lunes, 3 de marzo de 2014

Lo que el odio ha unido

Cuando James Dean murió dando vida a su leyenda inmortal su compañero Steve McQueen no ocultó su alegría ya que se le abrían nuevas oportunidades de trabajo. No era nuevo. El refranero lo define muy bien: el muerto al hoyo… Las enemistades íntimas del Hollywood dorado forman parte de su propia esencia, como el odio ancestral entre Bette Davis y Joan Crawford o las hermanas Olivia de Havilland y Joan Fontaine.

En la política, como en la vida, pasa lo mismo. Que se lo digan a Aguirre y Gallardón o, por ser más contemporáneos, a Fabra y a Monago que sirven una versión descafeinada de ‘Qué fue de Baby Jane’ pero sin gracia ni escenas memorables. Seamos sinceros, no hay nada que una más que un enemigo en común. Conozco amistades tabicadas a base de odios compartidos pero a veces, la visceralidad hace olvidar el objetivo.

Es lo que pasaba esta semana en Castellón. En plena crisis de la depuradora y con el PP sangrando por la herida, la sorpresa la dieron los dos líderes de la oposición: Francesc Colomer y Enric Nomdedéu protagonizaban el duelo y dejaban escapar el hecho de que una diputada (Esther Pallardó) citara a Melendi (no es broma) como si fuera Descartes.

El socialista se atribuyó el mérito de haber destapado el giro argumental de la legislatura. Pero no. Es de justicia admitir que había sido Compromís, que ahora mismo es el principal callo para los populares. Nomdedéu, que nunca se corta ni un pelo, acusó a Colomer de poco compañerismo y se reivindicó la piel de oso.

Fue un momento tenso y agrio como una aceituna verde en el árbol que trasciende del calentón: entre la oposición no hay cercanía, ni se espera. Compromís ha conseguido elevar a categoría de actualidad sus denuncias: las prospecciones, la privatización del Provincial o la propia depuradora. Sus éxitos se miden en titulares y en explicaciones del equipo de gobierno.

La sintonía no existe y Nomdedéu sigue el camino de las baldosas amarillas como Dorothy. Oz son las urnas, claro. El histórico líder igual hace de hombre de hojalata que de león, depende del día. El socialismo de Castellón lleva tiempo de capa caída y la idea de que Colomer piensa en el Congreso de los Diputados, no ayuda. Además, la ausencia de Carlos Fabra ha dejado al exalcalde de Benicàssim sin parte del oxígeno que tenía.

El pleno de la Diputación del martes dio para mucho, tanto como una ‘fiespijama’ de Castedo, y los periodistas aliviaban el sopor a base de mensajes entre ellos. A muchos nos gustaría cubrir la ‘red carpet’ y el Wathsapp es la vía de escape para los sueños.

Uno de los grandes protagonistas fue Adelino Santamaría quien bajaba el telón tras 15 años. Sin alfombra roja, el ya exalcalde de Borriol se aceró a los medios para hacer declaraciones y sacó a pasear la lengua.

Habló de una conspiración para que dejara la política y de una trampa. Depende con quien hables se refería a la oposición a sus compañeros de filas. Lo único que dejó clarito es que va a vivir la Magdalena con sus nietos, que es lo mismo que dijo Carlos Fabra en la despedida, no lo de la Magdalena, sino lo de los nietos. Ya en su pueblo, en su pleno, dijo que la política da asco. Ese fue el punto final a su carrera, una declaración de principios.

Otro de los grandes protagonistas ha sido Bataller (Alfonso), el anestesista que colgó la bata por la política. El primer edil no sólo ha declarado de nuevo por Gürtel sino que ha insistido en que quiere ser alcalde y, una vez más, se quedó con el eco como acompañante porque nadie las tiene claras por varias razones. Su imputación se complica, nunca se ha enfrentado a una batalla electoral como número uno y hay varias voces discordantes dentro del partido. 

Todo sumado explica el hecho de que el alcalde inaugure un semáforo.

Sólo nos faltaba el informe del Defensor del Pueblo que vino a decir que el aeropuerto es un poco como un chiste pero sin gracia. No es que la señora defensora haya descubierto la pólvora, pero parece feo que hasta las revistas de Oriente Medio y los semanarios de Nueva York reparen en el aeropuerto y la defensora mire hacia otro lado. Yo me acordé de lo que dijo Carlos Fabra: “Dicen que estamos locos por inaugurar un aeropuerto sin aviones. No han entendido nada, es un aeropuerto para las personas”. Pues eso. Ahora no nos quejemos. 

Artículo publicado en Las Provincias 3-3-2014 

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