sábado, 30 de agosto de 2014

Canciones para encuentros horizontales


A algunos la música les acompaña desde que suena el despertador. Una banda sonora de los días. Algunos hacen selecciones para correr, para relajarse, para estudiar. Esta selección es gráfica, visceral, para tener en un CD en el coche (y que sirva para animar el cotarro), para comer un helado sobre la piel derretida de otro, para guardar en una memoria en el equipo de música de la habitación. La música en horizontal, vaya, para esos momentos, para seguir el ritmo, para subir pulsaciones, para correr(se), para morder, para empezar, para acabar. Let's go.
 
1. Girl you'll be a woman soon. La versión del clásico de Neil Diamond de Urge Overkill mezcla el rollito 70 con un grunge desgreñado y siempre es una buna opción para empezar.
 
 
2. Maybe. Janice Joplin. Temazo con sonido rock y tabaco: Momento de relajar los hombros
 
 
3. If I rulled the world, Jamie Cullum. Admito que el día que descubrí a Cullum fue como un disparo en la perspectiva, tema positivo con ritmo pausado. Cierra los ojos.
 
 
4. Ellie Goulding Figure 8. Vayamos subiendo las pulsaciones poco a poco. Goulding tiene varios temas que encajan como un guante en el ranking pero esta es la letra.
 
 
5.- Marvin Gaye, Let's get it on. Sensual porque sí, imprescindible.
 
 
6.- Satisfaction, Rolling Stones. Un clásico que no nos desconcentra del cometido en el que estamos inmersos. A moverse como Mick Jagger.
 
 
7.- Bombshell Ricky Lee. Esta canción sirve para el inicio de una sesión de running o de lo que sea. Cantanta australiana que pretende ser reina del pop y que mola, pero mucho.
 
 
8.- After dark. Nada más y nada menos, baja el ritmo, baja ¿lo pillas?, los detalles son importantes.
 
 
9.- Little Green back. Gracias Tarantino.
 
 
10.- Fever. Es quizá la canción más versionada, pero me encanta el 'in crescendo' de Bublé. También mola mucho el tema 'Let me go home'.
 
 
11. The way you look tonight, Sinatra. Sinatra siempre.
 
 
12. Misty, Ella FitzGerald. Su voz es sinónimo de sensualidad.
 
 
La lista podría seguir con Alicia Keys (girl on fire), Snow Patrol (Chasing Cars), Aerosmith (I Don't wanna miss a thing), Pegy Lee (Black coffe), Dead for you de Najwajean, algo de Dylan, el Suzane de Leonard Cohen... pero, ¿alguien puede aguantar tanto?

 

lunes, 25 de agosto de 2014

Los ojos de Paul Newman


A veces me da por pensar. Sólo a veces, que conste. Por escudriñar las almas ajenas, el esfuerzo por la empatía con el prójimo, un intento vano en la mayoría de ocasiones. Es como imaginar que se sentiría siendo Paul Newman, entrar en un lugar público y saber que todos están atentos a tu perfil y a tus ojos.

La versión femenina la encarnó Liz Taylor, pero ella despistaba sus pupilas violetas con pedruscos en el cuello, maridos y pelucones. A Newman le bastaba con una mandíbula cuadrada y una mirada líquida como un mar sobre la palma de la mano. De ahí que el mayor sinónimo cinematográfico de la belleza en la historia sea ‘La gata sobre el tejado de zinc’, a ver quién se resiste a no quebrarse las neuronas con aquella historia.
 

Tanto pensar me lleva a otras galaxias pero como este espacio está de mudanza, es lo que me apetecía. Me arremango sobre Castellón que es por lo que me pagan. Decía yo que me da por pensar y tratar de ponerme en la piel de otro, un método Stanislavski sobre el reportaje y en chanclas.

Y lo decía porque a veces, después de mil autopsias políticas emerge una cara oculta. “Siempre mejorando”, sólo con esa frase empecé a pensar como un castillo de fichas de dominó cayendo sin remedio. Esa frase acompaña el estado de Whatsapp de Carlos Fabra, que aguarda su entrada en la sombra bajo la canícula de 2014.

