lunes, 27 de enero de 2014

Otro tiempo, otro Fitur


Por un momento me moría de envidia porque Gandía no estuviera en la costa de Castellón (o que las chicas preciosas promocionaran uno de mis pueblos). Es lo que tiene ir de graciosillo: te quieres adueñar de todo lo que tenga un tufo a risotada. Menos mal que con la provincia me basta y me sobra y que no hay mejor humor que el que destila últimamente el Consell y cada día amanece con un nuevo síntoma de derrumbe celebrado en Twitter.

Fitur ha dado y sigue dando momentos gloriosos a nuestra Comunitat. Mientras los periodistas recorren pasillos para cubrir todos los publirreportajes, los políticos siguen a lo suyo, que no es gobernar sino evitar perder elecciones. Hubo un tiempo feliz (como diría María Teresa Campos) en que Gurtel montaba el stand, Camps probaba langostinos y los Reyes visitaban el chiringuito. La losa de la actualidad se lo ha tragado todo, salvo los langostinos. Fitur no es lo que era pero sigue siendo un pequeño ejemplo de lo absurdo.

Dijo Javier Moliner (y no lo he soñado) que este año no iría a Fitur. Lo justificó en que allí debían ir los técnicos y que no hacía falta acudir en plena era de las comunicaciones. Dicho y no hecho. Al final apareció junto a Alberto Fabra y cerró 60.000 visitas de rusos a la provincia, él solito. Y es que si hay algo que nos excite a los de provincias es la visita de ricos aunque sea en chándal y relojes de oro, o de estrellas (George Clooney). Llevamos a Berlanga en el adn, en el disparo de los flashes y en la punta de los dedos para ponernos a escribir crónicas.

Hubo un año en que Francesc Colomer, entonces alcalde de Benicàssim, dijo que no iba a Fitur y entre todos se la liamos parda hasta que rectificó. Ahora, si dices que no vas, no pasa nada. Ahora por no estar ya no está ni el aeropuerto que sigue sin aparecer en la promoción: para llamar la atención ya hay chicas preciosas, finas y elegantes, no abusemos.

Moliner dijo que no iba y sí fue a Madrid. Donde no acudió fue a la presentación del cartel taurino de la Magdalena. Los nuevos gestores del coso aterrizaron con varias incógnitas para la feria y lamentaron que allí no estuviera nadie salvo los medios. Eso también es de otra época, cuando Fabra (Carlos) y su corte de honor convertían esta presentación en un evento que ríete tú de la Fórmula 1. De aquellos polvos, la polémica de la Beneficencia.

Con la crisis abierta sobre esta corrida, mejor no acercarse. Los nuevos dueños lamentaron la ausencia de apoyo ya que, por no estar, no había ni una representación de la Escuela Taurina de la Diputación ya que incluso criticaron que nadie les ha cogido el teléfono para organizar la tradicional tarde en que las jóvenes promesas del toreo participan en la feria.

Otro imputado al saco. Ahora, Vicente Farnós, quien durante años presidiera Castelló Cultural, la empresa pública absorbida por CulturArts y que arrastra polémicas y un déficit inexplicable a no ser que un topo lo clarifique (yo lo insinúo por si las moscas). En el grueso de los imputados no llama la atención, pero sí en Castellón donde Farnós es más conocido que el Fadrí.

Hablando de causas pendientes, el PP no va a mover ficha con respecto a Francisco Martínez. Los populares esperan que pronto se resuelva la cuestión y, en caso de hacerlo, sería un agravio frente a otros investigados como Susana Marqués o Mario García, que se enfrentan a juicios por sus gestiones como alcaldes.

A todo esto ya hay primarias en el PSPV. Puig, el dueño del castillo de Morella, volverá a currarse el partido y parte con la ventaja de haberse enfrentado en mil guerras de poder tras años y años y años de socialismo. Su talón de Aquiles en la provincia viene de la mano de Óscar Tena (la eterna promesa) que en dos semanas consiguió en su día arrastrar a un tercio del partido hacia su candidatura.

Una vez más, la política es el arte de entrar y no querer salir. En eso se resumirá todo porque de estas primarias y del acierto a la hora de prestar apoyos dependerá todo lo demás. Y más ahora, que con la Generalitat sitiada habrá más para repartir. Los nervios están a flor de piel, si es que les queda.
Artículo publicado en Las Provincias, 27-1-2014

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