miércoles, 4 de septiembre de 2013

Otros veranos, otra provincia

Voy a empezar con un lamento. O dos. El primero es que Teófila Martínez no sea de Castellón (sería una vía rápida para teclear esta página) y el segundo es que este debe ser el agosto más aburrido de la historia en la provincia. Lo del aburrimiento lo dice todo el mundo, al menos todo el mundo que yo conozco.
Lo de Teófila es una verdadera pena. Yo tuve que cubrir una visita que hizo al pueblo gaditano afincado en Castellón y la señora decidió disfrazarse con su gente para celebrar el carnaval pero en mayo. Ya entonces pensé que una Raffaella Carra así no estaría mal para la provincia (con perdón de Carmen Amorós). Luego me explicaron que no iba disfrazada, que era así.
Estoy por pensar que lo más importante que ha pasado en Castellón es que el otro día fui al bingo por primera vez y canté línea. Lo hice en un intento desesperado por encontrarme con alguien para luego contarlo aquí mismo, porque si uno va a un ayuntamiento sólo va a encontrar silencio salvo algunas excepciones.
Aunque conozco políticos que han decidido no hacer vacaciones, la mayoría debe estar de siesta en siesta o no me lo explico y lo peor es que aún queda agosto para rato. En Castellón la atención en verano la captan los festivales, algún suceso aislado y el bou al carrer.
Hubo un verano en que, este que lo es, llegó a publicar un reportaje sobre la presencia de famosos en las playas de Castellón. Eran otros tiempos. Entonces María José Campanario veraneaba en Oropesa y Belén Esteban con Andreíta (la hija de Carlos Fabra no, la otra), en Peñíscola. La cosa tenía su aquel porque ellas eran archienemigas, estaban a pocos kilómetros y las portadas de las revistas del corazón sacaban las dos playas como un ring.
Después de aquello mis jefes me vieron capacitado para escribir de política, y ahí sigo. Como verán, he tocado todos los palos, pero es lo que tiene el periodismo provincial que igual tienes que saber de urbanismo, que de fútbol que de impuestos, por si las moscas.
Porque Castellón tuvo su época dorada. Aclaro: eran tiempos de desfase en los que soñábamos con campos de golf, un aeropuerto, hoteles y una María Jesús y su acordeón. Un pueblo como Moncofa fichó a una cantante que entonces salía en Canal 9 (Noelia Zanón) como imagen. Se decía entonces que cobraba una pasta gansa.
Fue entonces cuando Calatrava presentaba maquetas y un pueblo como Sant Jordi anunciaba que iba a tener un casino (con dos grupos inversores detrás), Morella un gran complejo dedicado a los dinosaurios o un parque temático para Cabanes.
Todo era posible. Ya digo que era otra época y Víctor Campos iba a ser el sucesor de Carlos Fabra y Vicente Rambla atesoraba poder en el Consell. Entonces todo se apuntaba en una libreta, se comunicaba uno por sms y los periodistas se hacían expertos en cualquier gilipollez porque las redacciones engrosaban al ritmo de la publicidad.
Un día hablando con un periodista catalán me dijo que él estaba centrado en el Estatut catalán y se sabía los artículos mejor que la clave de la Visa, yo callé que entonces era experto en edificios ilegales en la costa por simple apuro.
Eran otros agostos, otro periodismo, otra provincia. Menos mal que todavía quedan políticos que entonces estaban y ahora siguen estando y todo apunta a que van para largo. Ahora, para ver relumbrón habrá que esperar al juicio de Carlos Fabra que traerá como testigos en octubre a ministros y gente de portada.
Todo en Castellón ha cambiado y el nuevo PP ha traído cordura achuchado por la crisis y el paro, mientras el nuevo PSPV es casi el viejo PSPV salvo honrosas excepciones. La realidad es que se fabuló por encima de las posibilidades, de las suyas, no de las nuestras.
Comento todo esto con un amigo periodista y él, sin darse cuenta, me da el final: que casi todo ha cambiado mientras Belén Esteban permanece. Pues tiene toda la razón.
 
Artículo publicado en Las Provincias (26 agosto 2013)

 

 

 

 

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