Un gerundio para un estado y una foto de perfil cambiada. Hasta hace nada tenía la de uno de sus nietos (los que recorrían el aeropuerto como nosotros recorríamos el pasillo de casa en triciclo). “Él dice que está tranquilo, pero de eso nada. Está mayor, agotado… Sólo en la intimidad muestra alguna debilidad, pero la cárcel es algo en lo que no quiere pensar”, me cuenta un confidente.

Es lógico, al fin y al cabo, que acabar en la trena al borde de los 70 no debe ser lo más cómodo del mundo. Fabra atesora la decepción desde hace meses, años, convertidos en rencor. Él sabía que iba a pasar, que en el momento en que dejara el poder las caricias en el lomo iban a escasear pero nunca pensó que todo pasara tan deprisa, en menos de una legislatura de plazo la soledad fría de la cobardía política se ha cristalizado como una tormenta oceánica.

Pero agosto es Rototom todavía. El festival no atesora gente de relumbrón (en cuanto a empresariado y tal) pero ha sido el foco de Podemos. Llegó Juan Carlos Monedero para explicar cómo ideó la formación de Pablo Iglesias y lo hizo como Norma Duval: con admiradores que en lugar de joyas le regalaban proclamas.

El Rototom es un refugio de los que ven el mundo con un prisma distinto. Eso que los grandes partidos llaman antisistemas pero que se ganan la simpatía del pueblo, como ya ocurriera hace dos años con Sánchez Gordillo en plena era asalta supermercados.

Monedero se refugió en la zona VIP del festival (para eso no hay castas) y alivió el calor y la fiebre de éxito a base de cubatas mientras se dejaba querer (para esto, tampoco). La estrella era él y se mereció todos los ‘gintonics’ que quiso. Lo ha sido en un festival que ha llegado tras un verano crítico ya que los fibbers este año no sólo han ahorrado en agua, también en todo lo demás y el comercio local de Benicàssim estaba escandalizado por la falta de consumo.

El viernes por la noche Benicàssim era como una fiesta de ‘ex’ pasando por mi libreta. Primero Juan Costa, exministro y exmandamás quien, acompañado por un vistoso amigo con un parche en el ojo, se mostraba rejuvenecido. Costa, ese señor capaz de dormir a cualquier periodista en una entrevista se dejaba llevar por la música de Burning. De vez en cuando miraba por encima del hombro por si conocía a alguien pero las vacaciones y el agujero negro del pasado le hacían flotar sobre su pretendida camisa hipster (que no lo era). A pocos metros otro ex, exsocialista, Juan María Calles exhibía delgadez en el mismo local. Calles no movía la cadera y no iba adosado a ninguna copa, conste y menos mal porque a la salida había controles policiales.

Mientras Alberto Fabra ha desparecido y se ha quedado de lugarteniente la ‘generala’ Isabel Bonig que se rompe la cara por su partido. Mal va el PP cuando una de sus jefazas debe recordar que ser del partido no es una vergüenza y se debe reivindicar. Bonig también se ha encarado con los empresarios y tira de la alfombra de Ximo Puig allá por donde pasa. La generala tiene el verbo rápido y la mala leche dialéctica que se le presupone para el cargo, aunque tenga corazón de magdalena con chocolate. Gana a Fabra en mucho, salvo en días libres. Hace bien Fabra, que nos quiten lo ‘bailao’, total.
 
