Soy gordo. Esto es una
descripción objetiva. Soy más cosas, pero a lo que vamos.
Y lo soy por varias
cosas. Decía una compañera de trabajo que la genética es muy injusta. Puede
ser, pero en verdad es que a mí me gusta comer, tanto, que no me fío de esas
personas que te dicen “yo es que como muy poco”. Esa gente me da pereza, como
esas que dicen “a mí el pescado no me gusta”, o la carne, o la verdura o el
arroz.
Dos arroces, doble placer
No sé. Gente rara.
Porque a mí me gusta comer dulce, salado y agridulce. La comida casera, la
rápida y la olla exprés, o sea. ¿Se puede disfrutar igual de una pizza que de
unas espinacas? Pues sí, pero con matices. Me encanta la coliflor pero es
cierto que una onza de chocolate puede ser un final perfecto.
Hay una teoría que dice
que si la naturaleza fuera sabia, la lechuga sabría a Mc Menú.
Además de ser gordo, me
gusta hablar de ello. Me encanta hablar de las dietas, de los beneficios de la
quinoa, del salmón o de la leche y calcular kalorías. Tengo un amigo con el que
siempre mantenía la misma conversación: él hablaba de puerros y yo, de los
cardos crudos. Era como el día de la Marmota y siempre era como la primera vez.
Me apasiona hacer una
dieta y saltármela, las básculas, organizar cenas de postres, descubrir
restaurantes y clasificarlos por las croquetas, que es lo único que no se me da
bien en la cocina y por eso las aprecio tanto.
Hasta donde me alcanza
la memoria, siempre he sido gordo. Igual que hay gente que es rubia, alta o
buena persona. De ahí que sea tan fan de Caritina. Sólo me recuerdo delgado
cuando tuve que asumir la coordinación del periódico: perdí once kilos y me
salieron canas en pocas semanas.
Hago dieta desde
siempre y, en consecuencia, me la salto desde siempre. Es un rito para mí sólo
comer arroz al horno el día de mi cumpleaños, por ejemplo. Y digo que me da
tristeza por la gente a la que no le gustan las lentejas, el bacalao o el
queso. Decía que soy gordo desde siempre. Fue un verano cuando al volver de las
vacaciones detecté que no me cabía la ropa y una señora le dijo a mi padre “su
hijo se ha puesto de buen año”. Debía tener 9 años o así.
Manolito Gafotas existe (la camiseta la había pintado yo)
La gente que me conoce
sabe cómo conquistarme: te veo más delgado, y yo con eso ya chuto 24 horas.
Hasta uno de mis jefes, con el que hablo todos los días por teléfono pero que
sólo nos hemos visto una vez, me dijo un día: te noto más delgado por la voz.
Luego ya me pidió varios temas para ese día.
A mi sobrepeso se unen
amigos gordos. Los hay delgados, claro, pero son gordos de mente y casi que son
los mejores. Hace un tiempo, cuando me apunté al gimnasio tuve que definir los
objetivos: eliminar estrés y adelgazar, creo que puse. Pero en realidad lo
mejor es divertirme, más que descubrir un músculo. Es la mejor terapia.
Yo sé que aunque
perdiera 20 kilos seguiría siendo gordo, como quien es calvo, ya que es un
estado de ánimo. Y me gusta la palabra, como también me gustan otras:
macilento, buganvilla o pujar, por ejemplo.
Posdata: voy a merendar
y quedamos a comer cuando queráis.
Me encanta jajaja, jo tambe soc GORDA
ResponderEliminarJo tambe soc una GORDA, ME ENCANTA:-)
ResponderEliminarJajajajajaja... muy fan de eso de "no me fío de esas personas que te dicen “yo es que como muy poco”. besos!
ResponderEliminar