Ha vuelto la actualidad
de forma atropellada. Hay días que los titulares van perdiendo cuerpo tal y
como avanza el día. Es un clásico en las redacciones de periódicos, donde lo
único que manda es el imperio del tiempo. Lo que por la mañana puede abrir una
sección, a última hora del día puede ser un breve porque otra noticia haya
desplazado su presencia.
Pero ya digo que la
actualidad se agolpa como el turrón en las despensas: juicio a Blasco,
aeropuerto, financiación, encuestas y destituciones… Movidas. La cuesta de enero ha
llegado con golpes de efecto.
Detallo. El PP de
Castellón vive momentos complicados tras el calentón de Javier Moliner en forma
de anuncio. El comunicado llegó cuando los periodistas estábamos tirados en el
sofá haciendo zapping: destituía a Francisco Martínez por perder la confianza.
Esta expresión, en realidad, estaba en el asunto del comunicado, no dentro y,
me consta, fue un desliz ya que esa expresión había sido eliminada del escrito
oficial.
Moliner ejerció de hombre
fuerte y puso a temblar a medio partido. Ya cuando Camps fue absuelto dijo el
líder provincial que no bastaba con ser inocente, había que parecerlo. Y algo
así ha pasado con Martínez (alias Paco Placa), vicepresidente primero de la
Diputación y mano derecha de Carlos Fabra durante lustros. La sorpresa vino con
la resaca y con cómo se debilitó la contundente medida.
Moliner, al que no le
había temblado el pulso en su anuncio, decidió darse un tiempo para acabar de
laminar el fabrismo lo que supone ir alargando la agonía. Los melones abiertos
se pudren enseguida y eso debería saberlo el presidente.
Pero hablemos del
protagonista. Si Sonia Castedo usa Facebook para despotricar (como yo),
Martínez ha usado la política y no se ha librado de ser señalado como chanchullero:
la ley es muy elástica, otra cosa es la
ética. Al parecer (y el PP de credibilidad al tema) el alcalde Vall d’Alba
intentó que la depuradora de Borriol se construyera sobre terrenos suyos. Algo
semejante ya ocurrió con los terrenos del aeropuerto, cuando se le acusó de ser
beneficiario de varias fincas expropiadas pero entonces no se le defenestró.
Ahí no queda la cosa.
Martínez estuvo bajo sospecha porque se denunció que había inflado el censo de
Vall d’Alba empadronando a gente en casas vacías con el fin de ganar las
elecciones. La Justicia no demostró nada pese a que había empadronados hasta en
las papeleras. También adjudicó un contrato público a su hija (de Nuevas
Generaciones y exreina de fiestas) alegando que era la única que cumplía los
requisitos.
Al ahora casi cesado se
le conoce en su pueblo (qué cachondos) con el alias de ‘Placa’ por su afición a
las inauguraciones (con placa). Si en las fiestas patronales hay siete días, el
alcalde inaugura siete obras (o más) como un acto de los festejos. También el
ahora diputado sin competencia ha sido beneficiado con herencias de mujeres
mayores sin hijos del municipio. Yo, concretamente, recuerdo a la tía Teresa y
cuando le pregunté por el tema, con un hilo de voz sólo me dijo “eso es mi vida
privada, ella me quería mucho”.
Paco Placa también es
el excuñado de Karina (la del baúl de los recuerdos) porque es hermano de Juan
Miguel, el mítico estilista de fama nacional. Cada uno ha elegido un camino:
uno corta el pelo y el otro nos lo toma. La cantante ya denunció que estaba
vetada en Castellón desde hacía años porque su exmarido pertenecía a una de las
familias más importantes de la provincia, la casa de los Martínez, digo yo. Una
lástima, Karina en el FIB habría sido un puntazo para los modernos.
Esta semana Martínez entró
en una joyería de la calle San Vicente y, supongo que por ser buen cliente, pasó
directamente a la parte interna de la tienda para ver género, según cuentan mis
confidentes. El alcalde ha conseguido de todo para su pueblo: piscinas, institutos,
plazas de toro… Un fenómeno sociológico, ya digo, como su bigote.
Las elecciones las ha
ido ganando a golpe de infraestructuras y homenajes a la tercera edad pero, si
Moliner acaba por darle el pasaporte tendrá un problema en la alcaldía de Vall
d’Alba y otro enemigo, justo cuando Ciutadans busca descontentos y las
encuestas marcan el declive. La disyuntiva es si para ganar elecciones hay que
seguir haciendo la vista gorda.
Artículo publicado en las Las Provincias, 13 de enero de 2014
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