Gracias a Juan Carlos Ferriol que siempre confía en mí, me defiende y se inventó esta sección porque le gustaba como escribía. A los compañeros que me han ido pasando cotilleos, negritas y anécdotas (Roberto, Rosabel Tavera, Laura Muñoz, Alberto Marco, Sara Fructuoso, Lorena Ortega o Marta Hortelano entre otros). A todos los que siempre decían que se esperaban reír cada lunes con estas crónicas. Y gracias a todos los que aún seguimos yendo a lo nuestro, Que nos quiten lo bailao
 

martes, 19 de agosto de 2014

Protocolo para actuar ante el sexo con desconocid@s


Como verás soy un tipo polifacético. Igual escribo de aeropuertos, de juicios, de sucesos, de Pantoja que de echar un polvo. Es la crisis (a más artículos, más se cobra) y mi infinita vocación de servicio público.

He detectado que siempre hay quien nos explica cómo comportarnos en una mesa, en una boda, en un funeral… Pero nunca nadie nos cuenta qué hacer ante un calentón, porque aquí vamos a analizar qué se debe y no se debe hacer ante un contacto sexual repentino. El problema es que todo el mundo cree actuar bien ante estas situaciones, pero no. Echar un polvo con alguien desconocido tiene sus normas. Y yo esto lo sé por lo que me han contado, que conste.
 

1.- Mejor no hables. Antes de meter la pata, no digas nada. Es muy probable que no recuerdes el nombre o que estés pensando en tu ex y ante eso, mejor callar. Es muy habitual que las chicas crean que deben dar conversación en estos casos. No, queridas, a lo que estamos. No digo yo que haya que guardar silencio, pero las charlas para luego, ahora es mejor un susurro que tenga que ver con lo que está pasando.

2. Sé solidari@. En la cama existen tres tipos de personas: los que van a lo suyo (egoístas), los que sólo están pendiente de la pareja (pánfil@s) o los que disfrutan viendo disfrutar a la otra (en su justa medida). En esta ocasión hay que estar pendiente de uno mismo pero sin pasarse. Frases como ‘¿te ayudo?’ son necesarias en esta situación. El sexo, pequeñines, no es como en las películas y el orgasmo es el único The End aceptable hemos venido a este mundo para ayudarnos.

3. Sé amable, desdramatiza. Estás pasando un buen rato y es muy probable que hayas acabado en esta tesitura a las tantas de la madrugada tras bajar el listón, es lo que se conoce como elegir entre el ‘rebuig’. No te avergüences, en peores plazas hemos toreados y hemos salido a hombros. Aunque sea mentira, haz a la otra persona sentirse deseada y destaca algo que te guste mucho: los ojos, las caderas, las espalda…
 

4. No experimentes. Por norma general, el primer polvo con alguien suele ser un poco desastre. No te flipes y ve a lo seguro. No estamos en el Circo del Sol, vale? Todos sabemos el ABC de las posturas que son en este momento como un traje negro. El arte de la seducción implica que alguien haga lo que tú quieras sin pedirlo. La cama es como una cancha: no verbalices tus deseos, insinúalos.

5. Un poco de higiene. Uno de los grandes problemas surge al terminar. Amiguitos, dejar el preservativo usado sobre las sábanas sin preguntar es de muy mal gusto. Mejor pregunta dónde está la basura. Lo mismo que si debes usar luego una toalla de la otra persona, es mejor pedir permiso.

6. Despedida. Es lo más incómodo. Hay gente muy pesada que se empeña en dormir juntos, que es como llamar a Telepizza y que el pizzero se quede a cenar, pero allá cada cual. Lo más correcto es aguantar cinco minutos y poner cualquier excusa para salir pitando. Un beso ligero de despedida es aceptable.

7. Disfruta, que te quiten lo bailao. Pues eso.

lunes, 18 de agosto de 2014

Un bloody mary con Lauren Bacall

Disfrutemos mientras podamos compañeros
 
El verano se extiende como una mancha de alquitrán hirviendo. Un mazacote pegajoso que tapa titulares y la actualidad queda inamovible bajo un cemento de vacaciones y teléfonos apagados. Es lo que tiene trabajar en agosto, ese mes en que hasta los corruptos descansan.

