lunes, 20 de enero de 2014

La vuelta al ruedo


Ya es mala pata que un jubileta como Carlos Fabra acabe salpicado por una corrida, en este caso, de toros. Porque el expresidente de casi todo tenía planeada una jubilación dorada pero la Justicia ha decidido impedirle el descanso. Los pensionistas ocupan su tiempo visitando obras, pero Fabra lo hace visitando el juzgado, que tiene más emoción que un autobús del Imserso rumbo a Benidorm.
 

Escuchaba el otro día decir que la gente mayor va perdiendo la capacidad de tener placer. Es decir, tal y como avanzamos en la vida perdemos la capacidad de disfrutar de la comida, el sexo y esas cosas. En la ancianidad, se sobrevive, aunque este no sea el caso. Carlos Fabra ha vivido abrazado al cariño en forma de votos y ahora la vuelta al ruedo la hará en forma de paseíllo ante el juez, como la Infanta.

Fabra ha disfrutado de la vida, de su gusto por conocer casinos y viajar por toda España para ver actos taurinos: de Andalucía a Nimes, pasando por Vall d’Alba. La buena vida, la buena comida, la buena bebida y el consuelo de mujeres guapas han ido acompañando al antes todopoderoso patriarca castellonense.
 

Ahora, parte de su tiempo libre lo deberá pasar ante un juez, volviendo a dar explicaciones, que es una cosa bastante cansina y me juego algo a que todavía guarda un golpe de efecto acudiendo a la llegada del primer avión al aeropuerto. Eso sí será una estocada.

El embrollo llega ahora de la corrida de la Beneficencia. Un acto taurino solidario que sonaba raro desde el principio. Como esas galas altruistas en las que las señoras acuden adosadas a un abrigo de visón o el paripé ese del rastrillo de Nuevo Futuro donde, más que ayudar al pobre, se pretende pasar una buena tarde y saludar a doña Pi (hermana del Rey).
 

Para ello la Diputación enviaba entradas por lotes a los ayuntamientos, quienes fueran o no tenían que acoquinar con los pases. Y si no se pagaba, se les restaba de donde fuera: de los gastos sociales o de una infraestructura. Lo que trasciende, más que una prevaricación, es la sensación de que se hacía con el dinero lo que les daba la gana y las cuentas de la Diputación eran como un ábaco de caprichos.

El personaje secundario es el eterno Francisco Martínez, alias Paco Placa, al que la mala suerte le muerde el bigote de nuevo. Martínez ha pasado de hombre de Fabra a hombre de Moliner en cuestión de un congreso y, en una semana, a hombre sin sombra.

Ya el presidente del PP, Javier Moliner, conocía el asunto del caso corrida y estuvo esperando a que Placa metiera un poco la pata para retirarle la confianza y los honores. Eso es evidente. Y encima, el final de la semana llegó con José Císcar, el vigilante de la cosa, para decir que, si por él fuera, Martínez estaría en casa.

Porque Martínez es vicesecretario del Comité Ejecutivo del PP de Castellón encargado de la zona centro. Pero su imputación es por un hecho “administrativo”, como ya ocurrió en su día con el alcalde de Castellón, Alfonso de la Plana, aunque por si acaso el primer edil Bataller cedió los trastos a Begoña Carrasco. Por el momento Martínez está indultado como algunos toros aguantando banderillas en forma de titular.

Cambiando de tercio, esta semana se organizó la cumbre de alcaldes. El acto reunió a casi todos y acabó en espantada del PSPV. Mientras el líder de Compromís (Nomdedéu de Twitter) no para de colar goles y conseguir, incluso, que se frene la privatización de parte del Provincial, el PSPV sigue a lo suyo.

Los alcaldes optaron por levantarse y conseguir una foto. Pero no todos. La de Les Alqueries, la incombustible Consuelo Sanz, hizo como si no les viera y se quedó sentadita. La primera edil, peluquera de profesión y muy vehemente, ha ido ganando batallas a lo largo de los años escudada con un secador en una mano y en la otra un arrojo inefable. Fue la protagonista de un enfrentamiento con el cura del pueblo y le ganó la batalla después de que el párroco peregrina por las redacciones vestido con sotana y una querella, dividiendo a medio pueblo.

Los socialistas eran pocos y no estuvieron unidos, mientras Nomdedéu, a la chita callando, va logrando ‘scoops’. Una mala faena la tiene cualquiera, aunque sí es cierto que Colomer y compañía animaron el día como si no hubiera suficiente tensión en la sala. Pues eso.

 

 Artículo publicado en Las Provincias 20 enero 2014

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