Por un momento me moría
de envidia porque Gandía no estuviera en la costa de Castellón (o que las
chicas preciosas promocionaran uno de mis pueblos). Es lo que tiene ir de
graciosillo: te quieres adueñar de todo lo que tenga un tufo a risotada. Menos
mal que con la provincia me basta y me sobra y que no hay mejor humor que el
que destila últimamente el Consell y cada día amanece con un nuevo síntoma de
derrumbe celebrado en Twitter.
Fitur ha dado y sigue
dando momentos gloriosos a nuestra Comunitat. Mientras los periodistas recorren
pasillos para cubrir todos los publirreportajes, los políticos siguen a lo
suyo, que no es gobernar sino evitar perder elecciones. Hubo un tiempo feliz (como
diría María Teresa Campos) en que Gurtel montaba el stand, Camps probaba
langostinos y los Reyes visitaban el chiringuito. La losa de la actualidad se
lo ha tragado todo, salvo los langostinos. Fitur no es lo que era pero sigue
siendo un pequeño ejemplo de lo absurdo.
Dijo Javier Moliner (y
no lo he soñado) que este año no iría a Fitur. Lo justificó en que allí debían
ir los técnicos y que no hacía falta acudir en plena era de las comunicaciones.
Dicho y no hecho. Al final apareció junto a Alberto Fabra y cerró 60.000
visitas de rusos a la provincia, él solito. Y es que si hay algo que nos excite
a los de provincias es la visita de ricos aunque sea en chándal y relojes de
oro, o de estrellas (George Clooney). Llevamos a Berlanga en el adn, en el
disparo de los flashes y en la punta de los dedos para ponernos a escribir
crónicas.
Hubo un año en que
Francesc Colomer, entonces alcalde de Benicàssim, dijo que no iba a Fitur y
entre todos se la liamos parda hasta que rectificó. Ahora, si dices que no vas,
no pasa nada. Ahora por no estar ya no está ni el aeropuerto que sigue sin
aparecer en la promoción: para llamar la atención ya hay chicas preciosas,
finas y elegantes, no abusemos.
Moliner dijo que no iba
y sí fue a Madrid. Donde no acudió fue a la presentación del cartel taurino de
la Magdalena. Los nuevos gestores del coso aterrizaron con varias incógnitas
para la feria y lamentaron que allí no estuviera nadie salvo los medios. Eso
también es de otra época, cuando Fabra (Carlos) y su corte de honor convertían
esta presentación en un evento que ríete tú de la Fórmula 1. De aquellos
polvos, la polémica de la Beneficencia.
Con la crisis abierta
sobre esta corrida, mejor no acercarse. Los nuevos dueños lamentaron la
ausencia de apoyo ya que, por no estar, no había ni una representación de la Escuela
Taurina de la Diputación ya que incluso criticaron que nadie les ha cogido el
teléfono para organizar la tradicional tarde en que las jóvenes promesas del
toreo participan en la feria.
Otro imputado al saco.
Ahora, Vicente Farnós, quien durante años presidiera Castelló Cultural, la
empresa pública absorbida por CulturArts y que arrastra polémicas y un déficit
inexplicable a no ser que un topo lo clarifique (yo lo insinúo por si las
moscas). En el grueso de los imputados no llama la atención, pero sí en
Castellón donde Farnós es más conocido que el Fadrí.
Hablando de causas
pendientes, el PP no va a mover ficha con respecto a Francisco Martínez. Los
populares esperan que pronto se resuelva la cuestión y, en caso de hacerlo,
sería un agravio frente a otros investigados como Susana Marqués o Mario
García, que se enfrentan a juicios por sus gestiones como alcaldes.
A todo esto ya hay
primarias en el PSPV. Puig, el dueño del castillo de Morella, volverá a
currarse el partido y parte con la ventaja de haberse enfrentado en mil guerras
de poder tras años y años y años de socialismo. Su talón de Aquiles en la
provincia viene de la mano de Óscar Tena (la eterna promesa) que en dos semanas
consiguió en su día arrastrar a un tercio del partido hacia su candidatura.
Una vez más, la política
es el arte de entrar y no querer salir. En eso se resumirá todo porque de estas
primarias y del acierto a la hora de prestar apoyos dependerá todo lo demás. Y
más ahora, que con la Generalitat sitiada habrá más para repartir. Los nervios
están a flor de piel, si es que les queda.
Artículo publicado en Las Provincias, 27-1-2014
No hay comentarios:
Publicar un comentario