En plena era de la
depilación láser Javier Moliner sigue apostando por lo clásico: la cera
caliente. Como aquellas viejas máquinas en las que se iba creando un engrudo
verde de cera hirviendo que luego se aplicaba sobre la piel para zas!, arrancar
el vello. El PP de Castellón está en plena operación bikini y la cera brasileña
forma parte de ella.
La limpia del PP de
Castellón se está centrando en la vieja guardia y, en concreto, en la pelusa
superior del labio. Primero fue Francisco Martínez (bigote número 1) y esta
semana le ha tocado el turno a Adelino Santamaría (bigote segundo). Más que
fetichismo se trata de ajustar cuentas porque, o mucho me equivoco, o al final
habrá cera para todos, alguna mujer incluida.
No es que Moliner tenga
nada en contra del mostacho ni de los ‘hipsters’ (espero y confío) sino que
tiene otra forma de ver las cosas. La estética común de los cercanos al actual
líder va otro lado: todos tienen cara de sanotes y llevan la honradez a la
misma altura que el sobrepeso.
Santamaría se ha
marchado precedido por el escándalo de la depuradora, que sigue pendiente de
solución final como las series de culto. El alcalde Borriol ha aguantado años y
años gracias a las movidas internas de la oposición y con el exotismo de ser el
único alcalde pelirrojo de la provincia (hasta que llegó Óscar Clavell) y entre
sus grandes logros está la mítica carrera de burros que realiza todos los años
el municipio. Eso y la representación de la Pasión en Semana Santa.
El todavía primer edil
ha cosechado victorias electorales con el PSPV desangrado en una guerra
insólita con denuncias personales y un edil tránsfuga que se montó un
chiringuito independiente y que, al final, ha tenido la llave de todo el
municipio. En fin.
Adelino ha sido un
secundario de lujo en la historia de la política provincial y entre sus grandes
éxitos destaca cuando aprovechó el descanso de la orquesta en plenas fiestas
patronales para coger el micro y, desde el escenario, exhibir las denuncias
recibidas contra el ruido de la carpa por varios vecinos. “Nadie les ha
obligado a venir a vivir a Borriol”, gritó como un líder revolucionario de los
quintos. Él fue el germen del 15M, fijo. Luego colgó el nombre de los 107
vecinos que habían denunciado la contaminación acústica para que fueran señalados.
Mariló Montero, querida, en Borriol tienes la horma de tu zapato.
Por su parte, las
costuras del PP de la provincia se están acoplando a los nuevos tiempos y
soportan con estoicidad de roble los golpes porque la cera caliente siempre
está a punto para dar un tirón y solventar una crisis. Que no se diga. Los
Globos de Oro son la antesala de los Oscar y las actuales destituciones son la
víspera de lo que será la sangría final que todavía tiene nombre propios. Al
tiempo.
A todo ello el
presidente popular ponía un elemento incómodo sobre la mesa: se cambiaba la
normativa de la Diputación para que, quien no trabaje, no cobre. Esto es lógica
pura y dura pero sabemos que en la vida pública con la lógica se lían un puro.
De hecho ni siquiera en las empresas privadas sucede porque siempre hay alguien
experto en el maravilloso arte del disimulo.
El reglamento se ha
impulsado para evitar que Martínez (elijan alias) cobre por dedicación
exclusiva cuando no tiene competencias. Lo curioso es que el PSPV se ha opuesto
de manera furibunda cuando ellos todavía no han conseguido desalojar a Juan
María Calles del Ayuntamiento de Castellón.
Calles fue candidato a
la alcaldía pero no se habla con sus compañeros y ahí sigue, al calor del
dinero público sin coger llamadas, sin opinar, sin intervenir… Se enrocó tanto
en el cargo que hizo que en el pleno de investidura del entonces alcalde
Alberto Fabra los socialistas votaran en blanco por no apoyarle. En este caso
no hay cera posible.
Casi como la petición
de que se libere la AP7 para evitar más accidentes en la N-340. Eso mismo pidió
el PP cuando estaba en la oposición y lo negó el PSOE de Magdalena Álvarez.
Aquí entre todos nos toman el pelo y mejor nos iría si fuéramos calvos.
Artículo publicado en Las Provincias 24-febrero-2014
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