lunes, 17 de febrero de 2014

Un príncipe para la cerámica


Dirás que hemos vivido en un desierto. Por varios factores. Por un lado las temperaturas se han disparado a nivel de Magdalena (de Fallas, para que me entiendan) y, por otro, en Castellón no ha quedado nadie estos días. Cevisama ha empezado a recuperarse y ya se mira al espejo de lo que fue en otro tiempo.

Uno estos días podía aparcar donde quería, las autovías estaban medio vacías, los gimnasios… Medio Castellón se disfrazaba de feria y sólo por las noches empezaban a aparecer señores con corbata bajando de los coches, como los enanitos de jardín que se encienden al caer el sol en las urbanizaciones todos los veranos. Pero el calor es un espejismo, como puede serlo la recuperación. Yo no me fío.

La feria arrancó con la presencia del príncipe Felipe, que siempre viste mucho. El marido de Letizia (es decir, su llegada) alicató el certamen de futuro porque el heredero es casi el único de su familia que mantiene su imagen. Visitó empresas, acarició baldosas y estrechó manos, todo a la vez. Le sorprendieron las texturas y los diseños de los azulejos. El matrimonio Asturias al completo ya inauguró hace unos años la feria y, hay que admitirlo, Letizia siempre se lleva más flashes y comentarios.

La sagacidad de los empresarios no sólo ha conseguido que haya baldosas que parecen piel de cocodrilo sino que al día siguiente de acabar un conflicto internacional, ahí están las azulejeros para ayudar a reconstruir cualquier país a base de obra y revestimiento.

La profesionalidad del príncipe contrastó con la mala leche del ministro Soria que llegó para hacerse fotos y no encontró ni un aliado. Desde su Ministerio no paran de dar malas noticias al sector cerámico, a las fritas, a los esmaltes y a los colores. Subiendo las tarifas de forma radical en los costes fijos no hay quien encuentre un abrazo. Soria no atendió a los medios y llegó para no decir nada, mosqueando más a los empresarios.

El sector suele ser acogido con los brazos abiertos en casi todos los países mientras soportan el ninguneo de su propio gobierno (a veces, hasta del autonómico) porque ellos, como se duelen, no venden coches.

El éxito de Cevisama siempre es difícil de prever en el corto plazo. Los indios y árabes que llegan con fajos de billetes suelen cerrar los tratos pasadas las semanas, pero los atascos han sido un buen augurio. Los accesos a Feria Valencia de tres horas nos han devuelto a la realidad: esto no es el primer mundo.

La feria tiene varias lecturas. Por un lado la objetiva: las ventas y volumen que suponen para el sector que más exporta en la Comunitat y de cuyos resultados depende la balanza externa comercial de la autonomía. Por otro lo superfluos. El mamoneo, para que me entiendan. Las comidas en los expositores y el viejo hábito de las relaciones y ahí, ay señor, los políticos juegan un papel destacado.

Cevisama es a los políticos lo que un jueves por la noche es a los universitarios. Ni un partido se ha resistido a picotear por los expositores y más con la presencia de Felipe de Borbón.

Todo esto a 60 kilómetros de Castellón porque lo que es aquí, poco más. Morella se ha intentado hacer un hueco en la actualidad. La capital de Els Ports siempre ha sido la punta de lanza del socialismo y Ximo Puig su defensor. Ahora, con Puig en otras guerras, tiene quien le guarde el castillo. En el municipio han enviado una circular: que los niños vayan al colegio con abrigo porque no hay dinero para calefacción (por culpa del Consell, se entiende).

En el otro lado del socialismo, Óscar Tena, (que es como el Monago de Alberto Fabra pero de Puig) ha pedido ayuda a la Diputación para demandar a la Generalitat (por las deudas) y de momento ha encontrado eco.

A falta de movidas políticas los sucesos siempre ganan peso. El mismo punto de la N-340 ha registrado dos muertos en dos días consecutivos. La siniestralidad de la principal carretera que cruza Castellón roza los límites de lo fortuito y cuando uno circula por ella se le acumulan las fotos con manchas de sangre en el arcén en la retina. Pero pese a los muertos la infraestructura nunca está en ninguna agenda política, los muertos, digo yo, no votan.

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