente por falta de
tiempo.
Compañeros, muchos ya lo sabéis porque me habéis llamado.
Quien quiera saber, tenéis mi móvil y mil formas de contactar conmigo.
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