En realidad agosto es el mes de la génesis para los titulares que luego nacerán a lo largo del año y se irán destapando a golpe de investigación judicial. Agosto fue el mes en que Urdangarín conoció a Matas, por poner un ejemplo. Con media Comunitat descansando (y la otra, también), para escribir una columna sólo queda una opción: aparcar el portátil y coger una colchoneta.

Este verano en Castellón la actualidad se ha focalizado en uno de los locales más míticos de Benicàssim. El hotel Voramar, una villa histórica asentada sobre la arena de la playa, ha venido a ser el punto neurálgico de la realidad y una concentración de negritas. Peñíscola es la verdadera joya del turismo, pero el poder se concentra en Benicàssim que aterriza una vez se ha despejado la ciudad de ‘fibers’.

El empresariado y los políticos siguen apostando por Benicàssim y la urbanización Platgetes de Oropesa. Poco más. El relevo generacional no cuenta. Los días se suceden e igual un imputado se lleva a toda la familia a Acuarama.

El Voramar se construyó hace dos siglos pero no fue hasta 1930 cuando un grupo selecto de turistas consideró que era idóneo para convertirse en un club social. Esta villa es la punta del iceberg del colorín local y se aposenta iluminada con farolas barrocas que parecen extrañas algas. Hasta Hemingway se dejaba caer por allí y sólo durante la Guerra Civil detuvo su acelerada vida social para convertirse en hospital de los caídos en la batalla de Teruel.
 

Tal vez anestesiado por este verano con sabor a pistacho, en mi imaginación llegué a creer que Lauren Bacall y Bogart se habían tomado un bloody mary en su terraza, pero los camareros me sacaron del espejismo: ni eso ni nada por el estilo consta en acta.
 

A falta de noticias, el Voramar viene bien. Por allí han ido desfilando los poderes públicos. Si todos los planetas giran alrededor del sol, todos los populares lo hacen en torno a Alberto Fabra, cuya residencia vacacional está en Benicàssim.

De ahí que no sea raro encontrarse un coche oficial en la puerta del mítico hotel con un impertérrito chófer con gafas de sol, traje y sudando gotas de agua por el tubo de escape. Dentro puede encontrase uno a cualquiera o a González Pons desayunando, a la espera de reunirse con Fabra.

Más ejemplos. Vicente Rambla y Manuel Cervera coincidían en Benicàssim el sábado por la mañana y, aunque estaban en mesas cercanas, ni se saludaron. Los dos iban con el uniforme de político de verano. Mis compañeros Roberto Marín y Laura Muñoz me tienen al tanto de las costumbres gastronómicas de las altas esferas y cazan negritas que me sirven vía Whatsapp. Ayer mismo Rafael Blasco y señora (serios y circunspectos) compartían mesa y tinto de verano en Benicàssim mientras mis compañeros se lamentaban: uno no puede salir a la calle sin compartir servilleta con un imputado.

El Voramar es, ya digo, lo más parecido a Puerto Banús y sobrevive a todas las modas. Como el centro de la ciudad, donde uno puede toparse con Andreíta (la de Jesulín no, la de Carlos Fabra) cenando con unos amigos de siempre con coleta relamida.
 

Los estertores de la familia Fabra crearon el primer terremoto del verano con un julio incipiente al pedir un indulto para el patriarca. La Audiencia Provincial de Castellón citará a Fabra el 3 de septiembre para que conozca su destino presidiario pero esta petición de una gracia ministerial puede dejar en el aire su ingreso en la trena.

Sólo un susto nos hemos llevado esta semana y no era para tanto. La Generalitat ha ingresado 660.000 euros al CD Castellón, un club histórico que se lame las heridas de los buitres que le han rodeado en los últimos tiempos. La afición lo ha visto de justicia, un acto poético y se han encargado de escupir en Twitter contra los periodistas que cuestionaban que el fútbol (fuera el club que fuera) viviera años y años con patrocinios públicos. El fútbol es así.

sábado, 9 de agosto de 2014

Mis idiotas favoritas


A diferencia de la mayoría de la gente, yo busco a propósito la telebasura. Lo hago para que no me pase como a esos que dicen que se la encuentran haciendo zapping, llámame previsor. También soy un defensor de la cultura pop, más allá de Andy Warholl, y creo que todo lo que nos rodea nos influye, aunque algunos se empeñan en negarlo.

