Voy a empezar con un lamento. O dos. El primero es
que Teófila Martínez no sea de Castellón (sería una vía rápida para teclear
esta página) y el segundo es que este debe ser el agosto más aburrido de la
historia en la provincia. Lo del aburrimiento lo dice todo el mundo, al menos
todo el mundo que yo conozco.
Lo de Teófila es una verdadera pena. Yo tuve que
cubrir una visita que hizo al pueblo gaditano afincado en Castellón y la señora
decidió disfrazarse con su gente para celebrar el carnaval pero en mayo. Ya
entonces pensé que una Raffaella Carra así no estaría mal para la provincia
(con perdón de Carmen Amorós). Luego me explicaron que no iba disfrazada, que
era así.
Estoy por pensar que lo más importante que ha pasado
en Castellón es que el otro día fui al bingo por primera vez y canté línea. Lo
hice en un intento desesperado por encontrarme con alguien para luego contarlo
aquí mismo, porque si uno va a un ayuntamiento sólo va a encontrar silencio
salvo algunas excepciones.
Aunque conozco políticos que han decidido no hacer
vacaciones, la mayoría debe estar de siesta en siesta o no me lo explico y lo
peor es que aún queda agosto para rato. En Castellón la atención en verano la
captan los festivales, algún suceso aislado y el bou al carrer.
Hubo un verano en que, este que lo es, llegó a
publicar un reportaje sobre la presencia de famosos en las playas de Castellón.
Eran otros tiempos. Entonces María José Campanario veraneaba en Oropesa y Belén
Esteban con Andreíta (la hija de Carlos Fabra no, la otra), en Peñíscola. La
cosa tenía su aquel porque ellas eran archienemigas, estaban a pocos kilómetros
y las portadas de las revistas del corazón sacaban las dos playas como un ring.
Después de aquello mis jefes me vieron capacitado
para escribir de política, y ahí sigo. Como verán, he tocado todos los palos,
pero es lo que tiene el periodismo provincial que igual tienes que saber de
urbanismo, que de fútbol que de impuestos, por si las moscas.
Porque Castellón tuvo su época dorada. Aclaro: eran
tiempos de desfase en los que soñábamos con campos de golf, un aeropuerto, hoteles
y una María Jesús y su acordeón. Un pueblo como Moncofa fichó a una cantante
que entonces salía en Canal 9 (Noelia Zanón) como imagen. Se decía entonces que
cobraba una pasta gansa.
Fue entonces cuando Calatrava presentaba maquetas y
un pueblo como Sant Jordi anunciaba que iba a tener un casino (con dos grupos
inversores detrás), Morella un gran complejo dedicado a los dinosaurios o un
parque temático para Cabanes.
Todo era posible. Ya digo que era otra época y
Víctor Campos iba a ser el sucesor de Carlos Fabra y Vicente Rambla atesoraba
poder en el Consell. Entonces todo se apuntaba en una libreta, se comunicaba
uno por sms y los periodistas se hacían expertos en cualquier gilipollez porque
las redacciones engrosaban al ritmo de la publicidad.
Un día hablando con un periodista catalán me dijo
que él estaba centrado en el Estatut catalán y se sabía los artículos mejor que
la clave de la Visa, yo callé que entonces era experto en edificios ilegales en
la costa por simple apuro.
Eran otros agostos, otro periodismo, otra provincia.
Menos mal que todavía quedan políticos que entonces estaban y ahora siguen
estando y todo apunta a que van para largo. Ahora, para ver relumbrón habrá que
esperar al juicio de Carlos Fabra que traerá como testigos en octubre a
ministros y gente de portada.
Todo en Castellón ha cambiado y el nuevo PP ha
traído cordura achuchado por la crisis y el paro, mientras el nuevo PSPV es
casi el viejo PSPV salvo honrosas excepciones. La realidad es que se fabuló por
encima de las posibilidades, de las suyas, no de las nuestras.
Comento todo esto con un amigo periodista y él, sin
darse cuenta, me da el final: que casi todo ha cambiado mientras Belén Esteban permanece.
Pues tiene toda la razón.
Artículo publicado en Las Provincias (26 agosto 2013)
No hay comentarios:
Publicar un comentario