Cuando
James Dean murió dando vida a su leyenda inmortal su compañero
Steve McQueen no ocultó su alegría ya que se le abrían nuevas
oportunidades de trabajo. No era nuevo. El refranero lo define muy
bien: el muerto al hoyo… Las enemistades íntimas del Hollywood
dorado forman parte de su propia esencia, como el odio ancestral
entre Bette Davis y Joan Crawford o las hermanas Olivia de Havilland
y Joan Fontaine.
En
la política, como en la vida, pasa lo mismo. Que se lo digan a
Aguirre y Gallardón o, por ser más contemporáneos, a Fabra y a
Monago que sirven una versión descafeinada de ‘Qué fue de Baby
Jane’ pero sin gracia ni escenas memorables. Seamos sinceros, no
hay nada que una más que un enemigo en común. Conozco amistades
tabicadas a base de odios compartidos pero a veces, la visceralidad
hace olvidar el objetivo.
Es
lo que pasaba esta semana en Castellón. En plena crisis de la
depuradora y con el PP sangrando por la herida, la sorpresa la dieron
los dos líderes de la oposición: Francesc Colomer y Enric Nomdedéu
protagonizaban el duelo y dejaban escapar el hecho de que una
diputada (Esther Pallardó) citara a Melendi (no es broma) como si
fuera Descartes.
El
socialista se atribuyó el mérito de haber destapado el giro
argumental de la legislatura. Pero no. Es de justicia admitir que
había sido Compromís, que ahora mismo es el principal callo para
los populares. Nomdedéu, que nunca se corta ni un pelo, acusó a
Colomer de poco compañerismo y se reivindicó la piel de oso.
Fue
un momento tenso y agrio como una aceituna verde en el árbol que
trasciende del calentón: entre la oposición no hay cercanía, ni se
espera. Compromís ha conseguido elevar a categoría de actualidad
sus denuncias: las prospecciones, la privatización del Provincial o
la propia depuradora. Sus éxitos se miden en titulares y en
explicaciones del equipo de gobierno.
La
sintonía no existe y Nomdedéu sigue el camino de las baldosas
amarillas como Dorothy. Oz son las urnas, claro. El histórico líder
igual hace de hombre de hojalata que de león, depende del día. El
socialismo de Castellón lleva tiempo de capa caída y la idea de que
Colomer piensa en el Congreso de los Diputados, no ayuda. Además, la
ausencia de Carlos Fabra ha dejado al exalcalde de Benicàssim sin
parte del oxígeno que tenía.
El
pleno de la Diputación del martes dio para mucho, tanto como una
‘fiespijama’ de Castedo, y los periodistas aliviaban el sopor a
base de mensajes entre ellos. A muchos nos gustaría cubrir la ‘red
carpet’ y el Wathsapp es la vía de escape para los sueños.
Uno
de los grandes protagonistas fue Adelino Santamaría quien bajaba el
telón tras 15 años. Sin alfombra roja, el ya exalcalde de Borriol
se aceró a los medios para hacer declaraciones y sacó a pasear la
lengua.
Habló
de una conspiración para que dejara la política y de una trampa.
Depende con quien hables se refería a la oposición a sus compañeros
de filas. Lo único que dejó clarito es que va a vivir la Magdalena
con sus nietos, que es lo mismo que dijo Carlos Fabra en la
despedida, no lo de la Magdalena, sino lo de los nietos. Ya en su
pueblo, en su pleno, dijo que la política da asco. Ese fue el punto
final a su carrera, una declaración de principios.
Otro
de los grandes protagonistas ha sido Bataller (Alfonso), el
anestesista que colgó la bata por la política. El primer edil no
sólo ha declarado de nuevo por Gürtel sino que ha insistido en que
quiere ser alcalde y, una vez más, se quedó con el eco como
acompañante porque nadie las tiene claras por varias razones. Su
imputación se complica, nunca se ha enfrentado a una batalla
electoral como número uno y hay varias voces discordantes dentro del
partido.
Todo sumado explica el hecho de que el alcalde inaugure un
semáforo.
Sólo
nos faltaba el informe del Defensor del Pueblo que vino a decir que
el aeropuerto es un poco como un chiste pero sin gracia. No es que la
señora defensora haya descubierto la pólvora, pero parece feo que
hasta las revistas de Oriente Medio y los semanarios de Nueva York
reparen en el aeropuerto y la defensora mire hacia otro lado. Yo me
acordé de lo que dijo Carlos Fabra: “Dicen que estamos locos por
inaugurar un aeropuerto sin aviones. No han entendido nada, es un
aeropuerto para las personas”. Pues eso. Ahora no nos quejemos.
Artículo publicado en Las Provincias 3-3-2014
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