Si en mi periódico fueran listos, ya hace tiempo que me hubieran puesto en bandeja una sección veraniega. Yo me imagino con un portátil sentado viendo el mar de Marbella, con pespuntes de espuma. Yo estaría oculto bajo unas Ray-Ban largando todo lo que viera. A gastos pagados, mi cultura social es inmensa y quedaría reflejada en crónicas con sabor a coca-cola y pollo al ast. Sin ir más lejos, mi nuevo sueño no es conocer Tánger, sino el ático de Chipiona de Amador.

Carmina Ordóñez: La mujer que vivió pegada a una melena. Durante años Ordóñez fue elegida la mujer más odiada de España porque nadie le perdonaba vivir sin dar un palo al agua. Sus esfuerzos se centraban en lavarse los pies con cerveza en el Rocío. Cuando murió ya se habían hecho tantas autopsias sobre su vida que los cirujanos no encontraron piel sobre la que meter el bisturí. Representante de un era, de su propia marca macilenta, de sábanas aireadas en su propio negocio. A mi plin, yo soy Ordóñez Dominguín. La muerte de Carmina alcanzó cuotas de muerte papal y se convirtió en un claro ejemplo de que la prensa rosa actúa como los sueños: mata a los vivos y resucita a los muertos.
 

Ana Obregón: En los años 80 y 90 empezaba el verano con su posado en la playa. Ahora el verano comienza con la llegada de las sandías, antes con los melones de Obregón. Sin ser guapa, ni tener buen cuerpo, ni saber hacer nada bien, el posado era la excusa para mostrar la desnudez de la estulticia. El caso es que ella siempre ha creído ser guapa, inteligente y tener talento. Obregón llegó antes que Paris Hilton y después que Granujita Diaz y combina cosas de los dos mundos, desatando los deseos de ser rubia, un objeto del deseo embarrado.
 

Sofía Mazagatos: De Sofía tres momentos. Uno: Acudió a la presentación de un libro de Vargas Llosa y tras preguntarle si era seguidora del insigne escritor, dijo: “Le sigo mucho, pero nunca he tenido la suerte de leerle”. Doy por hecho que le seguía al Pryca, al notario o a la farmacia. Dos: Antes de comenzar una entrevista reclamó la presencia del periodista para quejarse “tengo hambre… a nivel bocadillo”. Tres: Una entrada triunfal en un plató de televisión donde la presentadora le dijo “Sofía, qué guapa estás en persona!”. Ella aceptó el reto con un “sí, yo también me gusto cuando me veo en persona (humana)”.

Jesús Gil: Alias Mobi-Gil en alusión a la ballena Mobi-Dick. Que Gil fuera alcalde por aclamación fue bastante para que nos hiciéramos una idea de lo que venía. La burbuja inmobiliaria, la corrupción, la prevaricación y el sobrepeso los inventó Gil y Gil, metido en un jacuzzi con jacas en bikini y una cadena de oro. La muerte del primer Torrente nos evitó ver a los Urdangarines chanchulleando en Marbella y su ejemplo de cómo forrarse se ha extendido como el chapapote. Cuando a Gil le condenaban a años de trena el pueblo salía en manifestaciones para pedir un indulto. Como ahora.
 

Carmen Martínez-Bordiu: Durante años Martínez-Bordiu se declaraba franquista por herencia familiar. España es un país raro donde la Transición hizo olvidar el pasado: si lo que recuerdas hace daño, no recuerdes. En todos los países, tras la muerte de un dictador su familia acaba exiliándose por presión moral, el peso de los muertos sobre sus hombros. En España siempre es al revés. Martínez-Bordiu ha sido la generalísima de las portadas del Hola!. Ella siempre ha estado dividida en dos: una cabeza franquista y un coño democrático.

Granujita Díaz: Con la muerte de Sara Montiel, Marujita ha pasado a semifinales. Vive de las joyas y la fortuna que hizo cuando las folclóricas eran como ahora es Cristiano Ronaldo y sólo sale de casa cuando se tiene que disfrazar de entierro. Ha estado en más exequias fúnebres que en carteles de películas.
 

Bárbara Rey: La domadora es la inventora de Twitter. Años antes de que la red social propagara el rumor, ella supo acertadamente envolver su vida con un amante poderoso al que había grabado. No me lo creo. Si sabemos el verdadero papel de Corina o la afición de Juan Carlos I por los elefantes, ¿Por qué nadie le pregunta abiertamente?

Julio Iglesias: En los años 80 Julio posaba con un albornoz blanco y miraba su frente quemada en el reflejo de las piscinas de Miami. Iglesias ha sido durante años el ejemplo de la tontería, del Photoshop que arranca los pliegues de sus orejas, el pionero de las hombreras y las americanas cruzadas. Junto a él mitos como Baltiare, Chábeli, Julay José, la propia Preysler. Llamó a su perro Hey y arrasó entre los chinos con una sonrisa embalsamada.
 

Elena de Borbón: La exinfanta de limón. Durante años ha tenido que soportar que toda España piense que tiene un retraso. Por comparación siempre ha sido la infanta fea, la tonta. Cristina, investigada ahora por presunto trinque, era la guapa, la lista. Mientras nos resignábamos veíamos a Estefanía y Carolina como ejemplos. Pero España es como Mónaco. Ella misma, según su biógrafa, es consciente de los rumores, de su parecido con las Meninas, de la maldita herencia de los borbones que trajo a España la reina Victoria Eugenia. Su aportación han sido lagrimones en Barcelona 92, más recordados que Cobi.

Caritina Goyanes: Cuando la hermana de Caritina, Carla, se enrolló con Francisco Rivera, Eugenia Martínez de Irujo (ex del torero) tuvo un desliz y fue grabada a traición. Dijo “Carla tiene una hermana gorda a la que la familia esconde por vergüenza”. Fue titular de portada de Lecturas el mismo día en que Caritina aterrizaba de Londres y los periodistas el preguntaban: ¿es verdad que tu familia se avergüenza de ti por ser gorda? Yo pensaba en Caritina, en sus amigos, en sus lorzas que escondían la bondad entre sus pliegues. Su triunfo fue hacer de la obesidad virtud, crear una empresa de catering y reconocer que no puede hacer dieta porque tiene que probar las croquetas. Su Instagram es un buffet libre de buen rollo que cotiza al alza, como la grasa trans.
 

La lista podría seguir con Elsa Pataky que tiene dos películas buenas (pero las ha dejado a un colega y no se las devuelve), con Campanario, Carmen Lamona, Belén Esteban, Sofía de Grecia, Isabel Pantoja, Ricardo Bofil o Franscisco Rivera, pero ya habrá una segunda parte.
Gracias a Carmen Rigalt por el concepto de 'idiotas favoritas' y por tantas crónicas veraniegas.

 

 

 

sábado, 2 de agosto de 2014

15 cosas por las que mola el verano


1.      Los helados de limón.

2.      Las siestas de color naranja.

3.      La piel dorada sobre una sábana blanca.

4.      Inventar recetas con tomates.

5.      Leer una novela del tirón. Descubrir un gran libro.

6.      No saber en qué día estás. No saber qué hora es.

7.      La sandía. Las cerezas. El melón.

8.      Bañarte de noche.

9.      No usar despertador.

10.  Las berenjenas.

11.  El sexo tibio.

12.  Escribir por placer.

13.  La ropa. Los colores. Los bañadores.

14.  Los amores que duran lo mismo que un hielo sobre los hombros.

15.  La vida improvisada. Descubrir que sigues siendo un niño.